Luego de hablar con Catire se fueron al
barrio donde vive Yorman para cuadrar la entrega del dinero y entregar a
Teodoro.
Catire salió a toda prisa al hospital.
–Cuando tengas el dinero, lo llevamos a un
lugar seguro dividiendo, un millón para tí y un millón para mi.
–Tas equivocao papá, hay que apartar unos
buenos dólares pa los que me van a ayudar a vigilar a tu papá y ver que no
hayan policías, van a estar armados y atentos.
–¿Y esa vaina cuánto será?
–son cuatro, 50 mil para cada uno.
–Mierda…ok
Ricardo fue con Victor y dos escoltas
dentro de la camioneta para dejar el dinero en el lugar acordado y sin avisar a
la policía, era de noche.
Uno de los escoltas se bajó con la bolsa
negra para depositarla en la alcantarilla que acordaron. Colocó la bolsa y puso
la tapa de nuevo, se levantó y con la mismas cayó al piso con un tiro en la
cabeza.
–Ni intenten nada extraño, se van de aquí
ahora mismo. Tres hombres encapuchados rodearon la camioneta. Ricardo puso
retroceso y se fue de ahí. El cuerpo del escolta se lo llevaron.
Un par de horas después Yorman y Teodoro se
repartían los dólares. El chico los guardó en casa del malandro. –Me dejas a
dos cuadras de mi casa, en interiores.
Al llegar al lugar, Yorman detuvo el carro
y lo apagó.
–De aquí yo me voy caminando hasta mi casa,
te vas con las luces apagadas.
–Chamo estás hablando con un profesional.
Mañana buscas tu mierda sino me la quedo, bájate.
–Quítate la franela.
–¿Para qué?
–Coño quítatela y te la pones en la mano,
para no dejar huella y me das un golpe en la cara, lo más fuerte que puedas.
Yorman se puso la franela en la mano, cerró
el puño y le dio un golpe en la cara, el chico se golpeó contra la ventana del
carro, quedó un poco atontado pero así salió del carro.
Iba caminando sosteniéndose de los árboles
hasta llegar a su casa. Estaban unos periodistas pero no lo habían visto. Tocó
el timbre y cayó al suelo.
Los
periodistas lo vieron y comenzaron a gritar, volvieron a tocar el timbre, fue
tal el revuelo que los vecinos salieron a la calle a ver que pasaba.
Ricardo y Victor levantaron a Teodoro del
suelo y entraron con él. Los escoltas se encargaron de retener a los
periodistas.
Interrogatorios, exámenes, averiguaciones.
Más de 15 días entre policías, investigaciones y el hallazgo de los
secuestradores muertos, lo que puso en duda el cautiverio del muchacho. Pero
Teodoro explicó que eran varias personas las que estaban involucradas, que, a
pesar de permanecer encapuchado la mayoría de las veces, los escuchaba y contó
como a siete personas.
Sus exámenes arrojaron que tenía VIH.
–Me violaron desde el primer día. -Dijo
mientras lloraba.
Ricardo dio la orden de buscar hasta por
debajo de las piedars a los otros secuestradores.
Teodoro no volvió a ser el mismo después
del secuestro. Se volvió sombrió, callado y con instintos asesinos a flor de
piel, aunque lo ocultaba frente a las consultas con el psiquiatra.
Ricardo seguía con su tratamiento dispuesto
a todo con tal de conquistar la reelección, el secuestro y regreso de Teodoro
logró aumentar su popularidad y más aún cuando en una rueda de prensa contó la
violación de su hijo para luego decir que perdonaba a los secuestradores.
Año y
medio después…
Yorman había sacado del rancho a empujones
a Teodoro. Cuando lo iba a halar por las piernas para dejarlo en la calle, El
chico se despierta de golpe exaltado sin saber donde estaba.
–Maaaarico me cagaste, pensaba que estabas
muerto.
–Estoy desnudo, ¿tú me ibas a dejar aquí
tirado? Mierda que dolor de cabeza.
–Ve a vestirte y te vas chamo, tengo vainas
que hacer.
Teodoro se vistió, no se duchó y despedía
un desgradable olor a cigarro, alcohol y sexo pero así mismo se fue.
Se montó en su carro, -Ya no tenía la
camioneta blindada, ahora tenía un carro cuatro puertas- y se fue para su
apartamento.
El apartamento que tenía se lo compró con
los dólares que le quitaron a Ricardo con lo del secuestro, estaba totalmente
equipado, vivía solo ahí, pero para los demás compartía el alquiler de ese
lugar.
Se duchó y volvió a salir a la calle.
Llegó a uno de los restaurantes de su papá
para almorzar, al verlo llegar le dieron la mejor mesa.
–Quiero que me atienda Darwin.
–Si señor, ya le decimos.
El mesonero se acercaba a la mesa.
–Hola Teo ¿cómo estás?
–Bien, ahora mejor porque te veo, ya te
deposité, te quiero en mi apartamento esta noche, te quiero coger.
–Me toca cerrar hoy y salgo después de las
12 de la noche.
–¿Cuál es el peo? Pides un taxi, yo te lo
pago cuando llegues.
Yorman aparte de mesonero era scort,
cobraba por sexo, bailaba en bares y acompaña a mujeres a eventos para luego
tener sexo con ellas, era alto, buen cuerpo y un rostro perfecto.
–No me tienes que pagar el taxi, yo lo pago,
imagino que depositaste más de lo que cobro.
