martes, 27 de junio de 2017

SEPTIMA TEMPORADA. De Repente Tú. Capítulo 2


De nuevo el amor.



Como siempre que se veían, Tom y María Corina, era a escondidas. Él le entregó un celular para comunicarse por ahí ellos dos y otro más que usaría Tom.



–Se mudaron, cambiaron de lugar.

–¿Pero será que lo descubrieron?

–No creo, normalmente hacen eso para despistar.

–Tengo miedo que lo maten.

–No lo harán. Tranquila.

–¿Usted como sabe?

–El chico es conocido, es el huérfano de oro de este país.

–Tengo miedo hasta de mi, que me hagan algo.

Tom le tomó la mano que la tenía en la mesa. –No te angusties yo estoy aquí para protegerte.

–Pero usted también está en peligro ¿y si lo descubren?

–Nos vemos siempre en mis días libres



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–¡Entra de una vez vale!. –Lo empujaron para que entrara al cuarto. –Este es tu nuevo cuarto chamín, no te acostumbres mucho.

–Este el cuarto sitio que nos mudamos en un mes o más, ya no tengo ni idea en que fecha estoy. ¿Seguimos en Colombia?

El hombre que custodiaba a Fabián volteó a verlo y lo agarró del cabello.

–¿Tú cómo sabes que estamos en Colombia? ¿Quién te lo dijo?

–Nadie, lo supe, por el celular de uno de ustedes.

El hombre lo empujó al piso y le dio dos patadas en el estómago.

–Lo encierran y lo dejan sin comer y sin salir por dos días.

–El jefe dijo que lo cuidaramos y que no tuviera inconvenientes.

–El jefe aquí soy yo y les ordeno que lo hagan. Punto.



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Tom invitó a María Corina y a Jesucristo a Galipán a comer y a pasear por el pueblo.

Mientras, Jesucristo chateaba con su novio Pablo. Su madre y el escolta caminaban por un camino de piedra que llevaba a una terraza.



–Ya han pasado 2 meses Tom y no sabemos nada.

–Ha sido difícil la búsqueda, pero seguimos.

–Ojalá termine esto pronto.

Tom la tomó de la mano y cuando María Corina fue a hablar de nuevo, él la interrumpió con un beso en la boca. Ella se apartó unos centímetros de él.

–Esto no está bien.

–Me gustas María.

–Yo estoy con Fabián.

–Lo sé, pero estoy cerca de ti y me pongo nervioso. –Seguían hablando tan cerca que sentía el aliento entre ellos. Ahora fue ella quien lo besó.



Jesucristo se acercó tosiendo e interrumpiendo el beso.

–¿Y ustedes que? ¿Son novios y no lo sabía?

–¡No hijo por Dios! ¿qué cosas dice?

–A mi me gusta, me parece bien madre usted tiene que rehacer su vida.
–Eso no me decía hace 3 meses.

–Estaba reciente lo de mi papá y usted estaba de amoríos con Fabián, pero Tom me cae bien, aunque no me han dicho aún donde se conocieron me gusta verlos juntos.



María Corina vio a Tom a los ojos y él le hizo un gesto de aprobación.

–Ven hijo vamos a sentarnos para contarte.

–Pero que misterio, hablen.

Entre María Corina y Tom le contaron lo del secuestro y de dónde había salido Tom.

–¿Pero mamá por qué no me contó esto antes? ¡Es mi amigo, mi mejor amigo!

–Pues no quería que se angustiara como lo está ahora.

–Pues claro que me iba a angustiar antes y ahora ¿ya le avisaron a la policía, que han dicho los captores?

–¿Mi amor no escuchó que quien lo secuestró fue su tio?

–¿Y si lo mata?

–No, eso no va a ocurrir, tu amigo está a salvo con su tío, esperemos que la guerrilla o las Farc no se enteren y lo secuestren ellos. Vamos a caminar hacia esa montañita que está allá para que vean el paisaje.

María Corina se levantó y tuvo un fuerte dolor en el vientre, tuvo un mareo y se desvaneció.

Tom la sujetó para que no cayera al piso y la levantó, cargándola.

Jesucristo a pesar de lo nervioso que estaba por ambas cosas, lo de Fabián y ahora lo de su madre, no le quitó la mirada a los brazos de Tom que eran grandes y fuertes.



Pidieron a uno de los choferes de los Jeeps para bajar de una vez del pueblo e ir a una clínica. Al bajar se montaron en el carro de Tom rumbo a la primera clínica que consiguieran en el camino.



Ya en la emergencia, la estaban chequeando mientras su hijo y Tom esperaban.



–No tienen de que preocuparse, la señora López está perfectamente.

–¿Entonces que tiene, ese dolor que el dio y el mareo?

–Ella está embarazada, tiene12 semanas. Es normal en los primeros meses, el dolor pudo haber sido por estrés, tiene que estar relajada.

