–Yo te dije que no te metieras con Ricardo
pero no hiciste caso, eres una maldita perra. –La agarró por el cuello
apretando con fuerza hasta dejarala casi sin aire. –¡Vas a morir!
Ana se levanta sobresaltada, griatndo y enciende
la luz de la mesita de noche.
Ricardo se da la vuelta a ver que pasaba.
–¿Qué tienes?
–¡Mira esto! –Ricardo se quedó impresionado,
la sábana del lado de Ana y sus brazos estaban llenos de ceniza
–¿Pero qué hiciste? ¿Tú no y que habías
botado las cenizas?
–¡Lo hice Ricardo, lo hice! ¡Alguien quiere volverme loca!
–Coño ¿qué son esos gritos?
–TEO TE HE DICHO QUE NO ENTRES A MI CUARTO
SIN TOCAR LA PUERTA.
–Bueno si escucho un grito entro de una, no
voy a tocar la puerta, no creo que tus orgasmos los manifiestes con gritos.
–¡TEO!
–Coño…¿qué haces con las cenizas encima?
Teodoro se acecó y tocó la sábana. –¿No
habías botado las cenizas pal coño? O te las quedaste pa ti, enferma jajaja
–¡Teodoro esos no son juegos! Algo está
pasando.
–La tipita hasta muerta jode, haz algo papá
tenemos el espíritu de Rebeca rondando la casa.
–Sal de aquí Teo, nos vemos abajo en un
rato, tengo que hablar contigo.
–¿No me vas a echar la charla de nuevo?
–Sal y me esperas abajo. Pide que preparen
el desayuno.
Una hora después Ana y Ricardo bajaban ya
listos para salir a la Gobernación pero primero iba a hablar con su hijo.
–Toma, te estoy dando esto para que asumas
una responsabilidad seria, adulta, pienses con la cabeza. Mientras estés dentro
del estado no te van a molestar las autoridades así que tranquilo, pero igual
se responsable carajito.
–Coño papá gracias ¿Me compraste el mismo
carro?
–Ve a verlo.
Teodoro salió al estacionamiento.
–Como alcahueteas a ese niño, vas y le
compras otro carro.
–Que aproveche que su papá tiene dinero,
cuando muera no sé que pasará con él así que disfrute ahora.
–Tu verás…Ricardo, sigo pensando en lo de
las cenizas…estoy asustada, ¿cómo llegó eso ahí?
–A lo mejor no es ceniza, es polvo.
–¿Polvo? ¿De dónde? Tengo miedo.
–Deja la paranoia, Rebeca está muerta.
–Maaarico, Ricardo se pasó, está brutal
esta vaina, una camioneta.
–Ricardo no, soy tu papá.
Teodoro se volteó a verlo. –Sabes que no
eres mi papá, pero igual te quiero y te seguiré tratando como si lo fueras.
Ricardo se le hizo un nudo en la garganta
aunque le molestó el comentario inicial de su hijo. –La camioneta es blindada
pero igual ten cuidado, vas a llevar escolta quieras o no.
–Papá te quería comentar algo.
–¿Más? Coño campeón, no me irás a pedir más
vainas. Que no sea un apartamento.
–Más adelante, no pretenderás que viva con
ustedes toda la vida. Voy a usar el restaurante Brisa, voy a hacer una rumba
con mis amigos celebrando mi regreso.
–¿Tu regreso? Pero si te fuiste tres meses,
voy a cerrar el restaurante para que te embochinches con tus amigos. No, házlo
en otro lado, no te voy a dar el local para que me lo vuelvan mierda.
–Ya va papá no te estoy pidiendo permiso,
te estoy notificando.
Ana vio a Ricardo y se sonrió, con la
mirada le ratificó lo que le había comentado hace unos instantes.
–Esta bien, voy a dar la orden para que
preparen el restaurante, supongo que querrás comida y refrescos.
Teodoro comenzó a reirse. –Ricardo, ¿de
verdad me vas a poner refrescos para mi y mis panas? Papá, ron, vodka, ginebra
y unas botellas de vino, la más chimba no importa.
Ricardo se restregó los ojos con las manos
y suspiró. –Está bien, pero del restaurante no salgan, si es de quedarse a
dormir lo hacen ahí, no salgan borrachos del local.
–Papá, me acabas de decir que no tengo
problemas con la policía y ahora me dices que no puedo salir del restaurante.
–Teodoro soy el gobernador, ¿te imaginas
que te vean saliendo de mi restaurante y la gente comience a hablar? Me vuelves
a hundir.
–Esta bien, esta bien, les diré que se vengan
preparados para quedarse ahí. Cajas, papá, cajas de ron, vodka y vino, porque nos
vamos a quedar… ¿tienes cornetas para poner música
–Si Teo, tengo, yo llamo y cuadro eso.
–Si hablas con mi padrino yo me entiendo
con él y acomodamos todo eso.
–Bueno yo me voy, habla con tu padrino y
cuadras, yo lo llamo de todas maneras.
–Papá ese día me quito la virginidad con
una mujer, me la cojo en el restaurante.
Las muchachas de servicios se reían en voz
baja. –TEO POR FAVOR ¿QUE MANERA DE HABLAR ES ESA? -Le dijo Ana
–Déjalo Ana, ya es un hombre, ya tiene que
mojar la paloma, cójase a esa chama, usa el restuarante campeón, luego la
presentas, la traes a la casa para conocerla.
–Qué lindo, luego de acostarse con ella mostrarla como trofeo, ¿te
parece bonito eso?
–Bueno, yo creo que ella si que no es
virgen, ya es corrida.
–Yo me voy no puedo seguir escuchando a
estos dos trogloditas machistas.
Teodoro fue a buscar a Julio para que lo
acompañara con la camioneta. El chofer estaba impresionado del regalo que le
hizo Ricardo a su hijo, no podía creerlo.
–¡Que bolas! Tu papá se volvió loco, ¿cómo
te regala una camioneta, tienes 16 años y esta ciudad es peligrosa.
–Está blindada marico y llevo escoltas ¿no
los ves atrás?
–De todas maneras chamo, ten cuidado.
–Quiero cogerte, ¿por qué no me mamas el
guevo?
–De eso quería hablarte, chamo lo de la
otra vez no quiero que se repita, mi esposa estaba medio rara, se olió algo.
–Se olió que tiene un marido que le gustan
los hombres, eso es lo que olió. Anda mámalo. –Teodoro se sacó el pene mientras
sostenía con la otra mano el volante.
–Mira, ya lo tengo duro.
–No chamo, deja la vaina, a mi no me gusta
esas cosas.
Teodoro se metió en una calle ciega y frenó
el carro.
–Mámalo, te va a gustar
Julio miró a Teodoro y luego se agachó para
comenzar a mamarlo, lo tomó con su mano y se lo metió en la boca. Teodoro echó
el asiento hacia atrás para que el otro estuviera más cómodo.
Sacó su celular y comenzó a grabar a Julio
mientras le mamaba el pene pero este lo vio y se detuvo.
–No, chamo, deja la vaina, eso no lo vas a
hacer.
–Relájate que eso es solo para mi consumo,
cuando esté quesúo veo el video.
–No, no, no. la pinga.
–Tranquiiilo, ponte.
Teodoro siguió grabando. –No te estoy
grabando la cara completa. –Mintió.
–Sigue que ya voy a acabar, ¿quieres la
leche?
–No, esa mierda no la he probado.
–Pruébala.
Teodoro estaba a punto. –Ya viene. –Julio
se retiró y salieron los chorros de semen que caían sobre el pantalón del
muchacho.
Tomó semen con sus dedos y se lo puso en
los labios a Julio.
–¡Coño! Deja la vaina vale! Que cochinada.
Verga no me acordaba de los escoltas, se deben imaginar lo que pasa.
–Tranquilo, voy a hablar con ellos.
–NO, NO, NO NOOOO, deja la vaina coño Teo,
Teoooo. –Se bajó.
–Epa, ¿qué más?
–Chamo ¿qué hacemos aquí?
–Julio me estaba explicando unas vaina de
los cambios y me detuve para entender mejor.
–Pero manejas bien.
–Si yo sé, mira, pásame la dirección de
Julio de su casa porfa por WhatsApp.
–¿Para qué?
–Tú obedece y punto, no preguntes, ya nos
vamos.
–Este carajito de mierda, provoca caerle a
coñazos, pero nos pagan muy bien para cuidarlo.
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