Caer
más bajo.
Mientras Gilberto se quedaba en casa
trabajando, Emilio se fue, por primera vez en varias semanas, sobrio a dar
clases en el colegio y luego al francés.
Al salir del Intituto Francés, ya
comenzaban los estragos por la falta de alcohol en su cuerpo. Se fue a su auto
para ir rumbo al bar de siempre.
Estaba sudando frío y antes de sentarse en
la barra pidió una cerveza y luego un whisky. Cuando ya comenzaba a beber su
trago un hombre se sentó a su lado y pidió una cerveza.
–Hola, ¿cómo estás? Casi siempre te veo por
aqui.
–Hola, si vengo mucho, me relaja.
–Que bueno. Mucho gusto Javier.
–Emilio, encantado.
–¿A que te dedicas Emilio?
–Soy profesor de inglés y francés ¿y tú?
–Soy asesor financiero en un banco, los que
te atienden por cualquier vaina, de esos, jeje.
–Ah bueno,debe ser de pinga atender
público.
–¿En serio? Si quieres cambiamos de trabajo
jajaja.
–¿Sabes inglés o fránces?
–Inglés. ¿Y qué vas a hacer luego de salir
de aquí?
–No sé, de momento emborracharme.
–Un hombre borracho me da morbo. ¿qué rol
eres?
–¿Importa eso?
–Mmmmm no, pero para saber.
–Ya te imaginarás con mi respuesta
Emilio se bebió lo que le quedaba de whisky en
el vaso y pidió otro, Javier pidió otra cerveza.
–Bueno yo soy versatil también pero más
pasivo. ¿Tienes sitio?
–Si, pero no se puede ir, está mi novio.
–¿Tienes novio?
–Si.
–Yo terminé con mi novio ayer, teníamos 2
años pero le descubrí unos cachos. ¿No te da paja montarle cachos a tu novio?.
–¿Yo? Estoy tomándome unos tragos en este
bar, eso no es montar cachos.
–Digo, conmigo.
–Yo no te he dicho que te voy a coger.
–No deberías estar por ahí acostándote con
cualquiera teniendo novio, no sé a mi esas vainas no me gustan.
–Pero ese no es tu peo. ¿Tú quieres tirar,
verdad? Vamos a un hotel te cojo y listo cada quien para su casa.
Se tomaron cada uno otra ronda y luego se
fueron a un hotel cercano
–¿Qué edad tienes tú?
–25 ¿y tú?
–10 más que tú.
–Pensaba que tenías 40.
–Ah gracias.
–¿Puedes pagar tú el hotel?, estoy pelando,
yo te lo pago en la quincena.
–Tranquilo.
_________
Entraron al hotel y sonó el celular de
Emilio. Le hizo un gesto a Javier para que no hiciera ruido.
–<Aló>
–<Hola mi profesor, ¿cómo estás? ¿dónde
andas?
–<Hola mi amor, estoy en el Intituto
Francés con unos alumnos aclarando unas dudas, en un rato me voy a casa>.
–<Dale, yo voy al supermercado un
momento y regreso, un beso>
Sacó su licorera del carro y bebió. Pagó la
habitación y subieron.
–No me parece que engañes así a tu pareja.
–¿Te quieres callar la boca? Agáchate y
mámalo.
Javier se agachó sin quitarse aún la ropa
ni el morral de encima. Emilio le sujetaba la cabeza empujándosela hacia él.
–Ya va, ya va, que me vas a ahogar.
Emilio soltó y comenzó a desvestirse.
Javier se levantó e hizo lo mismo.
–¿Cómo me vas a coger?
Emilio lo escupió en la cara, Javier se
impresionó pero antes de reaccionar Emilio le dio una cachetada. –Ponte en
cuatro que te voy a orinar ese culo.
–Verga
este tipo me escupió, que arrechera, pero me gustó, ahora me está orinando.
Emilio le orinaba las nalgas y el ano.
–Chamo estás mojando las sábanas.
–¿Es tuya la cama? Voltea la cara. –Se puso
el condón y el lubricante y empezó a
penetrarlo. Lo agarró del cabello halándole la cabeza hacia atrás.
–¿Quieres que te de duro?
–No
Lo penetró despacio, cuando ya lo tenía
completamente adentro se le acercó a la cara y lo volvió a escupir y le habló.
–Ahora si te voy a reventar ese culo.