Jesucristo se llevo las manos a la boca y Tom se paralizó.

–Permiso, ya pueden entrar a verla.

–Voy a tener un hermanito o hermanita y usted va a ser papá.

–No Cristo, yo no soy el padre…es Fabián

–¿Ustedes…no han…no se han acostado?

–No, no. Vamos a ver a tú mamá



Entraron y al ver a Tom arrancó a llorar.

–Voy a ser mamá, mamá, ay Tom y su padre secuestrado.

–Ya, ya tranquilia que no estás sola, está tu hijo y yo. -Se le acercó y le dio un beso en la boca, Jesucristo volteó.

–¡Mami, está embarazada, estoy emocionado, un hermanito!

Le escribió a Pablo para contarle.



–Mami, mientras usted se viste voy a hablar con Tom un momento, de hombre a hombre.

María Corina se sentó en la cama. ¿hablar, de qué?

–Usted acomódese que nos iremos pronto.



Mire Tom, yo le voy a decir algo, como ya sabemos mi madre está embarazada y es viuda y ella no puede estar por ahí con una barriga y soltera eso está mal visto, yo no quiero que nadie señale a mi madre y hable lo que no es.

–Ajá ¿y que me quieres decir con eso?

–Bueno que vaya pensando como me va a pedir la mano de mi madre, porque usted se va a casar con ella.

–Ya va Cristo, yo ni soy novio de tu madre ni tampoco el padre de ese niño o niña, no quiere decir que no quiere ser la pareja de tu mamá, pero es que vas a prisa papá.

–Yo quiero que usted sea el padre de ese bebé Tom, ¿si me entiende?.

–¿y si aparece Fabián?

–No tiene porque saber que ese hijo es de él.

–No Cristo, eso no es así, hay que hacer las cosas bien.

–¿Y si no vuelve Fabián?

–Hablas como si no quisieras a tu amigo.

–Lo adoro, pero no lo quiero como novio de mi mamá.

–Si eso llega a ocurrir pues ya veremos Cristo, solo seré el padre de ese niño si así lo quiere tu madre, yo encantado de la vida.

–Cásese con ella, pero primero me pide su mano.

–Ya estoy lista, ya me dieron el alta



Ya al final de la tarde, Tom dejó a Jesucristo en casa de su novio y fue a llevar a María Corina a su casa.

–¿Usted puede quedarse aquí en mi casa hoy? No quiero pasar la noche sola, Cristo no viene hoy.

Tom la vio a los ojos por unos segundos y se sonrió. Estacionaron el carro y subieron.

Cenaron algo ligero y se fueron a la habitación.



–¿Usted como duerme? Digo es que no tengo ropa para usted, la de mi esposo la doné y la de Cristo no le va a quedar.

–Duermo en interior, no te preocupes, yo duermo en el cuarto de Cristo y listo.

–Yo pensaba que iba a dormir aquí en mi cama.

–¿Estas segura?

–Tan segura como que estoy embarazada.

–Es mucha tentación.

–Usted dormirá vestido.

–Es que yo suelo dormir desnudo. -La tomó de la cintura y la besó apasionadamente. Se desnudaron mutuamente y entraron a la cama.

–Aunque ya estás embarazada, quiero hacerte el amor y sentir que ese bebé que viene es mio.

–No me diga eso.

–Ya es tarde quiero estar dentro de ti.

Y, ya encima de ella, hizo un movimiento y su pene se deslizó hasta penetrarla. Sus movimientos suaves y profundos mantenían a María Corina en total excitación, su piel erizada y enrrojecida sudaba brillando con la luz del cuarto.

Tom movía sus caderas tratando de no ser tan invasivo con su amada que estaba embarazada. Cada ida y venida sentía como la penetraba con aquel pene grueso que nunca vio pero lo sentía cada centímetro.

–Estoy enamorado de ti María, desde que te vi ese día acompañándote a tu edificio, te vi y me hiciste feliz. –Le dio un beso sosteniéndole la cabeza. Aquel beso se intensificó cuando Tom se corría dentro de ella, que se estremecía con cada sacudida de él.



Ambos se quedaron dormidos, desnudos con la luz encendida, hasta que el sonido del celular de ella los despertó. Eran las 6:30 de la mañana.

–<Aló, jefe, ¿qué hace llamando a esta hora? ¿pasó algo?

–<Si, vente ya a la empresa, tenemos nuevos dueños>.



María Corina levantó a Tom que estaba profundamente dormido y con el pene erecto.

–Tom, Tom, despierte, nos tenemos que ir.

–Ay, si, si, ya voy. Espera déjame orinar, que pena. –Se tapó con las manos.

–¿Y usted para que se tapa? ¿no se acuerda lo que pasó aquí?

–Es verdad, ya salgo.



Se ducharon rápido y desayunaron una tontería. La acompañó hasta su auto y él se fue en el suyo, no sin antes decirle que se volverían a ver en 7 días.

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