jueves, 15 de junio de 2017

DE REPENTE TU 6. Capítulo 11


Caer más bajo.



Mientras Gilberto se quedaba en casa trabajando, Emilio se fue, por primera vez en varias semanas, sobrio a dar clases en el colegio y luego al francés.

Al salir del Intituto Francés, ya comenzaban los estragos por la falta de alcohol en su cuerpo. Se fue a su auto para ir rumbo al bar de siempre.



Estaba sudando frío y antes de sentarse en la barra pidió una cerveza y luego un whisky. Cuando ya comenzaba a beber su trago un hombre se sentó a su lado y pidió una cerveza.



–Hola, ¿cómo estás? Casi siempre te veo por aqui.

–Hola, si vengo mucho, me relaja.

–Que bueno. Mucho gusto Javier.

–Emilio, encantado.

–¿A que te dedicas Emilio?

–Soy profesor de inglés y francés ¿y tú?

–Soy asesor financiero en un banco, los que te atienden por cualquier vaina, de esos, jeje.

–Ah bueno,debe ser de pinga atender público.

–¿En serio? Si quieres cambiamos de trabajo jajaja.

–¿Sabes inglés o fránces?

–Inglés. ¿Y qué vas a hacer luego de salir de aquí?

–No sé, de momento emborracharme.

–Un hombre borracho me da morbo. ¿qué rol eres?

–¿Importa eso?

–Mmmmm no, pero para saber.

–Ya te imaginarás con mi respuesta

 Emilio se bebió lo que le quedaba de whisky en el vaso y pidió otro, Javier pidió otra cerveza.

–Bueno yo soy versatil también pero más pasivo. ¿Tienes sitio?

–Si, pero no se puede ir, está mi novio.

–¿Tienes novio?

–Si.

–Yo terminé con mi novio ayer, teníamos 2 años pero le descubrí unos cachos. ¿No te da paja montarle cachos a tu novio?.

–¿Yo? Estoy tomándome unos tragos en este bar, eso no es montar cachos.

–Digo, conmigo.

–Yo no te he dicho que te voy a coger.

–No deberías estar por ahí acostándote con cualquiera teniendo novio, no sé a mi esas vainas no me gustan.

–Pero ese no es tu peo. ¿Tú quieres tirar, verdad? Vamos a un hotel te cojo y listo cada quien para su casa.



Se tomaron cada uno otra ronda y luego se fueron a un hotel cercano

–¿Qué edad tienes tú?

–25 ¿y tú?

–10 más que tú.

–Pensaba que tenías 40.

–Ah gracias.

–¿Puedes pagar tú el hotel?, estoy pelando, yo te lo pago en la quincena.

–Tranquilo.



_________



Entraron al hotel y sonó el celular de Emilio. Le hizo un gesto a Javier para que no hiciera ruido.

–<Aló>

–<Hola mi profesor, ¿cómo estás? ¿dónde andas?

–<Hola mi amor, estoy en el Intituto Francés con unos alumnos aclarando unas dudas, en un rato me voy a casa>.

–<Dale, yo voy al supermercado un momento y regreso, un beso>

Sacó su licorera del carro y bebió. Pagó la habitación y subieron.



–No me parece que engañes así a tu pareja.

–¿Te quieres callar la boca? Agáchate y mámalo.

Javier se agachó sin quitarse aún la ropa ni el morral de encima. Emilio le sujetaba la cabeza empujándosela hacia él.

–Ya va, ya va, que me vas a ahogar.



Emilio soltó y comenzó a desvestirse. Javier se levantó e hizo lo mismo.

–¿Cómo me vas a coger?

Emilio lo escupió en la cara, Javier se impresionó pero antes de reaccionar Emilio le dio una cachetada. –Ponte en cuatro que te voy a orinar ese culo.

Verga este tipo me escupió, que arrechera, pero me gustó, ahora me está orinando.

Emilio le orinaba las nalgas y el ano.

–Chamo estás mojando las sábanas.

–¿Es tuya la cama? Voltea la cara. –Se puso el condón y el lubricante  y empezó a penetrarlo. Lo agarró del cabello halándole la cabeza hacia atrás.

–¿Quieres que te de duro?

–No

Lo penetró despacio, cuando ya lo tenía completamente adentro se le acercó a la cara y lo volvió a escupir y le habló.