–Por eso te quiero hoy, no quiero excusas.
Tráeme lo de siempre y una botella de whisky.
–¿Una botella?
–Si, quiero beber.
–ok
Yorman se fue. Frente a la mesa de Teodoro
estaban dos personas, los separaba dos mesas, una de las mujeres vio a Teodoro
y se levantó para ir a saludarlo.
El muchacho encendió un cigarrillo.
–Hola Bebé, ¿cómo estás? Tanto tiempo sin
saber de ti.
–¡Cooooño, Alaska! Maaarico, pero estás
cambiadísma, te ves más hembra, estás bella, buenota más bien.
–Gracias bebé, me hice tres operaciones,
unas cirugías.
–Ah que bien, ¿te cortaste el machete?
Alaska vio a los ojos a Teodoro, al hacerlo
se dio cuenta que no era el mismo chico de antes, su mirada era distinta, su
cara era otra, estaba demacrado y la piel reseca pero seguía igual de guapo que
hace un par de años.
–Si, ahora tengo vagina.
–Coño, que desperdicio, menos mal que probé
esa verga. ¿Y eso? ¿Que te dio?
–Han pasado muchas cosas, cosas que
cambiaron mi vida y decidí dar el paso.
–Siéntate.
–Estoy con alguien, mi novia.
–Siéntate. –Teodoro la saludó a lo lejos y
le pidió tiempo para que se sentara. –Así que cambiaron las cosas, que bien,
bien por ti, pero malo para mi, ese rolo era muy bueno, lástima que eres muy
intensa.
–Parte de mi proceso fue ese, cambiar mi
caracter, saber manejar las emociones y saber disfrutar del sexo sin volverme
loca.
–Te quiero ver la cuca, a ver como te
quedó..
–Que loquito eres, no.
–Anda. –Le dio un jalón al cigarrillo y botó
el humo hacia arriba. –Vamos a una oficina privada y te subes la falda.
–¿Para que quieres verme?
–Me da curiosidad, nunca he visto una cuca
hecha, vamos.
Alaska se acercó donde su novia para
decirle que iba a compañar a Teodoro a la oficina para darle una propuesta de
trabajo. Le dijo que era el hijo del Gobernador.
–Ok, no tardes, te espero.
Llegaron a la pequeña oficina, que usaban
para revisar facturas y órdenes de compra, había una computadora y algunas
cajas.
–Supe que te habían secuestrado, debe haber
sido horrible esa situación.
–Si, más o menos, cosas que pasan. Súbete
el vestido
Alaska lo hizo, debajo tenía una ropa
interior blanca de encaje, Teodoro se agachó y le bajó la prenda.
–¡Que bolas! La verga que te colgaba aquí
era divina, no verla es rarísimo, pero la cuca está perfecta.
–Gracias, aun falta para que se vea bien,
el proceso es lento.
–¿Pero ya puedes tirar? –El chico se
levantó.
–Si claro.
–¿Puedo tocarla? ¿Lubricas?
Alaska se quitó todo el vestido. –Sí,
tócala, con cuidado, no lubrico.
Teodoro se mojó tres dedos con la saliva y
llevó su mano a la vulva y lentamente
movía los dedos hasta meter uno mientras lo movía. La miraba a los ojos
y sonreía.
–Se siente bien, está húmeda y tibia.
–Si…se siente bien. –Alaska se le erizaba
la piel sintiendo como los dedos entraban
–Te lo quiero meter.
La mujer se echó para atrás. –No, eso no,
yo…ya no quiero nada con hombres. –El muchacho volvió a acercarse y puso su manos en su entrepierna
de nuevo.
-Vas a preferir un guevo de plástico que el
mio de carne. –Se desabrochó el pantalón y lo dejó caer.
–No es grande como era el tuyo pero esto te
hará gemir.
Alaska
lo vio y cerró los ojos, le apartó la mano al chico y buscó su vestido
para ponérselo, él se lo tiró al piso y la agarró por el cuello, la beso.
–Te voy a coger.
Alaska empezó a gritar y Teodoro la tiró al
escritorio, se montó sobre ella y la penetró. La mujer gritó del dolor cuando
el chico la penetró por completo. Con todas sus fuerzas ella lo empujó y lo
tiró al piso.
–ANIMAL, SADICO, ASQUEROSO.
–PUTAAA, SAL DE AQUI, VETE DE MI
RESTAURANTE.
Alaska salió y él detrás de ella
acomodándose el pantalón.
–Vean a esa puta, es un transexual, se
cortó el machete para ponerse una cuca. ¿Tú sabías eso, novia de Alaska?
Alaska cerró los ojos, la novia sorprendda.
No sabía.
–Déjame explicarte, vámonos de aquí.
–SI, VÁYANSE, SALGAN DE AQUI ENFERMAS.
-TE VOY A DENUNCIAR, ME VIOLASTE.
–AAAAAY SI, QUE SUFRIDA SE TE VEIA, SI NO
QUERIAS, NO TE HUBIESES QUITADO EL VESTIDO.
Alaska cogió su cartera y la de su novia y
salieron del restautrante mientras Teodoro les gritaba groserías ante la mirada
de los comensales que no entendían nada. El encargado cogió del brazo al chico
para que saliera del local también, pero él, haciendo valer su derecho a estar
ahí por ser el dueño, se soltó. Se fue a su mesa para comer lo que le habían
servido.
El encargado llamó a Victor para notificar
el incidente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario