Ricardo cerraba una negociación de un nuevo
local, otro apartamento y un inmueble en Estados Unidos, todo bajo el apoyo de
Victor Landaeta, su amigo, compadre y testaferro.
Era un secreto a voces que Ricado era considerado
el segundo hombre más rico del país, en esa lista no aparecía Victor, pero
también era uno de los hombres que más facturaba. Decidieron abrir una
Fundación para desviar un poco la mirada de la gente y hacer labor social
mientras a sus cuentas seguía entrando dinero.
Victor ya tenía un emporio con los
restaurantes, discotecas y una cadena de cafés regada por toda la ciudad y
próximamente en otras ciudades del país. Más socios se unían en esta nueva
aventura. Ricardo quería ser el accionista mayoritario a través de Victor,
estaban trabajando en eso.
Su vida sentimental se resumía en suspirar
por Ricardo y acostarse con su ahijado y con Lucas.
Lucas estaba a punto de terminar el
bachillerato y estudiaría Adminstración de empresas en unos meses, Victor le
aseguró unas pasantías en su empresa para luego quedarse a trabajar más
adelante. Lucas tenía esperanzas de tener una relación con Victor, este no se
decidía. Teodoro aún le mueve el piso.
Teodoro dejó el trabajo en la empresa de su
padrino y decidió disfrutar del dinero de su padre, ya volvía a vivir en su
casa con Ricardo cuando él y su padrino se sentaron a hablar con el muchacho
para comentarle de la reeleción de Ricardo a la Gobernación y luego lanzarse
como presidente del país. Faltaba año y medio para las elecciones regionales.
Ricardo no se atrevía a buscar los
resultados de los exámenes, ya habían pasado 10 días desde que estaban listos.
No le había dicho nada a su hijo pero este ya sabía todo y estaba claro que su
padre estaba enfermo aún sin saber los resultados. Le preguntó a su padrino si
el testamento estaba listo y actualizado. –¿Seré el dueño de todo? –Le preguntó
a Victor.
–Hasta los 25 años yo administraré lo que
deje tu padre si es que muere ahora, a lo mejor dentro de 20 años y ahí si
serías el dueño de todo. Lamentablemente, conociendo como eres, el dinero de toda
una vida lo vas a despilfarrar en pocos años.
–Es dinero mal habido, ¿qué esperabas? Lo
que fácil viene fácil se va, eso es lo que dicen.
–¿Te parece que a sido fácil como ha
llegado tu papá hasta aquí con varios negocios?
–Te tiene de testaferro, eso ya habla mal
de como ha manejado todo, siendo diputado robó, extorsionó, engrasó para sacar
dinero y ahora de Gobernador ha hecho negocios a traves de su cargo, con altas
comisiones, intercambios y bueno, ni hablar de su partido. Padrino tengo casi
17 años, no soy un guevón, sé de donde sale todo el dinero que tiene mi papá y
mantiene mis caprichos.
Como Victor no supo que decir, prefirió el
silencio, Teodoro se sonrió. –Tranquilo padrino, todos somos cómplices de esta
vida de ricos que llevamos, solo espero que no vayas preso y mi papá no haga
algo para impedirlo y te deje morir para él salvar su pellejo.
–Llevamos un rato hablando y no le has
dicho Ricardo, sino papá, ¿te ha entrado algo de nostalgia? ¿Falta de la figura
paterna en tu vida?
–Teodoro se levantó del sofá, caminó unos
pasos y volteó a ver a Victor que seguía sentado en el sofá de la sala de
Ricardo.
–Lo que tengo ganas es de que Ricardo tire
conmigo.
Se escuchó la puerta de entrada cerrar y
aparecer Ricardo.
–¿Ah si? ¿Tú quieres tirar conmigo? No te
bastó con mamarme el guevo a traición y ahora quieres que te coja, que tu padre
te coja.
–La mujeres de servicio estaban en la
cocina y escuchaban a Ricardo a hablar y cuchicheaban entre ellas sorprendidas
de la conversación padre-hijo-padrino.
–No eres mi padre, por eso hice lo que
hice, pero si fueras mi padre biológico creo que lo haría igual, me das mucho
morbo.
Victor se levantó del sofá molesto con
ganas de irse.
–¿Por qué te vas padrino? ¿te da arrechera
lo que digo? ¿que el hombre de tu vida me coja a mi y no a ti? Ya te cogió,
deja que lo haga conmigo.
Riardo volteó a Teodoro halándolo del
brazo, se miraron a los ojos.
–No te atrevas a pegarme, porque te
devuelvo el golpe y más duro, créeme.
Ricardo aflojó el puño, Teodoro se le
acercó a la cara a escasos centímetros de la boca de su padre y lo besó. –¿Qué coño estás haciendo, es tu hijo?
–Permiso señor Landaeta, su café. –La taza y el plato cayeron al
suelo cuando la señora de servicio vio a Teodoro besar a su padre. Victor cogió
su saco y se iba a ir de la casa.
–¡Carmen vaya a la cocina ya! –Gritó
Ricardo
–¿Tu definitivamente quieres arruinar mi
carrera política?
–¿Por un beso?
–¡Quédate Victor. -Le dijo Ricardo.
–Este absurdo no lo voy a presenciar.
–Te has cogido a mi hijo, ¿no te parece
absurdo eso? La cachifa nos vio, esa va a contar todo quien sabe donde.
–Deja la angustia, has llegado hasta aquí
con peos peores que estos, así que no te preocupes.
Teodoro se fue a la cocina, las mujeres
hablaban en voz baja y el chico cogió un cuchillo de la gaveta, era de hoja
ancha y filosa. Se la puso en el cuello a Carmen.
–Tu comentas algo y te corto el cuello. -La
punta del cuchillo apretaba la piel de la mujer que cerraba los ojos y
temblaba.
–A ti también te va a ocurrir lo mismo.
¿Cuánto quieren para quedarse mudas?
Hablan y las mato, nadie se va a enterar
donde están sus cuerpos.
–¡TEODORO! –Victor entro a la cocina y le
quitó el cuchillo al chico.
–Vayan a sus cuartos por favor, luego hablo
con ustedes.
–¿TU ESTAS DEMENTE? Tú quieres hacer de un problema doméstico una tragedia,
ponerlo peor todo. La mejor ayuda que le puedes hacer a tu padre es quedándote
de bajo perfil y no molestar.
–¿Sigues celoso? Como quisieras que mi papá
te cogiera y se casara contigo verdad. No sabes como gritarlo. Pero estás claro
que Ricardo no te va a parar bolas, te podrá coger de nuevo pero no será tu
novio nunca.
Victor agarró del cuello a Teodoro con
todas sus fuerzas. Lo miraba con odio a los ojos mientras el chico se le subía
el color a la cara primero roja, luego morada, los ojos de Teodoro se inudaron
de lágrimas, no hablaba ni se movía. Entró Ricardo.
Se le abalanzó a Victor y lo separó del chico
que cayó al suelo algo mareado yo tosiendo. Se desmayó.
–¡TEOOOO, TEOOO!
Ricardo lo levantó del suelo y salio
corriendo con él a su camioneta. Victor se quedó paralizado en la cocina con la
respiración acelerada y un fuerte dolor de cabeza.
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