–Tú pensaste que viviendo aquí en mi casa
te ibas a quedar con mi marido, pues déjame decirte que no zorra, tú estás aquí
de arrimada y como sigas insistiendo en quedarte con Ricardo te mato.
–Yo estoy en esta casa trabajando y
apoyando a Ricardo en su candidatura.
–Y te metes en nuestra cama.
–Eso te lo estás imaginando tú.
–Tienes una mocosa con él, creo que voy a
empezar por matar a esa niña.
Rebeca arrastró por el cabello a la niña
por todo el piso hasta traerla donde estaba Ana.
–¿Quieres ver como le vuelo la cabeza de un
disparo?
–No te atreverás.
Rebeca accionó el arma. Ana se levantaba
sobresaltada de la cama sudando frío y con la respiración acelerada. Se levantó
y fue al baño, se lavó la cara y salió de nuevo hacia el cuarto.
Al voltear la mirada a la peinadora vio el
cofre donde reposan las cenizas de Rebeca. El corazón se le aceleró y encendió
la luz y ahí estaba, dorado y brillante. Salió corriendo de la habitación a
buscar a Ricardo a la suya.
–¡Ricardo despierta, despierta!,
¡¡¡despiertaaaaa!!!
–¿Qué pasa? ¿qué tienes?
–Tuve una pesadilla horrible, me desperté y
vi el cofre frente a la cama.
–¿Qué cofre? –Ricardo se levantaba tapándose
con la sábana, estaba desnudo.
–Coño Ricardo el cofre con las cenizas de
Rebeca.
–Bueno, lo trajimos para la casa ¿no?,
bueno yo no lo agarré, no sé quien lo agarró,
tampoco sé para que lo metes en tu cuarto.
–Noooo, yo lo agarré luego del showcito que
hizo tu hijo, pero antes de llegar a mi carro lo lancé por un barranco.
–¿Qué? ¿Tú estás chiflada?
–Ahora no me digas que quieres quedarte con
las cenizas de tu querida esposa y encima orinadas por tu hijo.
Ricardo se soltó la sábana para restregarse
la cara con las manos, quedando desnudo con su pene medio erecto.
–Tápate por favor.
–Como si no lo hubieses visto nunca, te lo
has mamado y metido, tenemos una hija.
–Rebeca mataba a nuestra hija en esa
pesadilla.
–Vamos a tu cuarto a ver el fulano cofre.
Entraron en la habitación y el cofre ya no
estaba en el sitio donde había dicho Ana.
–No hay nada.
–Aquí estaba Ricardo, yo lo vi, encendí la
luz y lo volví a ver.
–Tuviste una pesadilla y luego una visión,
vente vamos al cuarto y echamos un mañanero y se te quita eso.
–Nooo, Ricardo, déjame.
Un par de horas después, estaban en la
cocina desayunando Teodoro, Ricardo y Ana.
–Lo que hiciste ayer no estuvo mal Teo,
estuvo fatal, la cagaste pero grande.
–¿Qué, estás ofendido porque oriné las
cenizas de tu amada esposa?
–TEEEOOO. –Le dijo Ana.
–No Teo, soy el gobernador, ¿No te has
puesto a pensar en las consecuencias de tus actos? Casi me cuesta la
gobernación la gracia tuya de salir a manejar y borracho.
–Nadie me hizo caso papá, pero a ese carro
le aflojaron las tuercas ¿y sabes quién fue?
La puta de tu mujer, conseguí un zarcillo
donde estaba estacionado el carro, esa perra me quería matar.
Ricardo cerró los ojos y se restregó la
frente. Tomó un sorbo de café.
–Eso que dices es muy grave.
–¿Grave? Ya Rebeca murió, no puede pagar
por ese crímen. Murió demasiado light papá, yo la hubiese…
–TEEEEEOOOO cállate.
Las mujeres de servicio se miraban a la
cara sin entender nada.
–¿Cuándo me compras el carro?
–¿Cuándo vas a terminar el bachillerato?
Tienes tres meses sin ir al colegio.
–Cómprame el título, yo no voy a seguir
estudiando esa mierda.
–Te vas directo a la Universidad a estudiar.
–¿Qué te pasa Ricardo, yo no voy a seguir
estudiando, méteme en uno de tus locales o trabajo con mi padrino y me pagas un
sueldo.
–Vas a estudiar.
–NO VOY A ESTUDIAR UN COÑO. VOY A TRABAJAR
EN TUS NEGOCIOS. Necesito el carro, es en serio.
