En el área de Terapia Intensiva, a media
luz y fría, solo estaba Ricardo Sucre. Por un tema de seguridad todo el piso
permanecía custodiado.
Victor estaba a su lado a pesar que no
puede permanecer mucho tiempo. No paraba de llorar. Dejó en la oficina a su asistente
encargado de todo, si había que firmar algo se lo harían llegar a la clínica.
El gobernador, padre de Teodoro permanecía
en coma, su situación era delicada, más aún con el cáncer que lo aquejaba.
Apenas despuntaban los primeros rayos de
sol y François abría los ojos. Se estiró quitándose la sábana que estaba sobre
él y Teodoro que aún dormía en posición fetal, estaba desnudo.
Fue al baño a orinar, se lavó las manos y
se fue a la cocina a preparar café. En su cabeza no se iba lo que vivió con su
novio por más de 15 años. Un sicario que tenía sobre sus espaldas varios
muertos y ahora, en su cama, un muchacho de apenas 18 años cargaba con cuatro
muertos.
Teodoro se escondía en casa de François
tras la amenaza de su padrino.
Comenzó a preparar el desayuno cuando
siente que unos brazos lo rodean por la cintura.
–¿Y usted porque se despierta tan temprano? Vamos a la cama.
–Buenos días chamín, ya los viejos como yo
no necesitamos dormir tanto. ¿tienes hambre?
–Tengo ganas de meterme algo.
–En mi casa no va a suceder, ya te lo dije
anoche. Toma estas pastillas. –Cogió un frasco y le dio un par de pastillas,
eran unos calmantes.
–¿Que es esto?
–Para la ansiedad, no preguntes tanto y
tómatelas ya.
Teodoro se tomó las pastillas con una cerveza
que tomó de la nevera. –Gracias por recibirme en tu casa.
–Nada que agradecer, aunque me puedes meter
en un problema, puedes quedarte el tiempo que creas conveniente.
–Marico soy un asesino. Yo siendo tú
estaría cagado.
–¿Por qué?
–Bueno que te pueda matar…
–¿Tienes motivos para matarme? ¿Te he dado
motivos para que me mates?
–No…bueno…es que…yo…
–Tú Teo estás mal, mandaste a matar a tu
padre, no lo lograste, mataste al sicario, a tu madrastra. O vas preso o a un
centro psiquiátrico.
–Anoche la tirada no fue normal, marico no
parece que tengas casi 60 años.
François lo vio a los ojos y se dibujó una
sonrisa en su cara.
–Quiero ayudarte pero tú no te dejas.
–Yo no necesito ayuda François, yo necesito
un abrazo, cariño, eso me basta para irme de este mundo feliz.
–¿No eres feliz?
–No conozco ese estado. Mi madre no me lo
permitió desde que estaba en la barriga, desde ahí me insultaba, cada vez que
lo hacía me movía en esa barriga, le daba patadas y ella me insultaba aún peor.
–¿Te acuerdas de eso?
–Me acuerdo de cada palabra que me decía.
Te mentí, fui feliz una vez, cuando supe que había muerto por la golpiza y el
disparo que le dio Ricardo.
–Ay Teo, eres un niño para hablar así y
cargar sobre ti tanto odio.
–No es mi culpa que me hayan tratado mal.
–Pero sí es tu culpa que no hayas cambiado
esa terrible situación y hacer algo bueno con eso y no lo que has hecho con tu
vida Teo.
–Ya no hay nada que hacer. -Teodoro dio
media vuelta y se fue al enorme ventanal y se apoyó en la baranda mirando a lo
lejos. François lo veía desde la cocina, la silueta del muchacho le gustaba,
apenas se distinguían sus nalgas, subía hacia su espalada viendo sus anchos
hombros, apesar que ahora está más delgado sigue siendo un chico atractivo. Se
acercó y lo abrazó.
–¿Qué vamos a hacer contigo? –Le pasó sus
brazos por el pecho y apoyó su barbilla en el hombro del chico que comenzó a
llorar.
–No hay nada que hacer François, ya el mal
está hecho, me voy sabiendo que Lucas está con un buen hombre.
–¿Y tu papá?
–Ricardo no murió, está en coma, es una
lástima. La basura hay que liminarla. –François soltó a Teodoro y se alejó unos
pasos, su rostro se puso serio, el chico volteó extrañado.
–¿Por qué te alejaste, por qué no me
abrazas?
–Teo, no me gusta que hables así, todavía
hay chance de rectificar y salir de ese hueco oscuro en el que estás metido.
Teodoro se acercó al hombre y le dio un
beso en la boca.
