Débora y su mamá se levantaron más temprano que de costumbre para hacer varias diligencias, entre ellas ir a la comisaría para poner la denuncia contra Rendel, para luego ir a la fiscalía. También tenían que buscar unos productos para el salón de belleza pues en tres días reabrían la parte del local que se había quemado. Alejo se encargaría hoy de abrir el salón y en un chance libre terminar de pintar y acomodar los muebles nuevos que llegaron.
–<<Coño Régulo ahora no puedo, estoy en el salón de belleza y Débora llega más tarde>>
–<<Bueno, cuando llegue te vienes yo estoy libre hoy>>
Hubo un silencio y luego respondió.
–<<Ok Régulo>>
–<<Mi pana pero deja de enrrollarte, ya esto lo hicimos hace añales y yo te tengo ganas desde esa vez y más nunca lo hicimos>>
–<<Exacto, eso fue hace tiempo y ya yo no estoy en esas>>
–<<Tranquilo que eso no se olvida, yo te pelo ese culo y verás como te acuerdas y me vuelves a coger como aquella vez, te espero, avísame>>
Cerró la llamada y tuvo que acomodarse el pantalón pues tenía una erección.. Al ver que estaba todo en orden se fue al local de al lado para continuar acomodando, le dijo a uno de los empleados que le avisara cuando algún cliente fuera a pagar.
–Verga primo así no se trata a la familia. Mi mamá te manda a decir que cuando puedas pases por la casa y le arregles unos enchufes.
–¿Por qué no se los arreglas tú?
–Toy full ocupado papá.
–No cero que hayas venido a decirme sólo eso, podía haberme llamado mi tía directamente.
–Es verdad bicho. Dile a tu noviecito que no le de por ir a denunciarme a la policía, porque yo no le quemé esta vaina, que averigue bien.
–Un poco tarde, ya está en la policía. –Ah bueno, dile al maricón ese que se ande con cuidado.
–Le vuelves a decir maricón y te mato mamaguevo y mosca si le tocas un pelo porque no te va a reconocer ni tu madre
–Lo soltó y le dio un empujón sacándolo del local.
Al girarse vio a las dos mujeres sentadas, vio a Débora y se sonrió. A ella se le tensó el cuerpo al verlo. Era uno de los amigos de la pandilla de Rendel.
–Ah pero si es la Débora la peluquera. ¿No te dijo Rendel que no lo denunciaras? ¿Qué estás haciendo aquí?
–¿Quién es usted? –Dijo Desiré–.
–Es amigo de Rendel mamá.
–Así es doñita.
–Vámonos mamá aquí no tenemos nda que hacer con este aquí.
–Pero aquí hay otros policías, podemos denunciarlos.
–Ja, ja, ja doñita, no se moleste.
–Vámonos de aquí, iremos a la fiscalía. Ustedes van a pagar por lo que han hecho.
–¿Pero vas aponer la denuncia como Arquímedes o como Débora?
–¡Imbécil! Te vas a arrepentir.–No señorita, vinimos a poner una denuncia y uno de los denunciados es policía, si ustedes mismos tienen a los malandros aquí adentro, no hay nada que hacer, buenos días.
Desiré la detuvo en la calle para hablar con ella.
–Mi amor, cálmate, escúchame. ¿te acuerdas lo que nos pasó hace unos años? Salimos de eso y ahora no podemos decaer.
–No me estarás insinuando que mate a Rendel.
–Nooo, nooo, no, quiero que nos enfoquemos, no decaigamos, esa gente no va a poder con nosotros, vamos a sentarnos y ver como podemos meterlos presos.
Se pusieron a trabajar y Alejo le dijo a Débora que iba a comer con Régulo, más bien invitarlo a almorzar para pagar el favor que les hizo con lo del incendio. Ella no estaba muy convencida, notaba algo raro en eso pero no le quedó más remedio que aceptar pues fue un inmenso favor el cambiar lo del siniestro.
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