–Bebió de la licorera y comenzó a moverse rápido y con fuerza sin soltarle el
cabello.
–CRISTO, CRISTO MI AMOR, ERES MIO, CRISTO,
TE AMO
Nalgadas iban y venían mientras Javier se
movía para introduccirse el pene él mismo.
Emilio lo volteó acostándolo.
–¿Te gusta perra?
–Si.
–Otra cachetada la lanzó. –No te escuché.
–Que sí, me gusta, sigue.
Se acostó sobre él moviéndose rápido y con
su cara pegada a la del muchacho. Lo volvio a escupir. –Te amo Cristo, te amo.
–Yo también te amo. –Le dijo Javier. Emilio
se detuvo. Perdió la erección.
–¿Qué pasó?
–Me bajaste el guevo.
–¿Yo?
–Si, me dijiste te amo.
–Bueno es que me estabas diciendo te amo
Cristo y te seguí la corriente.
Emilio se arrancó el condón y comenzó a
masturbarse.
–Deja que te lo mame para que se te pare y
me cojas de nuevo.
Javier comenzó a hacerlo y el pene volvio a
tener rigidez pero Emilio no quería seguir teniendo sexo y lo dejó que
siguiera, volviendo a empujarle la cabeza. Cuando sintió que ya estaba a punto
de venirse, le aprisionó la cabeza hasta sentir como fluía el semen.
Javier se levantó con la cara roja y los
ojos brillosos, aún con semen en sus labios que limpió con su lengua.
–Eres un sucio, no me avisaste que me lo
ibas a echar.
–Pero te gustó.
Javier se sonrió.
Mira me puedes dar la cola a San
Bernardino, voy a un casino clandestino, ¿quieres venir?
–¿Tú y que no tenías plata?
–Pal hotel no, pero pal casino tengo algo,
además dan vainas para picar y tragos, ¿vienes?
–No sé, te llevo y ahí decido.
Ya en la vía hacia el casino. Emilio puso a
Javier a hacerle sexo oral de nuevo hasta que llegaron la sitio. Volvió a
correrse en su boca.
–Es aquí, estaciona allá y ponle los
seguros al carro.
–Pero yo no me voy a quedar.
–Anda si, un ratico
Lo vio a los ojos y resignado aceptó.
Entraron y la primera ronda de fichas la
invitó Emilio que pidió un ron con soda. Les colocaron maní.
Rumbo al tercer ron, Emilio ya estaba borracho
pero hipnotizado en su máquina, había ganado pero igual lo gastó.
–No tengo fichas, toma pide más.
Javier le dio la tarjeta al muchacho. –Pásala
por 10 mil, para los dos.
El celular de Emilio sonaba sin parar, lo
sacó de su bolsillo y lo apagó al ver que era Gilberto.
Quinto trago de ron. Emilio solo recibía
las fichas. Javier tenía el control de la tarjeta de crédito que la pasaba por
el monto que él le deciá al joven.
Cuatro de la mañana, Javier volvió a pasar
la tarjeta, decía negada.
–Dame otra tarjeta, esta no pasa. –Emilio
sacó la billetera y le dio otra tarjeta.
Siguieron jugando y Emilio iba por el
séptimo trago de ron.
–Chamo pásame la tarjeta por 30 mil y me
das 20 mil en efectivo ¿puedes?
–Pero esta tarjeta no es tuya, además te
voy a cobrar 10% de comisión.
–No importa, el tipo está borrado, no se da
cuenta.
Pasó la tarjeta y le dio el efectivo.
Cuando se acabaron las fichas volvió a pasarla y no tenía fondos.
–Mira Emilio vámonos, ya no tenemos más
dinero.
–A mi me quedan fichas, vete tú que yo me
quedo en esta vaina.
–Ok. -Cuando Javier vio la hora eran las
siete de la mañana. Cobró las fichas que tenía y se fue con 35 mil.
Cuando a Emilio se le acabaron las fichas,
le dijo a la mujer que ahora estaba encargada que le pasara la de débito.
Se consumió los 80 mil que el quedaban en
su cuenta y se fue. Eran las 9 de la mañana. Salió del sitio tapándose la cara
de la luz, fue a buscar su carro y no lo conseguía.
–Coño estaba aquí carajo, ¿dónde está?.
Se tropezó con una piedra y perdió el
equilibrio cayendo al piso. Un hilo de sangre corría desde su cabeza, calle
abajo.
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