miércoles, 10 de febrero de 2021

Huevos revueltos. Capítulo 31


 El autobús había hecho una extraña parada y los chicos se escondieron debajo de los asientos. Se tomaron de la mano, José cerró los ojos pero Lorenzo quedó atento.

Se subió al autobús un Guardia solicitando la identificación a los pasajeros, unos minutos después el Guardia le dice que va a subir al segundo piso pero el chofer le dice que está vació.
-No importa, voy a subir ¿Algún problema?
-No, no, suba. -El guardia subió la escalera y antes de terminar de subir vio al fondo. Caminó por todo el pasillo, llegó hasta el final mirando entre los asientos, se detuvo y se agachó. -¿Que tenemos aquí? Dos niños viajando solos.
-Por favor, por favor, no nos baje. -Lorenzo revisó uno de sus bolsillos y sacó dos billetes de 20 dólares y se los entregó.
El Guardia se puso de pie, vio los billetes y se sonrió. Habló por la radio.
-Atención puntos de control seis y siete, zona Oriente, autobús placas 70BJ668 con destino al terminal Sucre en Cumaná sin novedad, luz verde para viajar. -Caminó por el pasillo, se detuvo y regresó dónde estaban los chicos.
-Cuando lleguen al terminal se bajan luego que el Guardia, que revise la unidad, se haya ido.
-Gracias.
-Hagan lo que les digo porque si no, los busco hasta debajo del agua carajitos.

Luego de dos horas llegaron al terminal y volvieron a esconderse debajo de los asientos. El Guardia revisó internamente muy por encima y se enfocó en los cauchos, motor y faros. Escucharon las escaleras, era el chofer.
-Ya pueden bajar, salen del autobús y se desaparecen.
Los chicos bajaron y corrieron hacia la parte interna del terminal.
-Vamos a llamar al celular que nos dio Roberto a ver dónde vive, si es aquí u otra ciudad.
-Dame el número, cualquier ayuda es importante, necesitamos ahorrar dinero o ganarlo.
Llamaron a Rubén, el amigo de Roberto, ya sabía quiénes lo llamaban pues Roberto le advirtió. Le dijo a Lorenzo que el vive en Río Caribe. -Yo aquí los espero y hablamos, en el terminal hay autobuses que vienen para acá.

Preguntaron por los autobuses a Río Caribe pero se acababa de ir uno y el siguiente era en dos horas.
-¿Nos vamos en taxi?
-Vamos a preguntar cuánto nos cobra.
Se acercaron a la línea de taxi. Les cobraron 30 dólares, no discutieron el precio, querían llegar.
Los bolsos los metieron en la maleta del carro y ellos se sentaron en el asiento trasero.
José se apoyó en Lorenzo y se quedó dormido, le dio un beso en la cabeza y se quedó acariciándole el cabello. El taxista los veía por el retrovisor.
-¿Y ustedes viajan solos?
-Si.
-¿Y sus padres?
-Murieron, nos fuimos de nuestra casa.
-Vaya...¿Son hermanos?
-Novios. -El taxista abrió los ojos.
-¿Novios?
-Si, ¿Tiene problema con eso? ¿Nos va a bajar del carro?
-Eso es problema de ustedes, mientras me paguen ustedes pueden cogerse a las gallinas si quieren. ¿Y que van a hacer a Río Caribe?
-Vivir.
-Un pueblo bonito y ustedes ahí van a estar bien con lo suyo.
-¿Con lo nuestro?
-Si, que son maricos, allá les va a ir bien, allá no le paran a eso. ¿Van a casa de alguien, una posada?
-A casa de una persona que nos dieron su número.
-Recomendado, que bien. ¿Cómo se llama?, a lo mejor lo conozco, yo soy de Río Caribe. -Lorenzo sacó el papel donde tenía el número.
-Ruben Colmenares.
-Rubencito...van a llegar a un restaurante El Carnívoro. Ese tipo está conectado, si les cae bien los va a ayudar, si no los va sacar sin poder volver.
-Gracias por avisarnos.
-Creo que les va a caer bien, son dos chamitos y a él le gustan los carajitos.
-¿Cómo es eso?
-Vayan con él, si le hacen caso podrán hacer muchas cosas.
-¿Usted me puede dar su numero? Para tenerlo por si nos vamos a otra ciudad o queremos pasear.
-¿Tienen plata? Puede usar transporte público para ir de una lado a otro. Anota.

Llegaron al restaurante. El taxista estacionó, se bajó del carro y entró con ellos para tomar una cerveza.
-Vayan al final de ese corredor, allá está siempre Rubén.
Los chicos caminaron por el corredor cargando sus bolsos, preguntaron por Rubén y le dijeron que tocaran la puerta que tenían al frente.
Lorenzó tocó la puerta, abrieron la puerta. Un moreno alto, buen cuerpo, en shorts de bluyín cortados y sin camisa les abrió la puerta. Lorenzo y José se le quedaron viendo. 
-¿Usted es Rubén?
-No chico, yo soy un manda'o Rubén está ahí. -Ruben era un hombre gordo, de casi 180 kilos, desaliñado, con el pelo canoso y despeinado y una barba de tres días, la ropa algo ajada. 
-¿Ustedes son los carajitos que me mandó Roberto? ¿Que edad tienen?
-Yo tengo 14 y el 13.
-¿Que te parecen Sala'o?
-Pa ti bien, tú sabes lo que yo pienso.
-13 vente para acá y quítate la ropa. -José no entendía pero hizo caso, Lorenzo le puso el brazo en el pecho.
-¿Que va a hacer?
-Probarlo. Yo aquí no tengo plata para pagarles pero si quieren dormir aquí y comer aquí ustedes dos serán mis juguetitos.
-No, no...nosotros vinimos aquí para comenzar de cero, vivir lejos de nuestras familias.
-Sala'o llévatelos pal puerto, de este pueblo no saldrán vivos, aquí en este pueblo y en los alrededores mando yo. 
-Vayan con él, si le hacen caso podrán hacer muchas cosas.-Recordaba lo que le había dicho el taxista. -Ok, pero a él no lo toque, yo...yo me acerco.
-Ven pues, quítate eso. Sala'o pruebame a 13.
-Se llama José, yo soy Lorenzo.
-No me interesan sus nombres.
Lorenzo temblaba mientras se quitaba la ropa. Vayan con él, si le hacen caso podrán hacer muchas cosas. En su mente se reptía esa frase, si quería cumplir sus metas junto a su novio José tenía que aceptar ciertos sacrificios.
-Ven. -Ruben torpemente sacó su pene por la abertura del boxer. Era algo grande y grueso y estaba totalmente erecto gracias a la ayuda de unas pastillas. -Mámalo. -Lorenzo se agachó y volteó a ver a José que lo aguantaba Sala'o, el chico negaba con la cabeza para que no lo hiciera, pero Lorenzo estaba decidido. Comenzó a mamar aquel pene que olía a sudor y orine, el chico aguantó las ganas de vomitar. -Shhh me estás clavando los dientes. -Lorenzo seguía mamando intentando meterse todo el pene. -Sala'o llévate a 13 a la pieza y lo pruebas, déjame solo.
-No, no, no señor, no me lleve.
-Tranquilo chamito pues, acompáñame.

Rubén le empujaba la cabeza a Lorenzo que se ahogaba mientras la saliva caía sobre el pene. -Ya, ya, ya que me vas a hacer acabar. Móntate y te lo metes.
-¿Cómo?
-Coño móntate aquí viéndome y te agarras de mis hombros. -Rubén echó hacia atrás un poco el respaldar. Lorenzo se montó sobre Rubén.
-Agarrame el güevo y métetelo pues y te mueves, yo no puedo, estoy muy gordo. -El chico cogió el pene que estaba rígido y empezó a introducirlo en su culo, Lorenzo aguantaba el dolor. 
-¿Te duele?
-Si..un poco.
-Bueno, aguanta porque no ha entrado y no quiero acabar, empuja para que entre. -Lorenzo lo vio a los ojos, se mordió el labio inferior y empujó para que entrara el pene lo que hizo que Rubén acabara.

-No te voy a coger, tranquilo, conmigo estás a salvo. 
-¿Y Lorenzo? 
-Si obedece les irá bien, aquí van a tener techo y comida segura mientras Lorenzo se deje tocar por...
-Ese gordo asqueroso.
-Mientras estén aquí les voy a enseñar a pescar ¿Quieren?
-Si...supongo. ¿A ti también te coge el cerdo ese?
-No muchacho...ya no, hace mucho tiempo si.

-Bájate. Limpiame el güevo. -Lorenzo buscó un paño. -No, no, no, con la boca niño.
Lorenzo se agachó y volvió a introducirlo en su boca.
-¿Te gusta mi verga? -Ruben le pegó en la cabeza. -Di que te gusta, quiero oírte.
-Me gusta.
-No lo mamaras con asco entonces, vete, ve a buscar a Sala'o que les muestre su cuarto y les de comida, estás flaquito, te quiero gordito, con fuerza.
Lorenzo se vistió, Rubén se levantó con dificultad de la silla con una andadera, tiene 65 años. Cuando se puso de pie se le escapó una flatulencia. -Sal de aquí 14.
Lorenzo corrió y vio a José.
-¿Estás bien? ¿Que te hizo Sala'o?
-Estoy bien, estoy bien, Sala'o no me hizo nada.
-Dime la verdad José.
-En serio, no me tocó ni un pelo, me dijo que el no hace eso, le hace creer al otro que si.
-Ok, trataré que el viejo ese asqueroso no te toque a ti, yo lo haré. Es un vómito ese viejo.
-Este es nuestro cuarto y ahí está nuestro almuerzo. Sala'o me dijo que nos va a enseñar a pescar.
-Mi amor te prometo que nos iremos pronto de aquí estaremos un tiempo para sacarle provecho, vernos de qué manera, pero nos iremos de aquí. -Besó a José.
-Si estoy contigo no me importa nada, saber que no voy a pisar ese maldito colegio soy feliz y más contigo. -Lorenzo arrugó la cara.
-¿Que te duele?
-El culo, me arde...ya se me va a pasar tranquilo.
-No quiero que te coja ese gordo de mierda.
-Déjame manejarlo a mi amor, a ese viejo le voy a sacar dinero, no se cómo, pero se lo sacó.












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