–Ahora si te voy a reventar ese culo. –Bebió de la licorera y comenzó a moverse rápido y con fuerza sin soltarle el cabello.



–CRISTO, CRISTO MI AMOR, ERES MIO, CRISTO, TE AMO

Nalgadas iban y venían mientras Javier se movía para introduccirse el pene él mismo.

Emilio lo volteó acostándolo.

–¿Te gusta perra?

–Si.

–Otra cachetada la lanzó. –No te escuché.

–Que sí, me gusta, sigue.

Se acostó sobre él moviéndose rápido y con su cara pegada a la del muchacho. Lo volvio a escupir. –Te amo Cristo, te amo.

–Yo también te amo. –Le dijo Javier. Emilio se detuvo. Perdió la erección.

–¿Qué pasó?

–Me bajaste el guevo.

–¿Yo?

–Si, me dijiste te amo.

–Bueno es que me estabas diciendo te amo Cristo y te seguí la corriente.

Emilio se arrancó el condón y comenzó a masturbarse.

–Deja que te lo mame para que se te pare y me cojas de nuevo.

Javier comenzó a hacerlo y el pene volvio a tener rigidez pero Emilio no quería seguir teniendo sexo y lo dejó que siguiera, volviendo a empujarle la cabeza. Cuando sintió que ya estaba a punto de venirse, le aprisionó la cabeza hasta sentir como fluía el semen.



Javier se levantó con la cara roja y los ojos brillosos, aún con semen en sus labios que limpió con su lengua.

–Eres un sucio, no me avisaste que me lo ibas a echar.

–Pero te gustó.

Javier se sonrió.

Mira me puedes dar la cola a San Bernardino, voy a un casino clandestino, ¿quieres venir?

–¿Tú y que no tenías plata?

–Pal hotel no, pero pal casino tengo algo, además dan vainas para picar y tragos, ¿vienes?

–No sé, te llevo y ahí decido.



Ya en la vía hacia el casino. Emilio puso a Javier a hacerle sexo oral de nuevo hasta que llegaron la sitio. Volvió a correrse en su boca.

–Es aquí, estaciona allá y ponle los seguros al carro.

–Pero yo no me voy a quedar.

–Anda si, un ratico

Lo vio a los ojos y resignado aceptó.

Entraron y la primera ronda de fichas la invitó Emilio que pidió un ron con soda. Les colocaron maní.



Rumbo al tercer ron, Emilio ya estaba borracho pero hipnotizado en su máquina, había ganado pero igual lo gastó.

–No tengo fichas, toma pide más.

Javier le dio la tarjeta al muchacho. –Pásala por 10 mil, para los dos.



El celular de Emilio sonaba sin parar, lo sacó de su bolsillo y lo apagó al ver que era Gilberto.



Quinto trago de ron. Emilio solo recibía las fichas. Javier tenía el control de la tarjeta de crédito que la pasaba por el monto que él le deciá al joven.

Cuatro de la mañana, Javier volvió a pasar la tarjeta, decía negada.

–Dame otra tarjeta, esta no pasa. –Emilio sacó la billetera y le dio otra tarjeta.



Siguieron jugando y Emilio iba por el séptimo trago de ron.



–Chamo pásame la tarjeta por 30 mil y me das 20 mil en efectivo ¿puedes?

–Pero esta tarjeta no es tuya, además te voy a cobrar 10% de comisión.

–No importa, el tipo está borrado, no se da cuenta.



Pasó la tarjeta y le dio el efectivo. Cuando se acabaron las fichas volvió a pasarla y no tenía fondos.



–Mira Emilio vámonos, ya no tenemos más dinero.

–A mi me quedan fichas, vete tú que yo me quedo en esta vaina.

–Ok. -Cuando Javier vio la hora eran las siete de la mañana. Cobró las fichas que tenía y se fue con 35 mil.



Cuando a Emilio se le acabaron las fichas, le dijo a la mujer que ahora estaba encargada que le pasara la de débito.

Se consumió los 80 mil que el quedaban en su cuenta y se fue. Eran las 9 de la mañana. Salió del sitio tapándose la cara de la luz, fue a buscar su carro y no lo conseguía.

–Coño estaba aquí carajo, ¿dónde está?.



Se tropezó con una piedra y perdió el equilibrio cayendo al piso. Un hilo de sangre corría desde su cabeza, calle abajo.

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