–Teo, ¿por qué no esperas a que cumplas 18
años y te dan el carro con licencia todo legal? Ya han pasado demasiadas cosas
para que sigas cometiendo más errores y tu papá pague las consecuencias.
–A ustedes lo que les importa es la
Gobernación, a mi que me parta un rayo. ¡Jódanse! Me compras mi carro y me
pones a trabajar en la empresa.
–NO TEO, NO VAS A TENER EL CARRO AHORA Y
VAS A LA UNIVERSIDAD.
–Ok, luego no te quejes que perdiste la
reeleción o te saquen en un referendum. –Teodoro se fue de la cocina.
–Este niño te va a traer problemas, ¿no
piensas ponerlo en cintura?
–Es mi hijo Ana, no de sangre pero es mi
hijo varón.
–¿Y solo por eso vas a permitir que haga
contigo lo que quiera?
–Ya me encargaré yo de eso. Llama al
concesionario.
–¡RICARDO!
Ricardo volteó a verla y con la mirada le
dio la orden para que llamara al concesionario y pidiera un carro.
Se acercó a la habitación y tocó la puerta,
no hubo respuesta, volvió a tocar y entró.
Llegó a la cama y vio a Julio que estaba
acompañado, corrió un poco la sábana y estaba con una mujer. Estaban desnudos.
–¡Julio! ¡JULIO!
El chofer despertó sobresaltado y su esposa
igual, se tapó con las sábanas y bajó la mirada.
–¿Qué coño es esto? ¿quién es esta tipa?
¿Estás metiendo a unas bichitas aquí para tirártelas?
–No, no, Teo, Teo, ya va, es mi mujer, le
dije que se quedara aquí, tenía días sin verla.
–¿Tu mujer? ¿sí? ¿Y tus chamos?.
–Con mi suegra.
–Ay que pena señor, voy a ducharme y me
voy. –La mujer se fue tapada con las sábanas dejando a Julio desnudo. Teodoro
se sonreía.
–Deja el cague, yo sé que es tu esposa,
tranquilo que no le diré a mi papá, pero vine por una cogida.
–No, no, no Teo, Teo, Teo ahí está mi
mujer.
–Deja el miedo, esto va a ser rápido.
–no, no ,no, no, vete, vete, vete.
Teodoro se tumbó en la cama y le tomó el
pene. Se lo introdujo en la boca.
–Yo te lo puedo parar con mi boca, pero colabora deja los
nervios. –Siguió mamando mientras Julio miraba hacia el baño.
Teodoro comenzó desvestirse.
–No, no, no hagas eso coño, va a salir.
–¿No oyes la ducha?, se está bañando, ven,
ponte el condón.
–No vale Teo por favor, nos van a ver, me
van a botar del trabajo y de mi casa por fa otro día.
–Yo quiero ahora, ven que te pongo el
condón, marico, mucho nervio y tienes esa verga tiesa. -Le puso el condón. Ya no
se escuchaba la ducha, Teo se montaba
sobre él pene.
La puerta del baño apenas se abrió.
–¿Sigue ahí el señor Teodoro?
–Sí, aquí sigo, espera en el baño un
momento.
Teodoro comenzó a moverse, la cama
chirriaba. Teodoro hacía gestos con su cara sin emitir sonido, Julio miraba la
puerta, sudaba copiosamente pero no dejaba de sujetar al muchacho.
Teodoro se levantó y recogió su ropa.
–¿Qué haces?
–Me voy, tu esposa está ahí adentro.
–¿Me vas a dejar así?
–Que termine tu esposa. YA PUEDE SALIR. –El
chico salió corriendo de ahí desnudo y Juilo intentando acomodarse pero salió
su esposa.
–¿Qué haces? ¿qué era ese ruido? ¿Qué haces
con un condón puesto?
–Ven móntate voy a cogerte.
–¿Estás loco? Y si viene alguien?
–Tranquila, coño móntate antes que se me
baje.
La esposa miró extrañada hacia la puerta y
vio a Julio que estaba sudando y nervioso. Se subió a la cama a disfrutar una
vez más de su marido.
Este capítulo ha sido de miedo verdaderamente. Estoy más que enganchado a leerte!
ResponderEliminarMuchísimas gracias!!!!
EliminarA ti, tienes un talento enorme. Gracias por hacernos disfrutar de una historia tan fuerte como entretenida.
EliminarJusto lo q pensé de Rebeca. Demasiado mala para morirse e irse a descansar así comí así, el auje sobrenatural m engancha aun más.. Ojalá y haya sorpresas..
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