lunes, 5 de marzo de 2018

Gran Estreno. INQUEBRANTABLE Temporada 8. Capítulo 1


–Bueno señor Gobernador, no se puede quejar hemos cerrado el negoción del año.



Ricardo a través de la Gobernación había hecho una licitación para la adquisición de 50 camiones recolectores de basura para cubrir todo el estado, de esa negociación le quedaría una buena parte de los camiones como del contrato para el manejo y recoleeción de desechos. Una importante suma de dinero que utilizaría para abrir más negocios. Celebraban los dueños de la empresa de camiones, Ricardo y un par de directores. Victor se había ido temprano pues tenía cosas que hacer.


Comieron y bebieron. Seguían bebiendo, en la mesa habían cinco botellas de whisky 18 años. Conversaban y reían. La reunión se prolongó varias horas después del almuerzo.



15 días antes



Los padrinos, las damas de honor y Victor trataban de auxiliar a los novios, aunque Ricardo, que estaba golpeado logró levantarse e intentó llamar a una ambulancia, ya Victor se encargaba de eso. Ana corrió con peor suerte, estaba tendida en el piso pero no la movían, solo le hablaban cuando recuperó la conciencia a los pocos segundos.



–¿Y Rebeca no era tu madre?

–Me parió, pero no era mi madre.

–Voy a entrar a ver que necesitan. -Roberto sorprendido con la respuesta y aún nervioso por lo sucedido, entró a la iglesia.

El cura observó la pared y luego bajó la mirada viendo hecho añicos el enorme Cristo. No podía creer lo que veía. Recordó el comentario que hizo Teodoro sobre el Cristo que estaba inclinado y luego lo de Rebeca que, según el chico, lo que ocurrió se debía a su madre que desde donde esté hizo que cayera la enorme escultura. Le recorrió un escalofrío.



–Padre, padre. Viene la policía científica y los bomberos para chequear lo que sucedió con la imagen no se vaya muy lejos. –Le dijo Victor viendo a Roberto con extrañeza por su cara.

–No, no…yo no me voy a mover de aquí.



A Ana ya se la llevaban en la ambulancia junto a Ricardo.

–¿Y tú tan tranquilo?, casi muere tu padre.

–Tienes el saco rasgado, te golpeó el Cristo.

–Yo creo, me duele pero nada de que preocuparse. ¿Te vienes conmigo o te vas a quedar aquí?

–Estás claro que esto lo hizo la puta de Rebeca jajaja, me caga esa jeva, desde el más allá sigue jodiendo.

–¿Qué estupideces dices? Vámonos.

–Yo vine en mi camioneta, yo me voy a la casa.

–Los escoltas se fueron con tu papá y Ana.

–Ajá ¿y qué pasa? Yo no voy a ir a la clínica, ve tu a ver como está el amooooor de tu vida tienes una cara de angustia, no se va a morir marico, ni siquiera Ana que salió más jodida.

–A veces me provoca matarte a coñazos.

–Lo que tienes es unas ganas de echarme una cogida…podemos hacer un trio ahora con el curita.



Victor se dio media vuelta y se fue de la iglesia. Teodoro se quedó parado en medio del desastre y se reía, bajó la mirada y vio dos dedos de la enorme imagen de Cristo. Los recogió del piso.

–Tremendos dedos, esto sirve como dildo. –Se los metió en el bolsillo, apenas le cabían.



––––––––



Los escoltas sacaban casi a rastras a Ricardo del restaurante, tuvieron que hacerlo por la parte trasera para que nadie lo viera en el estado de embriaguez que se encontraba.

Uno de los escoltas le tocó manejar el carro de Ricardo hasta la casa mientras los otros los escoltaban.



Llegaban a la casa de Ricardo. Mientras abrían la puerta Ricardo gritaba y cantaba aunque no se enetendía que canción era, los escoltas se reían, sosteniendo por los brazos a su jefe que pesaba más que de costumbre.

Abrieron la puerta de entrada, Ricardo seguía gritando para que lo soltaran, Ana, convaleciente en su habitación llamó a Teodoro para que bajara pero que viera primero a su hermana que siguiera dormida.



–¡Epa! ¿Qué le pasó a Ricardo?.

–Tu papá estaba celebrando con unos amigos y se pasó de tragos.

–¿Se pasó? Está borrado.

–Hijoooooooooo, campeón. Coñoetumadre ni siquiera eres mi hijo guevón pero te quiero que jode carajito. –Los escoltas se vieron a la cara.

Teodoro veía a su papá y se le quedó mirando algo que le llamó la atención.

–Tírenlo en el sofá, yo me ocupo.



Los escoltas hicieron eso cuando se voltearon uno de los escoltas se le marcaba las nalgas redondas y duras en el pantalón algo apretado.

–¿Ustedes no se quedarían aquí conmigo y echamos una tirada los tres?

Los escoltas se volvieron a ver la cara.

–Chamo anda a dormir, vamos a salir a buscar la moto que se quedó en el restaurante y regresamos.



–Teo estoooy borracho ¿y mi mujer?

–En su cuarto, está bien, pero no vas a subir, te quedas aquí. –El chico le quitaba los zapatos mientras le veía la entrepierna. –Se te marca un paquete Ricardo y eso que no lo tienes tan grande.

–¿Qué coño hablas guevón, mariquito? Déjame aquíííí, no me quites la ropa.

