El niño y la muerte.
Eran las 11 de la mañana, el último recreo del día para entrar a la
última clase. Carmelo de 5 años, se aleja de sus compañeros para ir a la zona
donde hay varios árboles sembrados en línea pegados a la pared que delimita el
colegio con el terreno de al lado.
Llega ahí para buscar lo que ya había visto antes, un pajarito muerto.
Suena el timbre y guarda el ave en su bolsillo. Entra a su salón.
Al llegar a su casa, se baja del autobús y lo recibe en la puerta la
muchacha de servicio.
–¿Y mi mamá hoy tampoco está? -Le dice a la doméstica, ella le
responde que no.
–Otra vez está haciendo diligencias pero me dijo que comieras todo y
te acostaras.
–No tengo hambre, súbeme una malteada.
–Tienes que comer.
–Cuando venga mi mamá
Subió corriendo a su cuarto. Cerró la puerta y metió su mano en el
bolsillo, puso el pajarito en la cama y se agachó para sacar debajo de su cama
una caja de madera.
La abre y un fuerte olor putrefacto invade el cuarto, Carmelo cierra
los ojos y contiene la respiración, al abrir los ojos se le ilumina el rostro y
una sonrisa aparece en su cara, coloca el nuevo integrante de su mortuoria
comunidad animal, dentro de la caja.
Tocan la puerta. Era la muchacha con la malteada, Carmelo le abre y a
la joven le viene como una bofetada el fuerte olor, pero Carmelo no la deja
entrar y le quita el vaso para cerrar la puerta y seguir en lo suyo.
Al nuevo integrante lo envuelve en un pañuelo blanco, cuando se
dispone a guardarlo en la caja junto con los otros animales putrefactos se abre
la puerta.
–OTRA VEZ ESTÁS CON LO DE TU CAJA, NIÑO ASQUEROSO, TE DIJE QUE NO
QUERIA VER ESO AQUÍ. Tomó la caja y la lanzó por la ventana, y haló por la
oreja a su hijo. –¡Maldita la hora en que me quedé embarazada!
Fernanda es una mujer exuberante, viste muy llamativa con ropa
ajustada de colores y muchos accesorios. Casada con un hombre de mucho dinero,
lo engatusó y luego de 3 años de matrimonio, por un descuido de ella, queda
embarazada, algo que no soportó y solo mantuvo su embarazo por el dinero y
porque su marido anhelaba un hijo para perpetuar su apellido.
Carmelo no recibe de su madre ningún gesto de cariño, contados son los
momentos y sólo cuando está el padre presente, que tampoco le hace mucho caso,
solo está pendiente de hacer más dinero para dejárselo a su hijo y que se
encargue de los negocios.
Le dio 4 nalgadas a Carmelo y lo dejó en el rincón castigado. –Ahí te
vas a quedar hasta que almuerce y suba. A ver si se te quita esa manía de
agarrar animales muertos ¡ENFERMO!.
Carmelo se quedó llorando en su cuarto pensando en su caja. Ya a su
corta edad pensaba en quererse ir de ahí a una casa grande para recoger todos
los animales muertos.
Una mañana Carmelo despierta con la noticia que un compañero del
colegio murió de neumonía. Gerardo el papá de Carmelo, va con él al funeral
pues sus compañeros le iban a dedicar una canción de despedida.
Luego de la canción, los adultos estaban en el salón donde estaba la
urna del pequeño. Los niños no podían entrar pero Carmelo burló la seguridad y
aprovechando que había poca gente se acercó a la urna montado en una silla.
Vio a su compañerito acostado y vestido con el uniforme del colegio,
Carmelo sonreía y lo acariciaba. Le recorrió un escalofrío por el cuerpo que
erizó sus diminutos vellos, no entendía que pasaba pero se sentía bien
contemplando a su amigo inmóvil. Se acercó más y lo peinó con sus dedos posó su
mano sobre la de su compañero y comenzó a orinarse en los pantalones.
–CARMELOOOO, ¿QUÉ HACES? –De un tirón Gerardo sacó de ahí a su hijo
para la parte de afuera de la funeraria.
–Te orinaste, coño ¿hasta cuando te vas a orinar carajito? Vamos a
despedirnos, coño ahora donde saco una toalla, me vas a manchar el asiento.
Camelo no le quitaba la mirada a la urna.
Con 18 años, la madre internada por alcohólica y su padre enfermo de
cáncer, Carmelo convenció meses atrás a Gerardo para estudiar medicina y
especializarse en Forense y también para estudiar tanatopraxia. El futuro de
Carmelo estaba asegurado, ya era mayor de edad y podía disponer del dinero de
su padre.
