viernes, 16 de marzo de 2018

INQUEBRANTABLE 8 Capítulo 12


Ricardo cerraba una negociación de un nuevo local, otro apartamento y un inmueble en Estados Unidos, todo bajo el apoyo de Victor Landaeta, su amigo, compadre y testaferro.



Era un secreto a voces que Ricado era considerado el segundo hombre más rico del país, en esa lista no aparecía Victor, pero también era uno de los hombres que más facturaba. Decidieron abrir una Fundación para desviar un poco la mirada de la gente y hacer labor social mientras a sus cuentas seguía entrando dinero.



Victor ya tenía un emporio con los restaurantes, discotecas y una cadena de cafés regada por toda la ciudad y próximamente en otras ciudades del país. Más socios se unían en esta nueva aventura. Ricardo quería ser el accionista mayoritario a través de Victor, estaban trabajando en eso.

Su vida sentimental se resumía en suspirar por Ricardo y acostarse con su ahijado y con Lucas.



Lucas estaba a punto de terminar el bachillerato y estudiaría Adminstración de empresas en unos meses, Victor le aseguró unas pasantías en su empresa para luego quedarse a trabajar más adelante. Lucas tenía esperanzas de tener una relación con Victor, este no se decidía. Teodoro aún le mueve el piso.



Teodoro dejó el trabajo en la empresa de su padrino y decidió disfrutar del dinero de su padre, ya volvía a vivir en su casa con Ricardo cuando él y su padrino se sentaron a hablar con el muchacho para comentarle de la reeleción de Ricardo a la Gobernación y luego lanzarse como presidente del país. Faltaba año y medio para las elecciones regionales.



Ricardo no se atrevía a buscar los resultados de los exámenes, ya habían pasado 10 días desde que estaban listos. No le había dicho nada a su hijo pero este ya sabía todo y estaba claro que su padre estaba enfermo aún sin saber los resultados. Le preguntó a su padrino si el testamento estaba listo y actualizado. –¿Seré el dueño de todo? –Le preguntó a Victor.

–Hasta los 25 años yo administraré lo que deje tu padre si es que muere ahora, a lo mejor dentro de 20 años y ahí si serías el dueño de todo. Lamentablemente, conociendo como eres, el dinero de toda una vida lo vas a despilfarrar en pocos años.

–Es dinero mal habido, ¿qué esperabas? Lo que fácil viene fácil se va, eso es lo que dicen.

–¿Te parece que a sido fácil como ha llegado tu papá hasta aquí con varios negocios?

–Te tiene de testaferro, eso ya habla mal de como ha manejado todo, siendo diputado robó, extorsionó, engrasó para sacar dinero y ahora de Gobernador ha hecho negocios a traves de su cargo, con altas comisiones, intercambios y bueno, ni hablar de su partido. Padrino tengo casi 17 años, no soy un guevón, sé de donde sale todo el dinero que tiene mi papá y mantiene mis caprichos.



Como Victor no supo que decir, prefirió el silencio, Teodoro se sonrió. –Tranquilo padrino, todos somos cómplices de esta vida de ricos que llevamos, solo espero que no vayas preso y mi papá no haga algo para impedirlo y te deje morir para él salvar su pellejo.

–Llevamos un rato hablando y no le has dicho Ricardo, sino papá, ¿te ha entrado algo de nostalgia? ¿Falta de la figura paterna en tu vida?

–Teodoro se levantó del sofá, caminó unos pasos y volteó a ver a Victor que seguía sentado en el sofá de la sala de Ricardo.

–Lo que tengo ganas es de que Ricardo tire conmigo.

Se escuchó la puerta de entrada cerrar y aparecer Ricardo.

–¿Ah si? ¿Tú quieres tirar conmigo? No te bastó con mamarme el guevo a traición y ahora quieres que te coja, que tu padre te coja.

–La mujeres de servicio estaban en la cocina y escuchaban a Ricardo a hablar y cuchicheaban entre ellas sorprendidas de la conversación padre-hijo-padrino.



–No eres mi padre, por eso hice lo que hice, pero si fueras mi padre biológico creo que lo haría igual, me das mucho morbo.

Victor se levantó del sofá molesto con ganas de irse.

–¿Por qué te vas padrino? ¿te da arrechera lo que digo? ¿que el hombre de tu vida me coja a mi y no a ti? Ya te cogió, deja que lo haga conmigo.

Riardo volteó a Teodoro halándolo del brazo, se miraron a los ojos.

–No te atrevas a pegarme, porque te devuelvo el golpe y más duro, créeme.



Ricardo aflojó el puño, Teodoro se le acercó a la cara a escasos centímetros de la boca de su padre y lo besó. –¿Qué coño estás haciendo, es tu hijo?



Permiso señor Landaeta, su café. –La taza y el plato cayeron al suelo cuando la señora de servicio vio a Teodoro besar a su padre. Victor cogió su saco y se iba a ir de la casa.



–¡Carmen vaya a la cocina ya! –Gritó Ricardo

–¿Tu definitivamente quieres arruinar mi carrera política?

–¿Por un beso?

–¡Quédate Victor. -Le dijo Ricardo.

–Este absurdo no lo voy a presenciar.

–Te has cogido a mi hijo, ¿no te parece absurdo eso? La cachifa nos vio, esa va a contar todo quien sabe donde.

–Deja la angustia, has llegado hasta aquí con peos peores que estos, así que no te preocupes.

Teodoro se fue a la cocina, las mujeres hablaban en voz baja y el chico cogió un cuchillo de la gaveta, era de hoja ancha y filosa. Se la puso en el cuello a Carmen.

–Tu comentas algo y te corto el cuello. -La punta del cuchillo apretaba la piel de la mujer que cerraba los ojos y temblaba.

–A ti también te va a ocurrir lo mismo. ¿Cuánto quieren para quedarse mudas?

Hablan y las mato, nadie se va a enterar donde están sus cuerpos.



–¡TEODORO! –Victor entro a la cocina y le quitó el cuchillo al chico.

–Vayan a sus cuartos por favor, luego hablo con ustedes.



–¿TU ESTAS DEMENTE? Tú quieres  hacer de un problema doméstico una tragedia, ponerlo peor todo. La mejor ayuda que le puedes hacer a tu padre es quedándote de bajo perfil y no molestar.

–¿Sigues celoso? Como quisieras que mi papá te cogiera y se casara contigo verdad. No sabes como gritarlo. Pero estás claro que Ricardo no te va a parar bolas, te podrá coger de nuevo pero no será tu novio nunca.

Victor agarró del cuello a Teodoro con todas sus fuerzas. Lo miraba con odio a los ojos mientras el chico se le subía el color a la cara primero roja, luego morada, los ojos de Teodoro se inudaron de lágrimas, no hablaba ni se movía. Entró Ricardo.



Se le abalanzó a Victor y lo separó del chico que cayó al suelo algo mareado yo tosiendo. Se desmayó.



–¡TEOOOO, TEOOO!

Ricardo lo levantó del suelo y salio corriendo con él a su camioneta. Victor se quedó paralizado en la cocina con la respiración acelerada y un fuerte dolor de cabeza.

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