Ricardo volteó la cara y cerró los ojos, Teodoro le desabrochó el pantalón y forcejeando se lo bajó para luego jalarlo y quitárselo, lo dejó en interiores.

–Coño Ricardo tiene un cuerpazo, 50 años bien llevados. –Le levantó la camisa –Uf que barriga pelúa.

El interior blanco le marcaba el pene que lo tenía de lado. Teodoro se acercó y le bajó el interior sacándole el pene. Lo tomó con su mano y le retrajo el prepucio, acercó su nariz. –Huele rico. –Lo metió en su boca y comenzó a lamerlo y succionarlo para intentar que se desperatara.

Mientras mamaba el pene de su padre lo veía a la cara. Ricardo seguía durmiendo pero su pene se levantaba.

Teodoro se levantó y comenzó a desvestirse, Ricardo se despertaba. Abrió los ojos, veía borroso.

–¿Qué haces desnudo? No te voy a coger Victor.

–Duerme. –Se agachó y tomó el pene de su padre y comenzó a masturbarlo para luego volverlo a mamar.

–Deja la mariquera compadre.

Teodoro se introducía todo el pene en la boca mientras apretaba y jalaba los testículos de su padre que comenzaba a mover torpemente pero su pene ya estaba erecto.

–Victor déjame, ¡coño marico que bien lo mamas guevóóóón!

–Cállate, que nos van a oir.



Teodoro se montó en el sofá, puso sus pies a los lados del cuerpo de Ricardo y se agachó en cuclillas tomando el pene y llevándolo a su culo para metérselo. Poco a poco fue penetrando, le dolía un poco. –Yaaaaaa, déjame dormir, tengo una esposa, el marico eres tú no yo, no te voy a coger.

Teodoro comenzó a moverse, con una mano apretaba la tetilla de Ricardo y con la otra se masturbaba. El pene de Ricardo perdió rigidez, el chico se bajó y siguió masturbándose, se puso cerca de su papá al lado de la barriga. Teodoro se daba más rápido, gemía, Ricardo se movía abriendo los ojos, viendo borroso pero veía un cuerpo a su lado. –Victor, Victor, deja la vaina.

–Ya cállate coño AAAAAAH ,AAAAH, AHHH. -Dos chorros largos cruzaron la barriga de Ricardo, las otras gotas caían en el piso. El chico recogió su ropa y se escuchó la puerta de la casa abrirse. Eran los escoltas.

–Ahí les dejo a Ricardo, vean que hacen con él.

Los escoltas veían a Teodoro desnudo caminando hacia las escaleras.



–Guevóóón, este carajito se hizo la paja al lado de su papá y acabó encima de él.

–Está enfermo ese chamo.

–Es un demente.



________





Abrió los ojos y todo le daba vueltas, veía borroso. Vomitó, calló al suelo y comenzó el dolor de cabeza. Como pudo se levantó, por unos instantes no sabía donde estaba, giró su cabeza y vio la escalera, supo que estaba en su casa. Ubicó el baño de visitas y se fue hacia allá apoyándose en cualquier mueble que encontraba a su paso. Su visión seguía nublada.

Llegó al baño, encendió la luz y se puso frente al inodoro, cerró los ojos y pasó su mano por su barriga sintiendo una costra. –¿Qué es esto? -Intentó orinar pero apenas salían unas gotas de orina, pujó, respiró hondo y solo lograba que salieran contínuas gotas. Desistió. Volvió a sujetarse de las paredes y muebles para regresar al sofá.



De la cocina salía una de las mujeres de servicio que al verlo se detuvo y volteó. –Ay disculpe señor no pensé que estaba aquí. –Ricardo seguía desnudo.

–Tráeme un café cargado. –Se lanzó al sofá boca abajo.



Teodoro bajaba las escaleras y se fue directo a la cocina.

–Buenos días, Ana quiere el desayuno, el intercomunicador no funciona.

–Si joven, ya lo subo. Su papá está en la sala…desnudo…me pidió un café pero me dio pena.

–Tranquila, dame la taza yo se la llevo.



–Ricardo, Ricardo, aquí está el café.

–Hijooo, estoy mal, muy mal todo me da vueltas, vomité.

–Si ya veo, anoche te cogiste a Victor aquí en el sofá. –El chico no aguantaba la risa.

–¿Qué? ¿ De que hablas?

–Victor te trajo y se quedó aquí y tiraste con él. ¿Tú eres gay papá?

–Nooo, que vaina…coño… ¿qué hablas? –La taza se le cayó. –Yo no recuerdo nada.

–Claro, estabas borrado, bebiste no se cuántos whiskies. Pero no te trajo Victor, te trajeron los escoltas.

–Tengo unas vainas en la barriga, una costra, mira, au…coño que dolor de cabeza.

–No te muevas Ricardo, fui yo, te mamé el guevo, me cogiste y te acabé encima, resuelto el misterio. Me voy al trabajo.



Teodoro subió a su cuarto, Ricardo intentó levantarse, se cayó al suelo y se le intensificó el dolor quedándose quieto sin moverse.



–<Hola Victor, ¿cómo estas?

–<Hola Teo, me imagino que vienes al trabajo, ya vas tarde>

–<Si, mira quiero que le digas a Ricardo que anoche tiraste con él>

–<¿Qué?>

–<Llegó ebrio mal a la casa, a mi me dio un morbo verlo así que bueno, le mamé el guevo al carajo y me monté encima y me lo metí.>



Victor colgó la llamada y se pasó las manos por la cabeza resoplando.

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