lunes, 12 de marzo de 2018

INQUEBRANTABLE 8. Capítulo 8


El muchacho veía a los ojos a Teodoro mientras se ponía el presevativo, Lucas con su espalda hacia abajo. Teodoro esperaba el momento.

Le abrió las nalgas y se disponía a penetrarlo.

–Rico este culito.

Teodoro se le lanzó encima dándole un golpe en la cara que lo tumbó al suelo. El muchacho de 23 años apenas reaccionaba cuando Teodoro se le montó encima golpeándolo, Lucas se subió el pantalón y salió del baño a buscar a Alaska. Dos personas de seguridad se dieron cuenta que algo pasaba y siguieron a ambos al baño.



Teodoro golpeaba al joven que no podía moverse, la furia con la que veía y golpeaba al muchcaho era impresionante.

Alaska haló a Teodoro que comenzó a gritar. Le dio una cachetada para que se calmara. Lo hizo.



Los de seguridad sacaron del baño a los dos involucrados en la pelea. Los soltaron y los invitaron a salir del local. Teodoro volvió a lanzarse sobre el joven y ambos se cayeron a golpes. Llamaron a la policía y los retuvieron mientras esperaban.



–Si le revisan el panatalón tiene puesto un condón, se iba a coger a este en el baño.

–¡Imbécil! Te voy a joder, tú no sabes con quién te metiste.

–¿Y tú sabes con quién te metiste?

­Los escoltas de Teodoro se acercaron sin decir nada.



Llegó la policía, escucharon en la voz de Alaska y Lucas lo que había sucedido.

–Vaya…sus documentos de identificación

Los cuatro entregaron su cédula.

–Estas cédulas son falsas.

–Já, encima son menores estos dos guevones. -Dijo el novio de Alaska, Teodoro lo volvió a golpear.

–¿Puedo hacer una llamada antes de irme?

–Si, háganla ahora, en la comisaría no lo van a hacer.



–<Papá, hola, mira estoy en Los Rosales saliendo de un local y la policía me tiene detenido y me va a llevar a la comisaría>

–<¿Qué carajo hiciste coño? ¿en qué local estás?>

–<En el bar Lola>

–<Eso es un bar de maricos>

–<Sí papá, te estoy llamando para resuelvas, estoy con Lucas y una amiga>

–<Espera>

Ricardo colgó la llamada.

–Móntense en la unidad.

–¿Podemos esperar un momento?

Sonó el celular de uno de los policías. Atendió, al comentarle de quién se trataba el policía se puso pálido y su rostro se tornó serio.



–Joven acompáñeme. –El policía se llevó aparte a Teodoro.

–¿Tu papá es el Gobernador?

–Así es, así que ya puedes ir dejándome libre, a Lucas y a Alaska.

–Estoy en riesgo de que me boten porque tengo órdenes de no retenerte en ningún lado y no me di cuenta que eras el hijo de Sucre.

–Tranquilo no te van a botar. –Teodoro vio a los ojos al policía por varios segundos y se sonrió.

–Este es mi número, para que me llames cuando quieras. –Le dijo el policía.

–Soy menor de edad, ¿no te da miedo?

El policía se sonrió. –Claro que me da miedo, eres el hijo del jefe.

–Tranquilo Kleiber, yo no digo nada, tú no dices nada y listo.

–¿Esos de allá son tus escoltas?

–Si.

–Yo conozco a uno de ellos, el de pelo negro.

–Ese tiene un vergón.

El policía se rió. –¿Te lo tiraste?

–No, se lo vi. ¿Ellos saben que eres gay?

–Mosca chamo, que yo estoy casado.

–Bueno ya me quiero ir, al otro carajo llévatelo y lo dejas detenido.



Regresaron donde estaba el resto y los policías se llevaron al novio de Alaska.

Alaska quería irse con ellos pero Teodoro la detuvo.

–Te van a joder, eres trans y sabes como es eso.

Alaska se quedó tranquila y le envió un mensaje a su novio.



Teodoro, Lucas y los escoltas se fueron a sus respectivos vehículos, Alaska se montó en la camioneta de Teodoro, le iba dar la cola.



–Yo vivo en La Brecha bebé, eso es peligroso, déjame en una parada de taxis.

–Tranquila, vamos con los escoltas.

–¿Por qué contigo todo tiene que ser un peo? Siempre tenemos que terminar en problemas.

–Yo te dije que a ti no te iba a coger nadie solo yo. Mi padrino te cogió pero bueno, no puedo hacer nada con eso.

Alaska volteó a ver a Teodoro algo sorprendida y luego vio a Lucas que miraba por la ventana.

–Ni que fueras mi novio nojoda, yo tiro con quien a mi me de la gana.



Teodoro pisó el freno bruscamente. Los escoltas frenaron casi sobre el parachoque de la camioneta.

–Bájate del carro.

–Bebé esto es peligroso aquí.

–¡Deja de decirme bebé coño! Bájate Lucas.

–¿Me vas a dejar aquí en el medio de la nada?

–¡Bájate!



Lucas se bajó de la camioneta, Teodoro aceleró y se fue. Lucas se montó en la camioneta de los escoltas que le abrieron la puerta.



–Bebé eso no se hace es tu amigo.

–Coño de la madre contigo, me vuelves a decir bebé y te bajo aquí.

–¿Vas a dejar a una mujer en medio de la calle?.

–No mi pana, tienes tremenda verga entre las piernas, eres un varón.



Llegaron a los bloques donde vive Alaska y se estacionaron, la camioneta de los escoltas se puso al lado.

–Bueno mi amor, me dio gusto conocerte, espero que nos veamos pronto, es una lástima lo que le pasó a mi novio por tu culpa bebé, no está bien lo que hiciste, más tarde voy a la comisaría a sacarlo.

–¿Y sus papás?

–Es huérfano, vive conmigo.

–Como me amenzó diciendo que no sabía con quien me metí.

–Tiene amigos malandros del barrio.

–Pendejo.

–No hables así mi amor, bueno me voy



Teodoro se le acercó y le dio un beso en la boca, sus lenguas se cruzaban, Teodoro le sujetó la cabeza mientras su otra mano tocaba el pene por debajo del vestido.

–¿Quieres mamarlo?

Teodoro no respondió, simplemente le bajó la pantaleta y se introdujo el pene en  la boca dejando caer saliva, le echó para atrás el prepucio y siguió mamando, le tocaba los testículos, Alaska le sobaba la cabeza.



Alaska salió de su estado de excitación al escuchar que tocaron el vidrio. Teodoro levantó la mirada y vio a Lucas, bajó el vidrio.

–¿Qué quieres?

–Los escoltas dicen que nos vayamos, que esto es peligroso.

–Ok. –Subió el vidrio y Alaska se acomodó el pene metiéndoselo en la pantaleta que le apretaba para disimular el bulto.

–Vamos a intercambiar números bebé. –Anotaron los números y Alaska se bajo no sin antes darle otro beso.

–¿Me vas a llamar? ¿quiero cogerte mi amor?

–Si tu novio te deja si, yo con gusto.



Teodoro sacó el celular y le mandó un mensaje a Lucas.

–<Vente a mi carro estúpido>



Lucas llegó a la camioneta y se subió.

–Yo todavía no sé como sigo siendo tu amigo.

–Porque me amas marico, cuando lleguemos a casa te cojo.

­–No tengo ganas.

–Yo sí y te aguantas.

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