–Los
declaro marido y mujer, puede besar a la novia.
Ricardo
voltea hacia la gente, la iglesia estaba llena, no cabía más nadie, se sonrie y
ve a Ana.
–Por fin
eres mía, por fin nos casamos. –La besa tomándola por la nuca y dándole un
apasionado beso que desató los aplausos y silbidos de toda la iglesia, el cura
bajó la mirada al ver como Ricardo le metía la lengua en la boca.
Caminaron
por el pasillo saludando a los invitados y familiares. Antes de dar los dos
últimos pasos para salir de la iglesia, una mujer detiene sus pasos y saca un
arma.
–Tú
pensabas que te ibas a casar con mi marido sin que hubiesen consecuencias.
–Rebeca
baja el arma. Le decía Ricardo.
–¡Puta!
–Nueve balas impactaron el cuerpo de Ana, su vestido blanco hueso se tiñó en
segundos de un rojo oscuro antes de caer al suelo, la gente gritaba mientras se
tiraban al piso y Ricardo se agachaba viendo como su esposa cerraba los ojos lentamente.
Abrió los
ojos, y, agitada se sentó en la cama, su frente estaba bañada en sudor, volteó
y Ricardo roncaba sin enterarse de nada. Se calmó y bajó a tomar agua.
Enciende
la luz de la cocina y en el mesón ve el jarrón dorado acostado con las cenizas
derramadas, su cuerpo tiembla a la vez que apaga la luz y cierra los ojos para
volver a encenderla. No había nada.
Toma el
agua y se va de nuevo a la habitación. No vuelve a conciliar el sueño.
A la
mañana siguiente aún sin salir el sol, Ricardo y Ana están en la cocina tomando
café. Ricardo al lado de ella ve el periódico mientras su mano está en la
entrepierna de Ana y sus dedos jugando con su vulva y clítoris. Ana lo
interrumpe y le cuenta lo que pasó en la pesadilla.
–Tenemos
que hacer algo, me estoy volviendo loca.
–¿Nueve
tiros? Coño…¿será que hay que hacerle el novenario? No hicimos nada de eso y el
espíritu queda vagando por la casa, eso dicen.
–Ricardo,
yo no sé como tú estás tan tranquilo. -Bajó la voz –Tú la mataste, la golpeaste
y la mataste y vas por la vida feliz y yo estoy pagando las consecuencias de
tus actos.
–Deja de
estar viendo la semana de terror por cable. Sí, la maté, esa mujer se lo
merecía por zorra. –Le recorrió un escalofrío por la espalda y no habló más.
–¿Qué
pasó? Te quedaste callado.
–Nada,
vamos a acomodarnos, tenemos que ir a la Gobernación hoy es lo de la
licitación, mi primera licitación. Nos va a quedar una buena tajada. Ya tengo
pensado en que invertir esa vaina.
–Ten
cuidado con eso.
–Tranquila,
¿ha pasado algo desde que estoy en política? No, hemos comprado inmuebles y
todo ha salido muy bien.
–Nada es
infalible.
–Deja las
malas vibras, por eso es que te pasa lo que te pasa.
–¿Vas a
hacer el novenario?
–Coño
siii, le diré a mi secretaria que haga eso, yo no estoy para encargarme de
guevonadas de esas.
Teodoro
buscaba a su amigo Lucas por el colegio en su camioneta. Lucas estaba
impresionado.
–De aquí
a que mi papá me regale una bicha de estas no joda…me la compraré yo.
–Yo te la
presto, le pido otra a mi papá.
–Tú estás
loco.
Teodoro
se rió y luego le pidió el número de teléfono de Renata a Lucas, el chico no
entendía pero se puso a buscar el contacto para enviárselo.
–¿Vas a
llamar a tu hermana? ¿para qué? ¿le vas a contar la verdad, que eres su
hermano?
–No vale,
algo mejor, me la voy a coger. –Teodoro frenó el carro para estacionarse y
llamarla.