Gerardo le quedaban meses de vida, que, a pesar del dinero, el cáncer
lo había consumido.
Una tarde luego de una extensa jornada de clases en la Universidad,
Carmelo le da la cola a 4 de sus compañeros, 2 muchachos y 2 muchachas, una de
ellas se interesaba por Carmelo. Se llama Olivia, él le gustaba como amiga y
más nada pero ella siempre insistía, así como insistió en ir de copiloto.
Mientras que Carmelo manejaba ella ponía su mano en la parte interna
del muslo, lo miraba y se mordía los labios.
Cuando pasan un puente que atraviesa el rio que recorre la ciudad, uno
de los muchachos grita advirtiendo de algo que vio en el río.
–Mira hay un muerto. -A Carmelo le comenzó a latir el corazón
rápidamente, frenó el carro en pleno puente y se asomó, como los demás, a ver
donde estaba el cuerpo.
–Arranca Carmelo que ascooo.
Siguieron el camino y Carmelo comenzó a pensar que excusar dar para
dejar a sus compañeros en algún sitio.
–Chicos, los tengo que dejar en alguna estación de metro, se me olvidó
que hoy tengo que visitar a mi mamá. –Olivia volvió a poner su mano en la
entrepierna y notó algo. Se le acercó al oído.
–Lo tienes parado, que rico, vamos a tu casa.
–Chicos los dejo aquí, hablamos mañana, Olivia, me tengo que ir.
Se bajaron del carro. Olivia se quedó viendo a Carmelo por la ventana,
él se limitó a levantar la mano para despedirse. Estaba sudando frío y
nervioso.
Mientras buscaba un lugar para dejar el carro recordó la última vez
que vio un cadáver tan de cerca, tenía 15 años. En esos días en que se sentía
solo pues su madre permanecía alcoholizada y su padre trabajando, su único
refugio era leer sobre cadáveres, como conservarlos, tantopraxia y todo lo
relacionado con los muertos. Su habitación estaba decorada con cráneos y
figuras representativas de la muerte. La muerte para Carmelo era el escape a
una vida sin amor, sin afectos y sin familia. Se fue a pasear al parque cercano
a su casa y al llegar casi al final del lugar se consigue con el cadáver de un
joven.
Carmelo se acercó y se sentó al lado y comenzó a desvestirla. Con cada
botón que soltaba era más lubricación que su miembro expulsaba, su pantalón
humedecido delataba su excitación. Desabrochó el pantalón y metió su mano hasta
sentir la vagina e introdujo sus dedos. Aún estaba el cuerpo tibio y esa zona
húmeda. Carmelo cerró los ojos y siguió explorando hasta que escuchó voces. Se
levantó y salió corriendo. Hasta ese día vio un cuerpo tan cerca hasta ahora…
Estacionó el carro y se fue hasta el rio a la altura donde habían
visto el cuerpo. Lo vio y el corazón le bombeaba más fuerte y decidió bajar.
Mientras más cerca estaba del cuerpo su respiración se agitaba y ya estaba
entrecortada. Una vez al lado del cuerpo, su entrepierna humedeció y su pene en
erección. El cuerpo ya tenía varias horas de estar ahí pero no estaba
descompuesto.
Se agachó y como pudo le bajó el pantalón, era un hombre tumbado boca
abajo. Se desabrochó su cinturón y se bajó los pantalones. Su pene luchaba por
liberarse del interior que lo aprisionaba, Carmelo estaba a punto de bajárselo.
–HEY, HEY, FUERA DE AHÍ ¿QUÉ HACE?
Habían llegado los bomberos, Carmelo aún no se enteraba de eso.
Ando full Daniel, pero quizás más adelante si no lo hace usted intente yo convertir esto en guión de cortometraje... Más que capítulo 1 parece obra completa. Siga adelante
ResponderEliminarWao, muchas gracias, es una historia meas extensa que se desarrollará en las proximas semanas, son 5 historias la que hay en esta novela.
EliminarCaramba Daniel, A pesar de lo álgido del tema, es bastante excitante la narración... Estaré pendiente de seguir la historia.
ResponderEliminarMuchas gracias! esta noche a las 9, otro capítulo
EliminarNo veo la hora de que esto se convierta en una miniserie, mucho exito Daniel.
ResponderEliminarGRACIAS!
EliminarHola daniel es said estoy empezando a leer me gusta esta nueva trama, este estilo, el toque que le das.
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