viernes, 14 de septiembre de 2018

Y SI ME ENAMORO. Capítulo 65

Mientras hacía ejercicios, su mente no dejaba de pensar y dar vueltas con todo lo que había pasado.
Yo de idiota guardándome para el carajo, sin tirar con nadie, ser correcto, no ser promiscuo ¿para qué? Para que igual te jodan como un guevón.  Me voy a acostar con quien sea  y cuando me de la gana, esté empatado o no, uno no sabe si también le están montando cachos.

Orlando terminó de hacer su rutina de pecho y se subió a la caminadora unos minutos. Frente a él un tipo lo miraba, ya en otra oportunidad se habían visto en el gimnasio pero esta vez estaban frente a frente.
El hombre se bajó de la escaladora tocándose la entrepierna mientras veía al chico, movió la cabeza para que lo siguiera al baño. Orlando detuvo la caminadora y lo siguió.

Los vestuarios estaban vacíos, el hombre estaba en una de las duchas, es había bajado el short hasta donde podía sacarse el pene, se lo tocaba. Orlando se acercó y se agachó para mamarlo.
Mientras el chico tenía el pene en la boca miraba al hombre que le pasaba la mano por la cabeza y la mejilla sonriendo. Orlando le acariciaba los testículos.
–Te quiero coger. Tengo condones.
Orlando seguía mamando viendo al hombre, de repente sus ojos se llenaron de lágrimas y se detuvo.
–¿Qué pasa? Sigue, lo mamas divino.
–No puedo, disculpa.
–Tranquilo, ¿tienes pareja?
–Tenía hasta hoy.
–Yo estoy casado, me llamo Eduardo.
–Orlando. Me voy a cambiar
–Podemos ir a mi casa, mi mujer no está, es aeromoza, estaremos más tranquilos.
–¿Quieres tirar donde te acuestas con tu esposa?
–Ella no va a llegar hasta mañana en la noche.
–No mi pana, tranquilo, me voy a cambiar
–Si quieres te cojo aquí. –Eduardo le metió la mano por el short hasta llegar a las nalgas, sus dedos buscaron el ano y comenzó a jugar. Orlando lo veía a los ojos.
–Yo encontré a mi novio tirando con su tío en la cama donde hacía unas horas dormimos juntos e hicimos el amor.

Eduardo sacó la mano. –Lo siento. –Se dio la vuelta y se fue a su locker, lo abrió y buscó su billetera. –Toma, aquí están mis números, si en algún momento quieres hacerlo, llama cuando quieras.
–Gracias. -Orlando se fue a su locker que estaba del otro lado, lo abrió y sacó su bolso. Arrugó la tarjeta y la lanzó al piso, se  sentó y se quedó viendo la tarjeta doblada en el piso. La recogió y con sus manos la alisó lo más que pudo y la guardó.

Terminó de cambiarse y salió del baño para irse. Antes de salir del lugar se sentó en un banco y sacó su celular. Se puso  a revisar la decenas de mensajes de Diego.

–<<Se que la cagué y no tengo justificación, pero es algo más fuerte que yo,  mi tío lo boté de la casa aquella vez pero cuando lo veo me siento bien con él, seguro, en confianza, siento que puedo ser libre y ser quien soy en realidad, pero también sé que no me conviene, es una persona manipuladora, mala y un chulo.
Descubrimos que nos robó en uno de los locales, a lo mejor esto no te interesa pero vamos a atraparlo y lo vamos a meter preso, es cuestión de días. Perdóname, vuelve conmigo, no me dejes. Contigo me siento bien, contigo he aprendido cosas, me has abierto los ojos en varios aspectos, no me dejes solo de nuevo. Escribe>>

–<<Ya aprendiste otra lección, la fidelidad, ser sincero, honesto, respetuoso. Ya para tu próxima relación no la cagarás. Chao>> -Se limpió los ojos y se fue.
En la entrada estaba Eduardo.

–¿Te doy la cola a tu casa?
Orlando lo pensó por unos instantes, detalló al hombre, era guapo y de buen cuerpo a pesar de sus 50 años.
–¿Estás claro que tú me doblas la edad?
–Si o más, tengo 50, ¿tú? 21, 23?
–21.
–Yo no me voy a empatar contigo, yo solo quiero sexo, estoy felizmente casado.
–Ya, no, claro, supongo, acepto la cola.

Montados en la camioneta, Orlando miraba por la ventana.
–Mamas el guevo muy bien, mejor que mi esposa, es que un hombre sabe como hacerlo, yo prefiero que me lo mamen a cogerme un culo, pero me gustan ambas cosas. Lástima que no quisiste.
Hubo un silencio de varios segundos. –¿Sigues enamorado de tu ex? Vuelve con él, ¿cuánto tiempo tienen juntos? ¿Un año, dos?
–Tres meses.
–Coño ¿y ya te montó cachos? Algo falla ahí.
–Es una historia muy larga.
–Ya si, me dijiste que estaba con su tio…que fuerte eso.
–No quiero hablar de eso por favor.
–Tengo dos ferreterías en Caracas y Los Teques, mi esposa es aeromoza y no tenemos hijos, ella tiene 30 años.
–Seguro que se acuesta con otros tipos. –Orlando volteó a verlo y se disculpó por el comentario.
–Tranquilo, puede que tengas razón, a lo mejor no, pero no soy quién para juzgarla cuando yo estoy haciendo justamente eso y con hombres. ¿Vives con tus padres?
–Con mi mamá, está enferma. Ellos se divorciaron hace años.
–Estás a tiempo para venirte a mi casa y pasar la noche juntos.
–¿No te da remordimiento o vergüenza tirar con alguien en la cama donde duermes con tu mujer?
–Lo hacemos en la sala o en el cuarto de servicio.
–Orlando se rio con un tono de molestia y volvió a ver por la ventana. –Cruza a la derecha y luego del semáforo otra vez a la derecha.

–Gracias por la cola.
–De nada y disculpa lo malo, no quise hacerte sentir mal.
–Descuida, ve con cuidado.

Orlando entró a la habitación de su mamá y le dio un beso en la frente, ya dormía. Se fue a su cuarto y se tumbó en la cama, estuvo mirando al techo varios minutos y luego abrió su bolso y sacó su billetera. Buscó la tarjeta del hombre y tomó su celular.

–<Aló>
–<Hola,  soy Orlando, el del gimnasio>
–<Hola Chamo, ¿pasó algo?>
–<No, todo bien, ¿me puedes buscar?
–<Coño….estoy entrando al estacionamiento, déjame subir al apartamento, busco unas cosas y te busco, dame 20 minutos>

Orlando le preparó las cosas del desayuno a su madre y las pastillas para cuando llegara la enfermera, le dejó una nota, buscó un interior, una franela y las cosas de la universidad. Bajó a planta baja.

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