lunes, 8 de febrero de 2021

Huevos revueltos. Capítulo 29

 -¿Y esta noche donde vamos a dormir? No me puedo quedar otra vez en la oficina. -Oto conversaba en un restaurante con Héctor a la hora del almuerzo, no podían hablar en la oficina.

-Te vas a quedar en un hotel por tres días mientras resuelvo.
-¿Me voy a quedar? ¿Y tú?.
-En casa.
-Así, tan tranquilo, como si nada hubiese pasado. 
-Amor ¿Que hago? Sigo casado, Jimena no se va a divorciar, seguimos siendo un matrimonio.
-Ya se descubrió todo, no hay nada que ocultar. ¿Cuándo dices que Jimena no se quiere divorciar, quiere decir que tú si? Porque si una de las partes no quiere, el divorcio sigue su curso, no hay niños pequeños.
-Yo te dije lo que quiero Oto. Yo los quiero a ambos en mi vida.
-¿Y lo que quiero yo? ¿Y lo que quiere Jimena?
Nosotros no importamos, es solo lo que tú quieres.
-Entonces cortemos por lo sano, de raíz, ni para mí, ni para nadie, terminamos con esta relación y yo me divorcio. Te buscas a otro viejo y que mi mujer se busque otro marido y yo veo que hago con mi vida. ¿Te parece?
Oto no dijo nada y siguió comiendo, se bebió la cerveza de un tirón y pidió otra.

Terminaron de almorzar y montados en el carro ninguno de los dos dijo nada. Héctor miraba al frente, se pasaba la mano por la boca, puso el aire acondicionado. Oto miraba por la ventana mirando al infinito. Llegaron a la oficina y primero subió Oto que se fue directo al baño.
Cuando estaba en el lavamanos mirándose la cara, entró Héctor.
-¿Que haces aquí si tienes tu baño privado?
-No quiero perderte mi amor.
-Pero quieres tu papita pelada con tu esposa durmiendo con ella todas las noches y yo seguiré siendo el amante maricón que tiene que esperar a ver qué día duermen y amanecen con él. Esa será la misma vida que tenemos desde hace seis meses, lo que cambia es que una de las partes ya sabe de la otra parte.
Héctor besó a Oto abrazándolo con fuerza y este intentando soltarse pero dejó de resistirse. -Puede entrar alguien.
-Ya no me importa nada, yo insisto que no quiero perderte, y no va a ser igual Oto, ahora te voy a dedicar más tiempo, todo será mejor.
-Gracias Héctor, que comprensivo. ¿Lo de más tiempo te refieres al viaje a Miami? Me voy a trabajar.

Ya en la tarde, luego de unas horas agotadoras y de tensión, recibe un mensaje de Héctor.
-Tienes una reservación en el hotel Intercontinental con el desayuno incluído, el check out el domingo a las 3 de la tarde. Espero haber resuelto lo de tu nueva casa para ese día.-
-Gracias. ¿Hoy te quedas en el hotel?-
-No, pero prometido el viernes me quedo contigo hasta el domingo.-
No hubo respuesta de Oto.

A las cinco de la tarde y sin haber terminado el trabajo apagó su computadora, recogió y cogió su chaqueta.
-¿Y eso? ¿Ya te vas?
-Si, no me siento muy bien, quiero descansar.

Se montó en su carro y se fue rumbo al hotel, apenas llegara quería soltar todo e irse a la piscina. Llegó a recepción dio el nombre de Héctor y el de él, lo registraron y le dieron su tarjeta.
-¿La tarjeta del señor Vázquez se la quiere llevar o la deja en recepción?
-No déjela aquí, para cuando llegue. ¿A qué hora es el desayuno?
-De lunes a viernes de de 6 am a 10 am, sábados y domingos de 7 am a 11 am aquí están los pases del desayuno para usted y el señor Vázquez.
-Gracias.
-Bienvenido y disfrute de nuestras instalaciones.
Mientras subía por el ascensor hasta el último piso llamó por el celular.
-Hola.
-Hola...¿Y eso que llamas? ¿Se te fue el dedo?
-No, te estoy llamando, ¿quieres venir dónde estoy y nos tomamos algo?
-¿Y dónde estás tú?
-En el hotel Intercontinental. -Entraba a la habitación, lanzó en la cama la maleta y la chaqueta.
-Coño...te estás dando una vida. Ese viejo te ama.
-Jimena descubrió todo y bueno me tuve que ir del apartamento, no tengo donde vivir.
-Y te mandaron a la pocilga del Intercontinental.
-Ignacio ¿Quieres venir o llamo a alguien más que escuche mis cuentos?
Hubo un silencio. -Ya salgo para allá.
-Tráete el traje de baño.
-¿El bermuda o el que me regalaste tu? -Oto cerró los ojos y comenzó a llorar. 
-El que te regalé.
-Ok, ya voy para allá.

La piscina cerraba a las ocho de la noche así que tenían tiempo. Ignacio escribió que ya estaba en el lobby y bajó. Subieron para que se cambiara y bajaron, pidieron las toallas y unos refrescos.

-¿Por qué me llamaste?
-Quería conversar con alguien, Agustín está con sus peos, está asimilando lo de su papá y yo y bueno, terminó con Renato.
-Coño.
-Mira, ya tienes el camino libre para retomar lo que alguna vez tuvieron.
-No vengas con pendejadas que tú me saliste con sendos cachos de dos metros.
-Todo se va a la mierda Ignacio, Héctor no quiere divorciarse, quiere tenernos a los dos y Jimena tampoco quiere divorciarse.
-Me está dando mucha arrechera escuchar tu drama.
-Creo que fue un error llamarte.
-No...bueno, si, pero estoy aquí, quise venir, quería verte. Ay Oto...que quieres que te diga...Eso es una relación desgastante a menos que tú y Jimena asuman esta nueva realidad de parejas millenial poliamorosas, viven todos juntos y todos en armonía, pero yo no veo a Jimena en eso.
-Ni yo me veo en eso.

Nadaron juntos para desestresarse, hicieron competencias a ver quién aguantaba mas debajo del agua, parecián niños pero estaban contentos de estar compartiendo esos momentos.
Minutos antes de las ocho de la noche, cuando se estaban echando agua ambos, Ignacio se detuvo y se acercó a Oto.
-Todavía te amo. -Lo besó y Oto respondió al beso abrazándolo, se separaron. -Disculpa, no debí hacerlo.
-Nada que disculpar. Vamos saliendo que ya van a cerrar.
Se secaron y subieron a la habitación.

-Yo me tengo que ir ya son las ocho.
-Tomas un taxi aquí en el hotel.
-Marico tú eres el que tienes el viejo con plata, un taxi aquí me va enyucar.
-Coño vamos a cenar y tomamos algo con alcohol que lo necesito, te quedas a dormir y te vas temprano.
-¿Y Héctor?
-No viene hasta el viernes...
-Ah caramba.
-Sin comentarios. ¿Te quieres duchar?

Se duchó primero Ignacio y luego Oto. Al salir de la ducha Ignacio estaba viendo televisión desnudo.
-Coño vístete ¿Que haces desnudo?
-Debe ser que esto no lo has visto nunca.
-Vamos a cenar en uno de los restaurantes del hotel.
-Marico esto te va a salir carísimo.
-Lo paga la oficina. Tiene tarifa corporativa y somos el bufete que le lleva la parte legal al hotel.
-Vamos a cenar pues.

Se sentaron en una mesa para dos, unoa frente a otro. -Pero que impersonal esto de sentarnos así.
-No somos novios.
-Somos amigos. ¿Que vamos a beber?
-Yo voy a pedir un mojito ¿Pedimos unos tequeños? 
-Mmmmm un mojito también peeeero de mango. Pidamos tequeños y ¿Pizza?

Héctor le escribió a Oto, le dijo que estaba cenando y estuvo un rato en la piscina.
-Te extraño-
-Ok-
-Coño...¿ok? Vaya-
-Disculpa Héctor, ando revuelto, hablamos mañana.- Listo ¿En qué andábamos?
-En pedir otros mojitos.

Ambos reían recordando momentos de su relación, a veces se ponían serios cuando Ignacio le preguntaba por Héctor mientras ellos estaban juntos. Pidieron el cuarto mojito para cada uno y más tequeños.
Oto lloró, volvieron a reír. Fantasearon con volver a ser novios. 
Un quinto mojito cerró la noche. Ya eran las 12. Cuando subían por el ascensor comenzaron a besarse.
-Te quiero coger.
-Para eso te pedí que te quedaras. -Entraron a la habitación y comenzaron a desnudarse y se tumbaron en una de las camas. Seguían besándose mientras Ignacio le metía mano entre las nalgas y en su pene. Oto se agachó y comenzó a mamarle el pene. Ignacio se tumbó en la cama disfrutando lo que hacía su ex. La borrachera tenía excitado a Oto que se introducía el pene hasta su garganta, lo sacaba, botando saliva y comenzaba de nuevo. Ignacio le dijo a Oto que se volteara.
-Ponte condón.
-¿En serio? Marico, soy yo, tu ex.
-No joda tenemos semanas que terminamos quien sabe a quien te has cogido, póntelo.
Se colocó el condón mientras Oto estaba acostado boca abajo.
-Ábrete esas nalgas. -Dejó caer saliva en el culo de Oto y en su pene. Se acercó y se acostó sobre Oto. El pene entró con facilidad. Ignació sintió lo caliente que estaba internamente y se detuvo un momento para no venirse.
Comenzó a moverse suavemente, sacando completamente el pene y volviendo a meterlo, tomó a Oto por el hombro y se pusieron de lado, movía su cadera rítmicamente, sintiendo como entraba su pene en la cavidad caliente. Oto volteó su cabeza para besar a Ignacio que se acercó.
Se movió más rápido y Oto comenzó a gemir, levantó la pierna, la flexionó y miraba como lo penetraba.
-Me vengo, me vengo, coño. -Sacó el pene y jaló el condón derramando el semen entre el pene y culo de Oto que ya se estaba masturbando. Ignacio lo volteó y le mamó el pene hasta que Oto se vino en su boca.

Se dieron media vuelta viendo al techo. 
-Estoy borracho.
-Yo estoy igual, todo me da vueltas.
Unos minutos más tarde se quedaron dormidos, se abrazaron uno detrás de otro, ambos desnudos.

Dos de la mañana, la puerta de la habitación se abría despacio y cerraba igualmente con suavidad. Héctor comenzó a quitarse la ropa mientras llegaba a la cama, encendió la lámpara de enfrente para poder ver, vio hacia la cama y quedó petrificado al ver que alguien dormía con su novio. Se acercó y se dio cuenta que era Ignacio.
-Coño de la madre. -Cerró el puño, respiró hondo. Se terminó de desvestir y se metió en la otra cama.
El corazón le latía a gran velocidad y de la rabia el cuerpo le temblaba pero no quería armar un escándalo e intentó dormir.

Más lágrimas aparecieron inundando sus ojos.

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