–No te preocupes por mi, lo mejor que
puedes hacer por mi es que estés cerca de Victor y Lucas.
–Te tengo mucho cariño carajito y no quiero
que te pase algo, no quiero perder a los seres que quiero. -François comenzó a
llorar.
–No te pongas así, tienes a tu hija, vas a ir
con ella, no vas a estar solo. –Le pasó la mano por la mejilla mientras se
sonreía.
–Jack debió ser un gran tipo, lástima que
era un sicario. Pero yo no soy Jack ni soy el gran amor de tu vida, no me
extrañes y no te angusties por mi, yo sé cuál es mi destino y no tengo miedo.
Buscaré otro sitio donde quedarme.
–No te estoy botando Teo, puedes quedarte
aquí.
–No quiero meterte en problemas.
–Yo asumo el riesgo pero quédate. Vamos a
desayunar, tengo que terminarlo.
Regresaron a la cocina, François terminó de
cocinar y sirvió. Se sentaron.
–Te has puesto a pensar que si tu papá
muere, es probable que tu padrino se tenga que enfrentar a la justicia. Van a
escudriñar hasta el último rincón para descubrir toda la corrupción detrás de
Ricardo Sucre.
–Mi padrino sabrá como salir de eso, es un
tipo muy inteligente y con malicia.
–Tu padrino va a sentirse muy mal si muere
Sucre y si te pasa algo a ti.
Teodoro bajó la mirada, viendo el mesón, no
había pensado en eso, levantó la cabeza y pasó sus manos por el cabello.
–Daños colaterales que se superarán, pero
Ricardo Sucre no puede permanecer vivo mientras yo esté en este mundo.
François se tapó la cara con sus manos
soltando un suspiro, se levantó a buscar jugo de naranja en la nevera y sirvió
en los dos vasos.
–Carajito, no lo hagas por favor, vas a ir
preso, la policía te va a atrapar.
–François, te dije que no tengo miedo, no
me importa la cárcel, tengo una misión en esta vida, sea mala o buena esa
misión, pero la voy a cumplir.
François le pasó la mano por la cabeza, una
lágrima se delizó por su mejilla mientras veía a Teodoro comer sin ninguna
preocupación o ansiedad, ni siquiera remordimiento.
Terminaron de desayunar y fueron a ducharse.
François lo enjabonaba con dedicación mientras el chico cerraba sus ojos y
dejaba que el agua le cayera en la cara.
François se agachaba para enjabonar las
piernas del muchacho y sus genitales, que, al contacto con sus manos y el jabón
comenzó a erectarse. Aprovechó y se metió el pene en la boca sintiendo como
crecía. Mientras mamaba pasaba el jabón entre las nalgas. Teodoro ponía sus
manos en la cabeza de François.
Unos minutos después, François recibía la
descarga de semen del chico que se estremecía mientras le caía el agua en su
cuerpo. El hombre se levantó del suelo sintiendo dolor y una de sus pienas se
le había dormido.
–¿Estás bien?
–Si, si, me duele la cadera y la pierna se
me durmió, ya no soy un carajito para estár
tumbándome en el piso.
–Yo te ayudo, ven. –Teodoro lo abarzó
ayudándolo a salir de la ducha
El chico secó con la toalla al hombre que
se sonreía al verlo. –Nunca pensé en verte en estos menesteres, secándome el
cuerpo jejeje. Este es el Teo que quiero.
–Deja la mariquera François.
–Yo sé que conmigo te sientes bien, que te
gusta estar aquí, viniste a mi después
de…. -Teo le puso la mano en la boca. –No lo digas, no hablemos de eso, ya,
suficiente lo que ya hablamos, quiero que este lugar sea nuestro espacio, el
oasis donde desconectarnos.
Terminó de secarlo y comenzó a vestirse.
–¿Vas a salir?
–Si, tengo que hacer algo.
–¿Te acompaño?
–No, no querrás ir donde tengo pensado.
–Teo, Teo, Teo.
–Ya François, no hay nada que puedas hacer
y no me detengas porque yo te quiero mucho pero no me importará matarte si te
interpones en mis asuntos y lo digo en serio.
–Es tu vida Teo, no puedo hacer nada, eres
mayor de edad.
–Antes de irme de este mundo quiero hacer
el amor contigo de nuevo, quiero morir feliz.
Le dio un beso en la boca por varios
segundos, agarró su bolso, las llaves del carro y se fue del apartamento.
Esta historia me ha tenido pendiente de forma perenne, muy buen trabajo!
ResponderEliminarMuchas gracias!!!!!
Eliminar