Teodoro
se había sacado el pene por el cierre del pantalón para que su amigo hiciera el
resto.
Lucas
dejaba caer saliva en el glande para luego introducirse el pene en la boca y
mover la lengua.
–Marico
como has aprendido a mamar, lo haces muy bien. -Teodoro le empujaba la cabeza
para que se lo tragara todo pero el muchacho se ahogaba y se detenía subiendo
la cabeza.
–Ya va
coño, me vas a hacer vomitar.
–Te falta
aprender eso, relaja la garganta y respira e inclínate un poco para que el
guevo se deslice por tu garganta.
–Eso te
lo dejo a ti que vas mamando guevo todo los días.
–Ah, ya
sigue.
Lucas se
lo metía mientras lo masturbaba, pasaba su lengua desde la base hasta el
frenillo y volvía a metérselo. –No me vayas a acabar en la boca, mira que tu
tienes… -Teodoro lo empujó para que le entrara todo nuevamente.
–Confía
en mi marico, no te levantes que está la policía.
Lucas se puso
nervioso y quiso levantarse pero Teodoro no lo dejó empujando su cabeza
haciendo presión. El pene de su amigo atravesó su garganta, Lucas sorprendido
sintió una agradable sensación y se quedó quieto.
–Ya
pasamos la alcabala, ahora siente esto. –Comenzó a eyacular y Lucas tragaba, su
piel se erizó, los vellos de los brazos se levantarón y un escalofrío recorrió
su cuerpo. Su pene lubricó más de la cuenta mojando su pantalón. Se levantó.
Lucas se
limpió la boca con el dorso de su mano viendo a su amigo.
–Marico
te gustó esa mamada y la acabada, tienes una cara de sucio, me encanta.
Llegamos. ¿Vas a entrar conmigo o te quedas con los escoltas?
–Yo me
quedo aquí, no voy a participar en eso, jodiendo una relación así de gratis.
–Es
preferible joderla ahora y no cuando tengan otro bebé, pasen 20 años y salga
del closet.
–Haz lo
que te de la gana, pero sabes que no estoy de acuerdo.
Teodoro
entra al Bloque 3 de la urbanización, al caminar por el pasillo ve una persona
acercarse, viene a contraluz y no sabe quien es.
–¿Teodoro?
El chico
se deteiene y pone su mano bajo sobre los ojos para aplacar el reflejo del sol.
–¿François?
¿qué haces aquí?
–Viene a
visitar a un pariente que está enfermo, ¿y tú? Eso si está raro…
Teodoro
se puso nervioso y se rascó la cabeza.
–Vine a
traerle algo a la esposa del chofer de mi casa.
–¿Algo?
¿qué será? No veo que traigas nada.
–Bueno, a
mostrarle algo en el celular…
François lo vio con cara de incredulidad y se
sonrió
–¿Y no
puedes enviarlos por WhatsApp, tienes que venir para acá, o se lo envías a su
esposo?
–Es que
es para ella.
François
pasó su mano por la nuca del chico y lo acercó a su cara, con su boca a
centímetros de la de él.
–Debe ser
algo muy malo para que tu vengas hasta acá que es peligroso. No te pongas
nervioso, no tiembles, no te voy a hacer nada.
Teodoro
se apartó de François, buscó el video y le dio el celular.
–Vaya…¿Tu
le ibas a mostrar esto a su esposa? Supongo que es tu chofer que te está
mamando el guevo a ti. –François borró el video.
–¿Quién
eres tú para decidir sobre las personas carajito, con qué derecho vienes tú a
sacar del clóset a este hombre? ¿Es tu amante? ¿te quieres vengar? ¿odias a la
esposa?
–Ella
está engañada, quiero abrirle los ojos
–¿Pero
quién eres tú para darte a la tarea de eso? Deja que la gente decida que hacer
con su vida, vas a joder a una familia porque te da la gana, simplemente. ¿Por
qué quieres volcar toda esa rabia que tienes dentro hacia otras personas?
Piensa Teodoro, piensa antes de actuar
–Me
borraste el video.
–Si, eso
no lo vas a hacer, no tienes derecho a hacer eso.
–Me
parece terrible que él siendo marico engañe a la tipa.
–¿Tú
quieres seguir tirando con tu chofer? Pues con esto va a ocurrir lo contrario.
–Tú no
tienes derecho a meterte en mis cosas.
François
le dio una cachetada que casi tumba al chico al suelo.
Teodoro
se puso la mano en la mejilla y vio con odio a François pero a la vez sentia un
respeto y miedo que nunca había sentido. El hombre lo haló y lo abrazó.
–Disculpa,
no debí pegarte, perdón, perdón chamín. Por favor no destruyas una familia, no
lo hagas, vete a tu casa y si quieres ayudar, habla con el chofer, pero no
hagas eso.
François
le entregó el celular.
–¿Quién
coño eres tú? ¿De dónde saliste? ¿Por qué te me apareciste en mi vida? ¡Tengo
una arrechera en esto momentos, que quiero golpearte!
–Ve a tu
casa Teo, nos vemos otro día.
Ambos
salieron del edificio. El hombe vio la camioneta de Teodoro y volvió a
sonreirse.
–Te
dieron una camioneta ahora, ya te voy entendiendo, ya sé de donde sale esa actitud.
–¿Te
gusta?
–Claro
que me gusta, pero no se trata de eso. Aprende a ganarte las cosas Teo, no
porque tengas dinero tienes que tener todo fácil.
–¡Vete
pal coño François! Me tienes arrecho.
–Nos
vemos pronto.
–¡Un
coño! No te quiero ver mamaguevo. –El chico aceleró dejando atrás a los
escoltas.
–Mi amor,
aquí está lo de los novenarios que me cuadró mi secretaria, esta es la iglesia,
esta cerquita de aquí.
–No la
conozco, me acerco, hablo con el cura y le pago de una vez, ¿te parece?.
–Bueno,
si, resuelve tú que yo no quiero saber nada.
Ana se
acercó donde estaba la iglesia, no había nadie, mientras se acercaba a la
puerta por un costado aparecía el cura.
–Buenos
días Padre, ¿cómo estás?
–Buenos
días hija, Dios la bendiga, ¿en qué puedo ayudarla?
–Padre
llamaron esta mañana para cuadrar un novenario para estas fechas, la señora
Rebeca Montenegro.
–Ah si
sí, me informó mi asistente, vamos a entrar para verificar unas cosas y para la
contribución. –Ana se sonrió y levantó los ojos moviendo la cabeza.
Al entrar
a la iglesia, Ana la vio, era grande con un techo altísimo, se le erizó al
piel.
–Esta
iglesia no la conocia pero ahora que la veo la recuerdo pero…no he venido nunca
aquí…
–Hija mia
a lo mejor cuando niña, mire vamos a pasar por aquí…
Ana comenzó
a recordar y a su mente llegaron
imágenes de su última pesadilla.
Era la
misma iglesia del sueño, donde se casaba con Ricardo y Rebeca.
El cura
seguía hablando y Ana comenzó a ver luces blancas hasta que su cuerpo se
desvaneció cayendo al suelo.
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