Victor se fue a la Gobernación para almorzar
con Ricardo, pidió que prepararan un almuerzo especial para dos personas.
–Ahora aquí frente a frente quiero que me
expliques como es eso que me llevaste a casa y aprovechaste la pea que tenía
para mamarme el guevo y cogerte, bueno meterte tú el guevo porque yo estaba
destruído.
–Mira Ricardo primero, yo no voy a tirar
contigo medio muerto, segundo yo me fui mucho antes que tú terminaras borracho,
tercero, y ya no voy a estar tapareando más a ese carajito. Fue él, así de
claro, tu hijo abusó de ti por decirlo de alguna manera.
Ricardo casi se atraganta con la noticia,
no podía creer que su propio hijo hiciera eso.
–Bueno, en realidad no eres su papá,
supongo que por eso lo hizo.
–Soy su padre carajo, además ¿mi hijo es
marico? ¿cómo tú?
–Es marico, no sé si como yo, yo tengo mi
personalidad y carácter.
–Tú me entiendes lo que te quiero decir. No
voy a tolerar que me hijo sea marico y encima me haya hecho esa vaina. ¡Me cogí
a mi hijo!
–Tu hijo está enloquecido y lo sabes de
hace tiempo, no quieres darte cuenta, él no está bien.
–Ese carajito lo voy a botar de la casa,
suficiente con que tu seas marico para tener a otro más.
–Tú con 50 años y todo lo que has vivido,
en lo que trabajabas y ¿vas a tener esos prejuicios absurdos?
–Yo no soy homofóbico ni nada de esas
vainas, yo tengo empleado parchas, amigos políticos parchas y de pinga ese es
su culo, pero mi hijo no.
Victor se levantó de la mesa y le tiró la
servilleta en el plato de Ricardo.
–Tu hijo podrá ser lo que sea, y mira que
le tengo unas ganas de darle unos coñazos a ver si aprende, pero rechazarlo por
ser gay… te estás equivocando, ya bastante rechazo tuvo de su madre para que
ahora tú también lo hagas.
–Coño, encima que me encasquetan un
carajito que no es mio, lo mantengo, le cojo cariño, va y me sale marico, ¿me
tengo que calar esa mierda?
–No es cuestión da calarte eso, es cuestión
de respetar su sexualidad.
–Que se vaya a vivir contigo y se cogen si
es que no lo han hecho, que ya sería el colmo de la demencia.
Victor se quedó callado. Ricardo se levantó
de la mesa y lo agarró del cuello de la camisa.
–Te lo cogiste ¿verdad? ¿Te cogiste a mi
hijo? ¡Enfermo! –Le dio un golpe en la cara que Victor le devolvió.
–¡No te atrevas a ponerme otra mano encima
Ricardo!, te amo y lo sabes pero eso no te lo voy a permitir. ¡Y MIRA QUE TENGO
UNA ARRECHERA SABIENDO QUE ESE CARAJITO TIRO CONTIGO!
–¿Puedes bajar la voz? No me conviene que
la gente sepa los peos de mi familia.
–¿PEOS? LO QUE TIENES ES QUE SALIR DEL
CLOSET, ASUME TU SEXUALIDAD, ACEPTA QUE TE GUSTAN LOS HOMBRES CARAJO Y DEJA DE
VOLCAR TU FRUSTRACION EN LOS OTROS DESAPROBANDO QUE SEAN MARICOS, MARICO TÚ
CHICO. –Otro golpe le lanzó Ricardo a Victor que se agarró de la silla, puso su
mano en la mejilla y se quedó viendo a Victor a los ojos.
–Perdón.
Victor se le abalanzó encima y le dio un
beso en la boca. Ricardo mantenía sus manos en el aire pero a los pocos
segundos abrazó a Victor que, con lágrimas en los ojos lo besaba
apasionadamente. Entró uno de los mesosneros al comedor.
–Perdón , perdón, venía a retirar los
platos, disculpen me retiro.
Victor salió corriendo y agarró al mesosnero
por el brazo.
–Tú abres la boca y yo me encargo de que no
consigas trabajo en nigún otro lado, ¿me estás escuchando?. Hasta hoy trabajas
aquí.
–¿Lo agarraste? –Le dijo Ricardo.
–Si, está botado, le das una cajita feliz y
lo sacas de aquí. Ojalá hubiese sido yo el que esa noche te estuviera mamando
el guevo.
–Victor, que sea hoy la última vez que te
vea, nos veremos para cosas muy puntuales, pero no quiero tener contacto
contigo, manejas mis negocios y ya.
–No te preocupes Ricardo, así será.
–Necesito que me averigues un buen urólogo.
No estoy orinando bien y me preocupa.
Victor se sorprendió, su rostro cambió, ya
no estaba molesto sino preocupado.
–¿Te sientes bien? ¿tienes dolor?
–No orino bien, solo un goteo contínuo, no
me duele nada. Quiero descartar cáncer.
–Tranquilo yo te averiguo lo del médico y le
pido una cita.
–Discresión con eso, no quiero que nadie se
entere.
Victor abrazó a Ricardo y este le volvió a
dar un beso en la boca.
–Eres un maldito marico que no sé que me
hiciste, yo no soy así, a mi me gustan las mujeres. Vete de aquí.
–––––––
Teodoro se acercó al cubículo de Lorenzo,
el joven discapacitado que trabaja en las oficinas de Victor.
–Epa.
–Epa chamín ¿qué más?
–Bien, mira, cuadremos para tirar tú y yo,
tengo un apartamento vacío, ahí podemos estar tranquilos.
-Hey hey hey, cálmate, chamo, habla bajito.
Primero yo no voy tirando por ahí con la gente y segundo…
–…”Y segundo eres menor de edad” eso es lo
que me vas a decir.
Lorenzo miró a los ojos a Teodoro y se
sonrió. –Básicamente por eso no voy a tirar
contigo. –Hablaba en voz baja.
–Aquí tienes mi número, cuando te decidas
me dices y vamos, yo sé que tú quieres y verte en esa silla me da un morbo
terrible.
Regresó a su cubículo, su celular sonaba.
Ricardo regresaba a su despacho y su celular
sonó.
–<Aló>
–<Hola Ricardo, es Francisco Cáceres>
–<¿Francisco?>
–<Sí, sigo vivo y en esta ciudad, voy a
reclamar la paternidad de Teodoro, voy a ir ante un juez para certificar que yo
soy el padre y te lo voy a quitar>.
–<Teodoro es marico si te sirve de algo
para que te lo lleves>.
–<Sí lo sé, desde hace tiempo lo sé, él
me lo dijo>
Al escuchar eso Ricardo se le pusieron
rojas las orejas, cerró los ojos y volvió a hablar. –<Pues haré lo que sea
pero tú no te quedas con mi hijo>.
–<Es mi hijo Ricardo y una prueba de AND
lo va a confirmar, no habrá nada que puedas hacer>
–<Créeme que sí, hay muchas maneras de
detener la estupidez que quieres hacer>. –Colgó la llamada.
–<¿Renata?, hola, ¿qué haces llamándome?
¿quieres repetir?>
–<Hola, más bien quiero darte una
noticia, no sé si buena o mala>
–<A ver que será>
–<Estoy embarazada>
–<Ah, bueno, felicidades, estás un poco
carajita para preñarte pero que bueno, tu papá tiene plata>
–<El padre eres tú Teo>
–<¿Mio? ¿Cómo sabes que es mio? Tú eres
bien putica>
–<Antes de ti tenía meses sin estar con
alguién y despues de ti no he estado con nadie y las fechas me cuardran>
–<Ah ok, bueno chama, aborta, hay miles
de médicos que lo hacen, si quieres buscamos uno yo lo pago>
–<¿Tú estás loco? Eso es un peligro ¿y
si mi papá se entera?>
–Se va a enterar que estás embarazada>.
–No le pienso decir>.
–Ah ok
¿y la barriga como la ocultas?>
–<Me fajo ya he averiguado>.
–<Bueno has lo que quieras, yo no tengo
ganas de ser papá así que ve a ver que haces
–<Por eso te llamo>.
–<Ya te dije, aborta, avísame si te
decides>.
–<No quiero>.
–<Bueno te voy a decir algo que va a
hacer que decidas hacerlo>.
–<No voy a abortar>.
–<Tú y yo somos hermanitos mi amor,
nuestra madre, la puta de Rebeca se acostó con varios tipos, dos de ellos, Catire
tú papá y Francisco Cáceres mi papá.
Renata colgó el teléfono y con las mismas
se le revolvió el estómago vomitando lo que había almorzado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario