–¿Qué te hicieron mientras estuviste
secuestrado? Ya casi dos años de eso, sigues irreconocible, delgado, ojeroso,
vives solo o quien sabe con quién, no trabajas y creo, como te veo, te estás
drogando y bebes. –Victor hablaba con Teodoro en la oficina.
Teodoro estaba fumando un cigarro mientras
estaba sentado en la poltrona algo escurrido con las piernas en el escritorio.
–¿Que me hicieron? Ya lo conté varias
veces, me cogieron, me drogaron, me golpearon. Sigo drogándome, fumo, mira,
bebo, tengo sexo, no trabajo porque gano plata con las empresas de Ricardo.
Vivo solo.
–¿Tú crees que el dinero te va durar toda la vida?
–Cuando Ricardo muera tendré más dinero.
–¿Eso es lo que estás esperando?
–Si, tiene cáncer de nuevo, y en el
páncreas, está jodido.
–Te puedo quitar las regalías mensuales.
–Yo te puedo quitar la vida a ti y a
Ricardo, soy el heredero universal.
Teodoro bajó las piernas del escritorio, se
fumó lo que le quedaba de cigarrillo y lo apagó en el cenicero. Se levantó de
la poltrona, se le acercó a Victor que también se puso de pie, se le acercó a
escasos centímetros de su boca.
–Padrino, padrino, sabes que no te haré
daño, solo quiero acostarme contigo de nuevo, dos años sin tener sexo contigo.
–Le apretó el pantalón en la entrepierna y le dio un beso en la boca.
–Tu boca apesta.
–Mi vida apesta. -Le dio otro beso en la
boca y en ese momento entraba Lucas a la oficina para entregar unas carpetas.
–Bueos días permiso. -Lucas miraba a
Teodoro con rabia.
–Ah ¿tú todavía trabajas aquí? Pero lo de ustedes va en serio.
–Lucas está trabajando medio tiempo en la
oficina, también está estudiando, cosa que tú no haces.
–¿Y ya viven juntos? ¿se cogen? Maaaarico,
se te dio la vaina, pero le acabo de proponer a mi padrino que me coja ¿no te
pones bravo no?
–No debería, él y yo no somos nada ¿verdad?
-Miró a Victor con reclamo, este miró al cielo subiendo los ojos.
–Teo vete ya ¿sí? Piensa lo que te dije,
piensa si quieres seguir con esa vida que te va a llevar a la tumba.
–Yo ya estoy muerto padrino, esto que ves
es un cascarón, yo no tengo salvación.
–¿Por qué no buscas ayuda Teo? -Le dijo
Lucas, que en ese momento le cambió la cara sintiendo pena por su amigo.
Teodoro se rió y se acercó a su amigo. –Yo
no quiero ayuda mi amor, yo quiero que esto termine. –Le paso la mano por la
mejilla, la llevo por detrás de su cabeza y le cogió el cabello. Le dio un beso
en la boca y así muy cerca de su boca le dijo algo a Lucas en susurro: –Cuida a
este guevón, es un gran hombre, no te arreches si me coge, él se quedará
contigo, aprovéchalo ya tiene casi 50 años, el machete se le va a caer en unos
años cuando tu tengas 30.
Lucas se puso a llorar mientras escuchaba a
su amigo. Victor los veía juntos con su mano tapándose la boca, tenía un nudo
en la garganta.
–Voy a aprovechar que están los dos aquí
para contarles algo que he tenido oculto desde hace casi dos años, siéntense y
pónganse cómodos.
Teodoro les contó la verdadera historia de
su secuestro y posterior liberación, como mataron a los secuestradores y él se
escapó con uno de ellos cobrándole a Ricardo el dinero.
–¿Fueron ustedes quienes mataron a los que
aparecieron en aquella casa ejecutados?
–Sí, bueno, yo maté a uno, mi pana mató a
tres. Donde vivo lo compré yo, jajaja, no vivo alquilado, es mio mio.
–Teodoro ¿tú te estás dando cuenta de lo
que nos estás contando? ¡Es muy grave lo que hiciste!
–¿GRAVE? Dos millones de dólares es la caja
chica comparado con lo que genera mi papá aquí y fuera del país.
–Me refiero al crimen que cometiste, bueno,
fingir un secuestro es delito también. Apareciste con un golpe, desnudo.
–Todo estuvo perfectamente planificado,
bueno, yo me voy, tengo que hacer unas compras.
–¿Drogas?
–Drogas, ropa y tengo que hacer mercado pa
la casa, aunque no como mucho la verdad.
Teodoro se fue de la oficina. Lucas estaba
impresionado con lo que acababa de escuchar y más aún con la tranquilidad con
la que estaba Victor.
–¿No piensas hacer nada? ¿Le vas a contar a
Ricardo? Victor este carajo es un demente, es un asesino, drogadicto y lo dejas
que se vaya.
–No pienso hacer nada Lucas, él mismo lo
dijo, él no tiene remedio, ya está muerto y aunque…-se le quebró la voz…Me
duela debo dejarlo ir, él no tiene arreglo, no hay quien lo pueda ayudar si él
no quiere ser ayudado.
–¿Lo quieres mucho verdad?
–A ese carajito lo adoro, no sé porqué pero
lo adoro, pero debo dejarlo ir. Por mi bien, por el bien de todos.
–Tengo miedo de lo que pueda hacer.
–Yo también Lucas, yo también.
Teodoro estaba en el centro comercial caminando, 10 pasos más atrás los escoltas.
Frente a él venía Renata, su hermana, al verse ella se puso nerviosa y se
detuvo. Teodoro se acercó.
–Hola hermanita. -Renata quedó petrificada al escuchar eso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario