viernes, 9 de marzo de 2018

INQUEBRANTABLE 8. Capítulo 5


Teodoro y Lorenzo entraban al apartamento directo del ascensor.

–¿Y este apartamento es tuyo?

–Si, bueno, es el apartamento de soltero de mi papá, el viene aquí a cogerse a las tipas, yo le robo las llaves.

–Y vienes a tirar aquí.

–La verdad es que no, muy poco lo uso, siempre tiro en casa de los tipos.

–Ah vaya. Bueno vinimos a eso ¿no? ¿dónde está a cama?



Teodoro empujó la silla hasta la habitación, la colocó al lado de la cama como le dijo Lorenzo que desarmó la silla para poder montarse, haciendo fuerza con sus brazos y ayudado por Teodoro con las piernas.



–Ayúdame a quitarme los pantalones.

Con la ayuda de Lorenzo, el chico desabrochó el pantalón y se lo quitó, luego le bajó el interior.

–Marico, ¡que guevo tienes! y eso que está dormido.

–Si, es grueso, deja que se pare, quítate la ropa, excítame.



Teodoro comenzó a desvestirse mientras veía a los ojos a Lorenzo que se tocaba el pene que ya se levantaba con la ayuda de la pastilla que se tomó.

Al ver a Teodoro desnudo se sonrió, su piel blanca y sin vellos lo excitó, el pene erecto, era grande, con prepucio, apenas se asomaba el glande, Lorenzo lo observaba, Teodoro lo vio y se retrajó el prepucio dejando al descubierto un glande rosado y grande, una gota de líquido salió y bajó como un hilo. Lorenzo atajó el líquido antes que cayera al piso y se pasó el dedo por su boca. El chico apretó su pene para soltara más. Lorenzo se acercó e introdujo el glande en su boca y succionó. Teodoro cerró los ojos.

–Móntate y ponme el culo en la cara, te lo quero chupar. –Teodoro se puso de cuclillas sobre la cara del joven, bajó sus nalgas hasta sentir la lengua húmeda y tibia de Lorenzo.



Teodoro se abría las nalgas mientras Lorenzo recorría con su lengua toda la piel que estaba frente a él. El chico se levanta, se pone de pie sobre la cama.

–¿Qué pasó?

–Quiero mamarte el guevo, esa verga me la quiero comer, pero vas a seguir comiéndome el culo.

Se volteó para agacharse de nuevo y mamarle el pene a Lorenzo mientras este chupaba de nuevo el culo del chico.



Teodoro gemía con cada mordida que le daba Lorenzo y le metía la lengua, el chico lamía aquel grueso pene y se lo metía completo en la boca a pesar que le costaba hacerlo.

–Dame culo coño, siéntate que te quiero coger.



Con el culo ya dilatado, Teodoro buscó un preservativo y lubricante. Abrió el empaque y le colocó el látex sobre el glande.

–¿Te lo vas meter todo, aguantas?

El muchacho miraba a Lorenzo a los ojos mientras desenrrollaba el preservativo por todo el pene. –Aguanto esto y más.

–Así me gusta.



Volvió a levantarse en la cama a la altura del grueso y erecto pene de Lorenzo, comenzó a agacharse hasta estar en cuclillas, tomó el pene con una mano y lo dirigió a su culo. Lorenzo lo miraba con morbo, el chico se sonreía.

Comenzó a meterse el pene, entraba el glande, Teodoro abría la boca, sentía algo de dolor pero lo disfrutaba, entró un poco más y seguía bajando. Se sentó, todo el pene dentro de él le puso los ojos en blanco. Lorenzo se mordía el labio inferior, puso sus manos en las caderas del chico.

–Muévete.



Teodoro se echó hacia adelante para darle un beso a Lorenzo que lo agarró de las mejillas y le dio un apasionado beso metiéndole la lengua, le mordía los labios y le succionaba la lengua, el chico lubricaba. Se levantó y comenzó a moverse. Subía y bajaba, se movía hacia adelante y hacia atrás. Lorenzo tenía la cara enrrojecida con los ojos bien abiertos viendo al chico a los ojos.

–¡Pégame! – Le dijo Lorenzo. –¡Pégame!

Teodoro le dio una cachetada mientras se movía. -Otra. –Teodoro repitió. –Otra. –El chico le dio dos más. Lorenzo estaba enloquecido y se levantaba ayudado por sus brazos, sus respiración estaba acelerada. El pene de Lorenzo entraba y salía sin dificultad, brillaba con la lubricación.

–Bájate, bájate… quítame el condón.



Teodoro le quitó el preservativo y comenzó a masturbarlo,

–Para, para, para, mira lo que viene.



El muchacho se detuvo y comenzó a eyacular. El semen salía sin esfuerzo, sin presión, como un grifo apenas abierto que va saliendo agua, corría por su pene el líquido blanco y espeso. Se escurría por sus testículos.

–Maaaaarico, que divino. -Teodoro se acercó y comenzó a mamar el pene mientras seguía emanando semen del pene, que era indetenible.



–Wao que vaina tan buena, marico ¿siempre acabas así?

–Desde el accicdente sí, luego de eso quedo agotado, de hecho lo estoy, ¿me puedes traer unas toallas húmedas para limpiarme? ¿Y me dejas dormir un ratico, puedo?

–Si claro, duerme lo que quieras no tengo prisa.



Teodoro salió de la habitación dejándolo solo. Mientras caminaba hacia la cocina se metió la mano entre las nalgas tocándose el culo. Lo tenía inflamado y dilatado.

–Quedé picado, quiero acabar. –Abrió la nevera y vio un pepino, lo tomó y lo vio. Lo llevó hacia atras, levantó la pierna poniéndola en el mesón y se lo introdujo. Comenzó  a moverlo mientras se masturbaba, se lo introducía por completo y lo sacaba.

Su corazón se aceleró igual que su respiración, estaba a punto de venirse, se detuvo soltando el pepino que cayó al suelo mientras los chorros de semen salpicaban el piso.



Limpió el piso, se duchó, al salir  Lorenzo estaba despierto.

–Me puedes ayudar a ponerme el interior y el pantaleon para subirme a la silla.

–¿Chamo que te pusite ahí?

–Una sonda para orinar completo, ya me la saco.

–Mierda ¿eso no duele?

–No, no duele. –Se sonrió.



Teodoro lo ayudó para luego él solo subirse a la silla de ruedas.

–Chamo que tostón empatarse con un paralítico, tener que hacer toda esa vaina, ayudarlos, subirlo, vestirlo, que peo.

Lorenzo lo vio a los ojos un poco decepcionado.

–¿No te empatarías con una persona discapacitada? ¿O abandonarías  a tu pareja si tiene un accidente o lo dejan en silla de ruedas? Como hicieron conmigo.

–Si me lo preguntas en este momento te digo no, no me empataria y sí, lo dejo, pero bueno cuando esté en esa situación te digo.



Lorenzo se acomodaba las piernas mientras escuchaba al muchacho.

–Hoy estuviste con un discapacitado.

–Si, pero por el morbo, me excitaba saber como sería hacerlo con un paralítico.

–Ah vaya, ¿y que te pareció?

–Bien, verte ahí sin poder moverte y yo teniendo el control uf.

–¿No quisieras ser mi novio? Sé que ere menor, es una locura pero digo…

–No chamo te dije que no, No me vayas a decir que te gusto y quieres algo más que sexo e ir por la calle agarrados de mano tú en la silla y yo caminando.

–Tranquilo no va a suceder, ¿nos vamos?



Bajaron a planta baja y lo esperaban los escoltas que ayudaron a Lorenzo a montarse en la camioneta.

–Te llevo a tu casa y ahí te ayudan estos a bajarte.



Cuando llegaron al edificio donde vive Lorenzo, antes de bajarse le hizo una pregunta.

–¿Nos vamos a volver a ver?

–Si claro, el lunes en la oficina.

–Chamin, sabes a que me refiero.

–No sé pana, lo que quería hacer ya lo hice.

–¿Te gustó tirar conmigo?

–Si, estuvo de pinga

–Pero no quieres repetir…

–Marico, que tostón en serio, si te vas a enamorar te jodiste conmigo, no me voy a empatar contigo estando en esa silla ¿ok?

–Ok, ok, tranquilo no te estoy pidiendo el empate guevón, simplemente que quería repetir.

Teodoro le hizo señas a los escoltas para que lo bajaran.



Cuando bajaron a Lorenzo, Teodoro estiró el brazo y cerró la puerta y arrancó en su camioneta dejando a los escoltas con el joven y su silla en pleno asfalto.



Al dia siguiente Teodoro se levantó con algo en mente, era sábado, estaba decidido a hacerlo, desayunó rápido y salió de casa. Los escoltas, molestos por lo de anoche, siguieron como siempre al chico para custodiarlo.



Llegó a un edificio. Estacionó en la calle y se acercó a la torre y marcó en el intercomunicador el botón del apartamento donde iba.

–<¿Quién es?>

–<Teodoro Sucre> -Sonó el timbre que da la señal para abrir la puerta. Entró.



–Caramba chamín, ¡que sorpresa! No te veía desde…uuuf no me acuerdo, en el velorio de tu mamá no te vi, creo.

–¿Cómo estás Catire? ¿Puedo pasar?

–Si claro, ¿tu papá sabe que estás aquí?

–Mi papá está muerto.

Fabio, conocido en los medios de comunicación como Catire se sorprendió. –¿Ricardo murió? ¿Cuándo, no he visto nada en prensa?

–Ah, no, Ricardo está vivo, mi verdadero papá está muerto, a Francisco Cáceres lo mataron.

Catire levantó las cejas y movió la cabeza. –Siéntate, ¿qué te trae por aquí?

–¿Renata está?

Catire sospechaba algo, que Teodoro se había enterado que son hermanos.

–No, no está, está con unas amigas en la biblioteca.

–No pongas esa cara yo sé que somos hermanos, lo sé de hace años. Vengo por otra cosa

Catire se pasó la mano por a boca y suspiró. –Dime.

–Marico la vieja te dejó forrao en plata ¿no?

–Tu abuela. –Catire ya estaba un poco molesto.
–Si, bueno, la mamá de la que me parió, voy al grano, como dicen los adultos jajaja. Me cogí a tu hija y está preñada, vine a ver que hacemos con eso.

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