–Bienvenido.
Teodoro entró al apartamento y sintió que
ya había estado ahí, pero recordó que el otro apartamento que tiene está
decorado igual, salvo la distribución todo es prácticamente parecido.
–Ponte cómodo, estás en tu casa, coge lo
que quieras de la nevera, sabiendo como eres te ofrezco cerveza, vino o la
bebida que quieras, voy a cocinar.
François se quitó la camisa y se puso un
delantal.
–Aquí me voy a quedar unas semanas como te
dije voy a verme con mi hija en Nueva York y luego a mi país, necesito
encargarme de los negocios. ¿Tú cuánto tiempo te vas a quedar?
François volteó y vio al chico de pie
totalmente desnudo.
–Lo necesario para que tú y yo estemos en
una cama y repitamos varias veces.
François se sonrió y se volteó a seguir
picando unas verduras.
–Ponte el interior, mira que los ventanales
son grandes y los vecinos muy curiosos.
Teodoro puso cara de frustración y le hizo
un gesto con el puño a François mientras estaba de espalda.
–¿Vas a tomar algo? Te dije que buscaras en
la nevera.
–¿Te puedo preguntar algo?
François se sonrió sabiendo lo que iba a
preguntar. –Claro, lo que quieras.
–¿Cuándo coño me vas a coger? Es la segunda
vez que me dejas prensa’o.
–¿Te gusta el salmón?
–No he comido esa vaina nunca.
–Te lo preparo y comemos eso, te va a
gustar.
–¿No me piensas responder?
François picaba unas alcaparras, Teodoro se
le acercó, lo tomó del hombro y lo volteó.
–¿No piensas decir nada?
–Mosca que tengo un cuchillo en la mano.
¿qué quieres que te diga chamín?
–Coño marico, ¿cuándo me vas a coger? Hay
que jalarte bolas.
François dejó el cuchillo sobre la tabla y
se volteó tomando al muchacho por el brazo y llevándolo a la sala.
–A ver, ¿Cuándo te dije yo que te iba a
coger o que me iba a acostar contigo?
–Bueno… no me dijiste…pero verga me invitas
a tu casa y que a cocinarme y tal, esa vaina es que quieres tema marico, no me
jodas.
–Desde que llegué me puse a picar unas
cosas y saqué el salmón, si hubiese querido cogerte te quito la ropa apenas
entras y te cojo en el sofá.
–Que tostón mi pana, yo tengo ganas de
tirar y tú vacilándome y poniéndome quesúo.
–Hey hey hey carajito, ya va, yo no te
estoy vacilando, te invité a mi casa para comer juntos y conversar, si no
quieres te vistes y te vas, no hay ningún problema.
Teodoro se levantó, una media erección se
notaba dentro del interior blanco que François no le quitaba la mirada.
–Bueno, no, no me voy a ir…es que…coño…yo
pensé que tú…querías y bueno…
François se levantó del sofá y vio al
muchacho a los ojos, pasó su mano por detrás de la nuca del chico y lo trajo
hacia él para darle un beso en la boca. Su lengua recorriá la boca de Teodoro
que se le erizaba la piel, su cuerpo temblaba, estaba nervioso. Abrazó a
François para responder el beso.
Se separaron apenas centímetros.
–Te lo dije aquella vez en mi apartamento,
deja el desespero, tranquílizate, toma el sexo responsablemente, no te
desboques. Yo quiero hacerlo contigo pero mientras seas menor de edad no va
suceder. –Le tocó el pene al chico. –Hazte la paja o dúchate con agua fría que
aquí es bien helada, eso te va a calmar. Yo sigo cocinando y te espero aquí
para tomarnos unas cervezas juntos.
Teodoro se fue a la habitación y se lanzó
en la cama, se quitó el interior y comenzó a masturbarse.
François escuchaba como el chico emitía
sonidos y gemía antes de acabar, se sonreía.
Teodoro se detuvo y tres chorros brincaron
sobre él cayendo en su pecho y cara. Su respiración agitada y su cuerpo aún
tenso por el orgasmo, lo mantuvo unos segundos quieto en la cama.
François se acercó a la habitación y vio al
muchacho con los ojos cerrados tumbado en la cama.
–¿Todo bien?
–Si, te perdiste de una buena acabada,
imagínte si acabo mientras me coges.
–Ahí tienes toallas, disfruta la ducha.
–Coño
¿este viejo me va a tener así siempre? Me pone quesúo, me lo para, me da un
beso, carajo el tipo besa divino, pero coño no me quiere coger y tiene pinta
que tira bien, este debe ser un animal en la cama, pero quiero tiraaar coñoooo
Salió de la ducha y se secaba con una
enorme toalla suave y gruesa. –Este tipo
se da la gran vida, mira esta toalla, ni mi papá con el dinero que gana se
compra estas vainas, me lo voy a comprar para llevarme
–¿Que tal la ducha?
–Rica, mejor si estuvieras conmigo.
–Busca dos cervezas y me abres la mía por
favor.
Teodoro seguía desnudo, fue a la nevera y
ahí de piebajó su espalda dejando su culo abierto para que François lo viera,
algo que hizo y levantó las cejas.
–Esas, agarra esa marca para mi, si quieres
tú también toma esa.
Teodoro seguía molesto por la indiferencia
del hombre hacia él.
–De pana teu debes haber tirado que jode en
tu vida como para que ahora no quieras tener sexo conmigo, no joda un carajito
de casi 16 años, joven, con ganas de sexo todo el día, con energía, aguantador
y tú como si hablaras con un árbol.
–De pana que sí carajito, tiré hasta con
las piedras, tiré como loco, casi que a diario, pero no por eso no tengo ganas
de tirar ahora, lo que pasa es que ahora me tomo el tiempo para acostarme con
quien yo quiero y me aporte algo.
–No joda estoy jodido entonces. Yo te
aporto juventud.
François se rió y siguió con la comida. –Ve
sacando los platos aguantador y busca una botella de vino si quieres, si no,
hay refrescos, yo si quiero una botella, la escoges tú.
Mientras comían Teodoro le contaba lo poco
que había hecho por Madrid, igualmente François le comentó sus planes para los
próximos días.
–¿Y cómo vas con lo del vih?
–Aaaaaah ya entendí todo. No quieres tirar
conmigo porque tengo vih.
–Teodoro, ¿tengo yo cara o actitud de no
hacerlo porque tienes vih? Otras cosas más importantes me detienen para no
tener sexo contigo o con otras personas. Cuéntame.
Teodoro, le cambió el gesto y se puso
serio, no comprendía a François, lo desconcertaba.
–Estoy tomando un tratamiento de choque,
algo así me dijo el médico a ver si con eso
fulminanos el virus porque es como que estaba recién en mi cuerpo, no
sé, el caso es que estoy tomando las pepas por un mes y luego me hago
nuevamente los exámenes.
–Ah que bien, coño carajito, mosca con eso,
mantente alerta y chequeándote, eres muy joven para ya tener eso.
–Estas preocupado por mi, algo es algo. Yo
no estoy preocupado, no le tengo miedo a la muerte, si me muero por esto habré
disfrutado, pero se que aún me falta muuucho para que eso suceda así que disfrutaré
la vida.
–Cuanto daño te ha hecho tu mamá, cuantos
besos, abrazos y cariños dejaron de darte para que hables así, cuanto amor
dejaron de darte.
Teodoro se levantó de la mesa y se fue a la
ventana de la sala, miró hacia al frente y cerró el puño con fuerza, extendió
la mano y tumbó un jarrón gris que había en una mesa baja en el rincón.
François dio un brinco en la silla y levantó las cejas, se puso de pie.
Teodoro lloraba sin emitir ningun sonido,
solo corrían las lágrimas. François se acercó a él por detrás y lo abrazó,
apoyo su cabeza en el hombro del chico y le secó las lágrimas.
–Hermosa vista ¿verdad? Madrid tiene algo
particular, siempre hay algo nuevo que descubrir.
Teodoro suspiró.
–Tranquilo, ¿ya te sientes mejor? –El chico
afirmó con la cabeza sin apartar la mirada del horizonte.
–Yo estoy aquí, de mi parte vas a recibir
cariño, amor, un abrazo cuando lo necesites. No estás solo chamín.
–Desde que tenía 10 años veía a las parejas
en la calle o matrimonios amigos de Ricardo y Rebeca, besándose, agarrados de
manos y me resultaba repugnante y sin sentido. Hoy siento que esas cosas me
hacen falta y no lo digo de una pareja.
No me lo he planteado, pero tú debes ser
excelente de novio.
–¿En serio? yo estoy muy viejo para ti, van
a decir que soy tu abuelo. Cuando tengas 25 años, yo tendré 65 imagínate.
–Pensé que esas cosas no te interesaban.
–Ambos seguían viendo al frente.
–Te estoy echando broma. Vuelvo a
repetrirte, da pasos para luego correr, todo llega si es que se va a dar. Ahora
hablas desde la rabia, desde la ausencia y buscas desesperadamente aferrarte a
alguien o a algo, así que deja fluir, saca toda esa rabia, esa arrechera, ese
odio que tienes aquí. -Le dio con la mano en el corazón. –Eres un niño para
llevar tanto odio en ese cuerpito.
–Cuerpito pero tengo un guevote que no
quieres disfrutar.
François volvió a reirse. –¿Puedes quedarte
esta noche conmigo? Mañana te llevo a descubrir la ciudad y cuando caiga la
noche te llevo a Chueca.
–Claro que me puedo quedar, le digo a Ana y
listo y si le digo que estoy contigo mejor, ella te conoce.
–Vamos a dormir desnudos pero no quiere
decir que hagamos algo.
–Marico eres un hijo de puta, ¿me vas a
poner a dormir contigo en pelotas y no puedo hacer nada?.
–Así es.
–Pégame un tiro marico, no quiero sufrir
más.
–Que dramático, ya lloraste a gusto. Vamos
a comer un postre en la calle, vístete.
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