jueves, 20 de septiembre de 2018

Y SI ME ENAMORO. Capítulo 69

Diego estaba en el urinario y Orlando en el lavamanos.
-Así que ahora tienes nuevamente novia, vaya, no te bastó conmigo, luego montarme cachos con tu tío y ahora esta tipa.
-Es una amiga, de hecho, amiga de tu hermana y no me estoy acostando con ella, simplemente vinimos a conversar.
-Te la vas a coger porque a eso vinieron, a beber y a tirar, porque tú sigues metido en ese closet. -Diego se le acercó con ganas de lanzarle un golpe pero se detuvo a centímetros de su cara.
-Tú que vas a hablar, estás con ese viejo que te acaricia y te toca ¿tampoco van a tirar?
-Si vamos a tirar, luego de caernos a birras me lo voy a coger.
-A bueno, cada quien es libre de hacer lo que quiera ¿no? Ya no somos nada.
-Exacto.

Ambos se miraban a los ojos, ambos con ganas de olvidar todo y seguir juntos, ambos queriendo besarse.
-¿Por qué no me dejas que te explique?
-¿Explicar qué? ¿cómo te cogías a tu tío?
-Lo que pasó, fue un error, lo sé, grave, no debí hacerlo pero es más fuerte que yo.
-No me vengas con excusas, bien que te lo advertí, quédate con tu tío y no engañes a esa pobre mujer.
-Estoy enamorado de ti, me gustas.
-Lo demuestras muy mal.
Diego se le abalanzó y le dio un beso en la boca abrazándolo, Orlando no puso resistencia y poco a poco abrazó a Diego. Su beso fue interrumpido por un hombre que entró al baño. –Perdón, perdón. –El hombre bajó la cabeza y siguió caminando, Diego salió corriendo de ahí.

Diego se sentó en su mesa visiblemente afectado y nervioso, sudaba, a los pocos segundos Orlando cruzaba las mesas para ir a la suya

-¿Pasa algo? ‘preguntaba Jesús, Orlando se limitó a mover la cabeza y pedir otra ronda de cervezas.
-¿Pasa algo? –Preguntó Gabriela mientras le pasaba la mano por el brazo a Diego, que respondió moviendo la cabeza y sonriendo. Pidió un par de cervezas.

Luego de una hora y varias cervezas, Orlando y Jesús conversaban animados, hasta se reían, de vez en cuando lanzaba la mirada hacia la mesa de Diego  hasta que los vio besándose.
-¿Sabes qué? Sí, voy  a tirar contigo, pedimos la cuenta y nos vamos.
-Ese es mi muchacho carajo, la vamos a pasar bien, vamos a mi casa que estoy solo.
-Perfecto. Vamos a pagar a medias.
-No, no. No chico, deja la vaina, yo invito esta vaina.
Mientras Jesús iba a la caja a pagar Orlando vio como Diego y Gabriela se iban del local, sentía que se quemaba por dentro de la rabia que sentía, cogió el celular y le escribió. –Disfruta esa cuca, que es realmente lo que te gusta—

Llegaba Jesús caminando en zigzag, Orlando recibió un mensaje. –Eso haré—
-Deja que yo maneje, no estás en condiciones de manejar.
-Yo hago lo que me pidas papi, esta noche obedezco.
Se montó en la camioneta y Jesús se acostó en el asiento de atrás.
-¿Dónde vamos?
-La Castellana, llega a la plaza y me avisas.

Llegaron al apartamento, Orlando ayudó a subir a Jesús que se tumbó en la cama y se quedó roncando.
-¿Y este viejo pretende que vamos a tirar así?
El chico comenzó a quitarle los zapatos y las medias, para luego sacarle el pantalón y la camisa. A pesar de la edad, el hombre tenía un buen cuerpo sin ser atlético, lo dejó en interiores.
-Jesús. Jesús, despierta, ¿te vas  a quedar durmiendo?
-Ah, ah, no, no, no, me voy a dar una ducha, prepara un café, tenemos que tirar, ve, ve, yo me baño.

El chico preparó el café y Jesús se lo bebió mientras se secaba.
-Quítate esa ropa, quiero verte.

Diego llevó a Gabriela al apartamento, apenas entraron comenzaron a besarse. Diego ya estaba excitado, la chica le ponía la mano sobre el pantalón. –No sabes las ganas que tenía de tenerte así.
-Ya me tienes, hoy soy tuyo.
-El día que se empataron Carlota y tú me dio arrechera, te quería para mi. –Gabriel le dio un beso en la boca pero Diego no respondía, la separó.
-¿Ustedes no eran amigas pues?
-Si, pero igual, me dio rabia, quítate eso. -La chica se quitó la blusa y el sostén mientras Diego se quitaba el pantalón. Comenzó a chuparle los pezones mientras ella gimiendo le tocaba el pene sobre el interior. Se agachó y, mirando a los ojos a Diego, se lo introdujo en la boca.

Diego estaba impactado viendo a Gabriela haciendo eso. Nunca había visto a Carlota en esa postura y menos con la cara de lujuria con que lo hacía Gabriela. Lo excitó aunque en su mente estaba Orlando.

Orlando se desvistió lentamente viendo al viejo mientras le sonreía.
-¿Me vas a meter todo eso?
-Todito ¿lo quieres?
-Claro papi, lo quiero para mi.- Se acercó al muchacho y se metió de una vez el pene en su boca y comenzó a mamar moviendo su cabeza y su mano entre el pene.
Orlando lo miraba mientas posaba su mano en la cabeza del sexagenario que, mientras mamaba hacía sonidos disfrutando lo que hacía.
-Cógeme nené, anda, dime como me pongo y yo lo hago.
-Ponte en cuatro.

El hombre se montón en la cama y se colocó como le dijo el chico que le pidió un preservativo pero Jesús le dijo que no tenía pero podía penetrarlo con confianza –Estoy sano.
Orlando escupió su pene y dejó caer saliva en el culo del hombre que estaba abriendo sus nalgas con las manos. El chico apretó su pene y comenzó a penetrarlo pero el hombre comenzó a quejarse y le pedía que lo hiciera despacio, Orlando pensaba en Diego sin escuchar  Jesús y siguió penetrándolo sin detenerse.
Jesús se quejó y se echó para adelante sacando el pene.

-Me duele nene, hazlo despacio, vamos a buscar lubricante. – El chico comenzó a masturbarse para no perder la erección.

-Cógeme como si estuvieras cogiéndote a una puta, dale. Mételo.
Gabriela abría los labios de su vulva con los dedos mientas extendía sus piernas a los lados. Diego estaba impresionado de la actitud de Gabriela. Se acercó a ella, tomó su pene y comenzó a penetrarla, ella comenzó a gritar, excitada, lubricaba en exceso. Diego veía aquel líquido y el pene se le bajó.
-¿Qué pasó? Mételo.
-Ya va, que se me bajó.
-Coño, páralo y mételo, estoy excitada. – Gabriela hablaba entrecortado, su respiración estaba acelerada y apenas Diego la penetraba.
Volvió intentarlo, la tenía penetrada por unos segundos, Gabriela comenzaba a lubricar de nuevo y de nuevo el pene perdió erección.
-¿Qué pasa vale? ¿No te gusto?
-No, no es eso…no sé…deben ser las cervezas.
- ¿O será que lo que dicen de ti es cierto?, que eres gay. Porque ningún tipo se le baja conmigo y la gente comenta que eres marico, yo creo que sí.
-¿De dónde sacas eso?
-Lo comentan y punto. Gabriela se levantó de la cama y comenzó a vestirse.
- O sea que tú me llamaste para vernos y tomarnos algo para corroborar que soy gay y ahora decirle a todo el mundo por el hecho que se me bajó el guevo.
-No mi amor, yo te llamé porque me gustas y quería salir contigo y terminar en la cama pero tenía esa espinita, esa duda y ya creo que la aclaré y tranquilo, que no diré nada a menos que me lo pregunten, no vaya ser que otra estúpida como Carlota o yo caigan. ¿Me puedes llevar a  mi casa? Si es que eres un caballero y no me vas a dejar tirada en la calle.

Orlando penetraba a Jesús luego de varios intentos, entre el dolor y que el pene perdía erección cada vez que al hombre se le ocurría moverse y retirar el pene.
Se escuchaban gemidos mientras Orlando se movía sosteniéndose de las caderas del hombre. Jesús ponía su mano en el muslo del chico como intentando detenerlo y no siguiera, no paraba de quejarse. Orlando veía como entraba y salía su pene del culo del hombre que ya lo tenía dilatado.

De repente Jesús soltó un quejido más fuerte, se había corrido sobre las sábanas, estaba exhausto, sacó la mano del muslo  del chico y apoyaba sus brazos al colchón mientras Orlando continuaba moviéndose, a veces despacio y otras más fuerte. Hasta que llegó el momento.
-Voy a acabar, ¿la quieres adentro?
-No, no, échamela en el pecho papi, en el pecho. -Jesús se voleó y se acostó boca arriba esperan do que le cayera el semen encima, miraba el pene del chico hasta ver el líquido salir. Cuando Orlando estuvo a punto, Jesús levantó la cabeza para ver. Un primer chorro llegó hasta su cuello y los siguientes sobre su pecho y barriga. Las últimas gotas caían sobre el flácido pene del hombre que ahora pasaba sus dedos sobre el tibio líquido para luego saborearlo. Cayeron en la cama

Jesús comenzó a reírse, el chico lo vio extrañado. -¿Qué te hizo gracia?
-Disculpa, es que esta situación, tú, el hijo de mi mejor amigo acaba de estar en mi cama teniendo sexo, no me lo puedo creer y además que me encantó y mírate, esos pectorales y esos brazos, niño tú estás buenísimo y te tengo en mi cama. Ojalá tú…y yo pudiéramos tener una relación.
-No, no, no Jesús, no. Que quede claro que esto fue solo sexo, capaz y no repetimos, quizás si, pero de ahí a una relación, no creo.
-Me lo imaginé, tranquilo, entiendo, soy un viejo, los chamitos como tú se me acercan para chulearme no porque están enamorados de mi, no digo que sea tu caso, ¿pero a este viejo quien le va a parar bolas? Nadie, solo un bebé.
-No digas eso, tu te ves muy bien para tu edad, no estás mal.
-Si pero alguien de mi edad no se fija en mi, a lo mejor uno más joven, pero los chamitos como tú, esos si se acercan y me sacan fiesta pero es para que les pague sus vainas. Disculpa lo que te dije. Pero por fa quédate a dormir, yo sé que tienes a tu mami enferma ,pero quédate hoy.
-Si, mi mamá está con una de las enfermeras que mandó mi papá tranquilo.
-Voy a preparar algo de comer, tengo hambre. Ponte a ver tele, yo te aviso.

Orlando encendió el televisor y cogió su celular. Le escribió a Diego.
--¿Ya te cogiste a tu novia? ¿Qué tal te fue?—Verga que estúpido soy ¿Para qué le escribo eso?.
Diego respondió.
--Todo bien, vamos por el segundo, hablamos mañana. –Diego dejaba el celular entre sus piernas justo en el momento que estacionaba el carro ya de vuelta a su apartamento. Solo.

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