martes, 17 de abril de 2018

INQUEBRANTABLE Temporada Final. Capítulo 2


Consiguió un uniforme parecido al de los camilleros. Se metió en un baño y se cambió. Inhaló un poco de cocaína. En la espalda, aguantado por el interior, se puso el arma. Antes de salir se puso la mascarilla en la cara y salió. Su destino era Terapia Intensiva.



Teodoro cruzó el pasillo dejando atrás a los tres escoltas y entró a Terapia saludándolos. Ubicó a Ricardo que estaba en una esquina apartado de los otros cubículos que estaban vacios. Estaba una enfermera.

–¿Qué hace aquí?

Teodoro sin mediar palabra sacó el arma y le dio un tiro a la mujer que cayó al suelo, El ruido del arma apenas se escuchó gracias al silenciador pero era algo que a Teodoro no le preocupaba. Se acercó a la cama y vio a su padre.

–<<Mátalo, es el momento, no hay nadie, no viene nadie tienes tiempo, házlo>> Una voz que escuchaba al lado suyo. A centímetros de su oído estaba Rebeca, su madre, Teodoro volteó a verla.

Era una imagen que se veía aunque el cuerpo era traslúcido.

–<<Házlo Teo, es lo que deseas, venga mi muerte aunque me odies, ten esa satisfacción>>

–Cállate, cállate, déjame en paz.

–<<No vas a tener paz hasta que mueras pero primero llévatelo a él y morirás en paz>>

Teodoro sudaba frío, se quitaba el sudor de su labio superior con el dorso de la mano que tenía el arma.

–<<Dispara o deconéctalo, ¿por qué tienes miedo? Ya has matado a mucha gente, ¿qué importa uno más?>>



Teodoro se acercó a los cables que mantenían vivo a Ricardo, los tomó. Su padre abrió lentamente los ojos. Teodoro se impresionó.

–<<Mira, abrió los ojos, mejor, que vea quien acaba con su vida. Házlo>>

Ricardo terminó de abrir los ojos y luego de unos segundos mientras lograba enfocar, apenas sonrió cuando vio que era su hijo. Los ojos de Teodoro se inyectaron de odio, los abrió y, con todas sus fuerzas arrancó los cables. Todo comenzó a sonar. La respiración del muchacho se había acelerado.

–<<Muy bien hijo, lo hiciste, lo hiciste, quédate y ve como agoniza, mira míralo>>

Teodoro no le quitaba la mirada al cuerpo de su padre que convulsionaba mientras los aparatos no paraban de pitar.



Teodoro se apartó de la cama viendo a su madre que se reía. Le disparó un par de veces cuando aparecieron el médico y otra enfermera, salió de Terapia corriendo con el arma en la mano, corrió por el pasillo disparando a los escoltas. No paró de correr hasta llegar a su carro y salir de la clínica.



Manejando a toda velocidad llama a François.

–< Ve al apartamento de la playa de Ricardo, nos vemos allá en una hora, ve para allá por favor, no preguntes> -Teodoro le pasó la dirección por mensaje. Cargaba las llaves del aparatmento que cogió en la casa de su padre antes de irse a la clínica.



Cuando tomó la autopista hacia el oriente del país lo detuvo una alcabala, como pudo escondió el arma.



–Estaciónese ahí ciudadano, cédula y documentos del vehículo. ¿Qué haces vestido así?

–Estudio medicina. Soy el hijo del gobernador.

–Y yo el papá de los helados. Radia este número y me avisas.

–Si jefe. –Le decía otro policía.

Luego de cinco minutos mientras revisaban la maleta llegó de nuevo el policía.

–jefe, el muchacho es el hijo del gobernador Sucre, dieron órdenes de que se vaya.



–Mmmm no estabas mintiendo. Por eso estamos como estamos, Papi te saca de los problemas.

–Se lo dije oficial, que era el hijo del gobernador.

–Dame algo pal café

Teodoro sacó un billete de 100 mil y se lo dio. –Mañana estás botado, disfruta el café.



El muchacho aceleró a toda velocidad y se perdió en la vía.

–Mamaguevo ese carajito.  ¡Jonás ven acá!





Una hora después llegaba Teodoro a la entrada de la urbanización. Llamó a François.

–<¿Dónde coño estás? Ya llegué, estoy en la entrada.

–<Ya voy para allá, estaba comprando unas cosas para el apartamento>

–<Te espero afuera porque no te van a dejar entrar>



A los 10 minutos llegaba François en su camioneta, ambos entraron a la urbanización, el hombre se estacionó donde le dijo el chico y lo ayudó a bajar las bolsas del mercado.

–Compraste para varios días.

–No sabía cuáles eran tus planes, decidí comprar varias cosas.

–Wao, hasta vino.

–Dijiste que querías hacer el amor, es una buena ocasión para tomar vino.



Llegaron al apartamento, hacía un calor insoportable y Teodoro encendió el aire acondicionado, acomodaron las cosas en la cocina y pusieron el vino tinto un rato en la nevera.



Se sentaron en el sofa de la sala, François veía a Teodoro a los ojos. Sin hablar sabía lo que había ocurrido unas horas atrás, el hombre movía la cabeza desaprovando lo ocurrido.

–Sabes como soy y lo que he hecho desde hace tiempo y te veo tan tranquilo, no te alteras, no te sorprende, me impresiona eso.

–Viví por más de 15 años con un asesino y vi la muerte de cerca, nada me sorprende en esta vida.

–¿No te da miedo estar cerca de mi?

–Me da miedo como vayas a terminar. Eres muy joven, creo que eso es lo que me impresiona de todo esto, eres un chamo.

–Siento que tengo como 40 años, han pasado tantas cosas en mi corta vida que ya es momento de partir.

–No quiero que te vayas. -Apretó los labios y sus ojos se inundaron.

–Ley de vida señor, ya mi tiempo terminó.

–No quiero perderte, no quiero perder a alguien más. Sé que en el fondo eres una buena persona pero hay que escarbar en todo ese fango que tienes sobre ti para encontrar al verdadero Teo.

–En otra vida será que nos encontremos. Quiero hacer el amor contigo.

–Solo te voy a pedir algo.

–¿Qué será?

–No te drogues, te quiero sano en esa cama, te quiero a ti, no al Teo eufórico.

–No lo haré, hoy, quiero que esta noche sea inolvidable.



Teodoro se le abalanzó y lo besó en la boca, François respondió al beso mientras sentía la mano de Teodoro en su pene apretándolo.



–¿Estás claro que este puede ser el último día que nos veamos?

–Lo tengo claro, por eso quise verte aquí, hoy es nuestra última noche juntos.



Volvieron a besarse y se desvestían mutuamente.

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