–¿Tú te
volviste loco? ¡Es tu hermana! Eso es…¿Cómo es que se le llama a eso?
–Incesto
papá. Si, ¿cuál es el peo? ¿Dios me va a castgar? ¿Más? Ya me mandó a la peor
madre de la vida, ¿qué más castigo que ese?.
–¿Y tú
que ganas con eso? Ajá te la coges ¿Y?
–Nada, me
la cojo y le digo que soy su hermano, Catire se entera, quiere caerme a
coñazos, busca a mi papá se arma el peo. El hijo del gobernador se coge a la
hermana perdida de Rebeca.
–A ti
estás cosas te divierten ¿verdad?
–Que
jode, me da morbo ver como la gente se exalta y se arrecha y Ricardo vuelto
loco tratando de que nadie se entere de los peos que pasan en su familia.
–¿No te
das cuenta que con eso le haces daño a gente que no tienen que ver con tu peo?
Tu padrino es el que tiene que sacarle las patas del barro a tu papá.
Teodoro vio a Lucas a los ojos y se los volteó
poniendo cara de fastidio, le hizo un gesto con el dedo para que se callara.
Llamaba a Renata.
–<Aló>
–<Hola
Renata, ¿cómo estás? Es Teodoro>
–<¿Teodoro?
No se, ni idea>
–<Tienes
Skype o video chat de facebook? y nos vemos. Este es mi usuario>
Se
conectaron por Skype.
–Aaaaah
eres tú el hijito del Gobernador.
–Jajajaja
soy el hijo, el hijito se fue hace tiempo.
–¿Ah si?
Yo te veo como un chamito.
–Tengo la
misma edad que tú.
–Por eso,
un chamito.
–un
chamito bien armado
Lucas
estaba al lado moviendo la cabeza desaprovando esa situación.
–Eso
habrá que verlo.
–Por eso
te estoy llamando, el viernes voy a hacer una fiesta en uno de los restaurantes
de mi papá y quiero que vayas.
–¿La
fiesta es para mostrarme tu armamento? Qué básico.
–No mi
amor, para inivitarte a celebrar mi regreso al país, mis 16 años, beber, fumar,
bailar y lo que salga.
–Me gusta
las fiestas y si son gratis y del hijo del Gobernador deben ser buenas, tu papá
tiene dinero.
–Si que
jode, va a haber caña que jode por eso no te preocupes. ¿Tienes que pedirle
permiso a Catire?
–Si…espero
que me deje ir, le voy a tener que decir que es la fiesta de una amiga, le digo
que es tuya y me encierra en el castillo por años jajajaja
–Jajajaja
gafa, si quieres lo llamo y le pido permiso.
–¿Estás
loco? Peor, me saca del país.
–Bueno,
te veo el viernes nueve de la noche.
–¿De
verdad te la vas a coger?
–Hasta
que la cabeza del guevo se me ampolle.
–Te vas a
meter en un peo Teo.
–Ay Lucas
deja el fastidio, no te me pongas correcto, espero que vayas y no arrugues.
–Voy a
ver que el digo a mi papá.
–Quédate
conmigo en mi casa el viernes y le decimos que estarás ahí el fin de semana yo
le digo a Ricardo que lo llame y le diga eso. ¿Tú vas a hacer algo ahora?
–Mmmm
bueno, no, tengo que terminar un trabajo pero luego lo hago.
–Acompáñame
a casa de la esposa de Julio.
–¿Para
qué?
–Para
abrirle los ojos a esa pobre mujer.
–¿Ahora
que vas a hacer?
–Sacar a
esa mujer de su ignorancia conyugal.
–Marico,
¿no le irás a decir que su esposo es gay?
–A veces
pienso que eres brujo marico, adivinas todo.
–Pendejo,
yo no voy a acompañarte a eso.
–Te dejo
aquí y te vas a tu casa.
Lucas se
le quedó viendo. –Te acompaño.
–Mientras
vamos para allá, ve mamándome el guevo mientras manejo.
–¿Qué?
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