El hombre puso su mano en la cabeza de Darwin para que siguiera
mamando, empujaba con fuerza.
–Lo dice la firma de tu mensaje en el celular, sigue mamando.
Darwin siguió en lo suyo, relajaba su mandíbula y garganta para poder
tragarse el pene, cada vez que lo sacaba de su boca, la saliva colgaba de sus
labios que se quedaban pegados al pene. Tomaba aire y seguía.
–Quiero hacerte el amor. -Dijo el hombre.
Darwin se detuvo de nuevo. –Es como muy grande esa frase cuando estás
pagando por sexo, ¿no crees?.
–Tú inspiras eso chamín. Túmbate en la cama.
–Vamos a encender una luz o a abrir la ventana, no veo un coño.
–Déjalo así y haz lo que te digo.
Darwin se acostó boca arriba. El taxista sacó un condón del bolsillo
de su pantalón.
–No me hubiese imaginado que un taxista tuviera el dinero para
gastarlo en sexo y quedarse tan tranquilo, es buen negocio trabajar un taxi. -El
muchacho estaba un poco desconcertado por la situación.
–A ti eso no debe importatrte, lo que quieres es que te paguen ¿o no?.
–Si bueno pero…
–Sube las piernas. -Darwin las subió y las extendió hacia los lados
pero el taxista las tomó y se las llevo hacia su cabeza una a cada lado.
–Sostenlas ahí.
Se montó sobre Darwin, tomó su pene para dirigirlo al culo del muchaho
y comenzar a penetrarlo muy lentamente.
El taxista se estremecia cada vez que empujaba un poco más, su piel se
erizaba, comenzaba a temblar. Se agachó más y tomó la cabeza de Darwin, acercó
su cara y lo besó en la boca apasionadamente, con eso dio el último empujón
para penetrarlo por completo. A Darwin se le escapó un gemido mientras lo
besaban.
–“Wao este tipo besa divino y con esa barba se siente rico”
–“Darwin, Darwin ya eres mío, eres mío, por fin eres
mío”
Gonzalo no aguantó y con sus manos apretó la cabeza del muchacho
mientras se corría dentro. Volvió a besar a Darwin mientras le corrían las
lágrimas. Se detuvo, se giró a un lado y se acostó boca arriba.
Unos minutos después Darwin habló.
–Tenías razón, me hiciste el amor, primera vez que estoy con alguien y
me coge así como tú lo hiciste.
–Yo también lo disfruté y mucho. Voy a ducharme.
Se levantó de la cama y se fue al baño. Cerró con llave y comenzó a
llorar. Su llanto era ahogado por el televisor que había encendido Darwin y
veía un canal de videos. Mientras estaba en la ducha sentía escalofríos, por
primera vez había estado con el hombre que amaba y este no lo sabía pero eso no
le importaba, lo había conseguido.
El cuarto seguía en penumbra, sólo iluminado por la pantalla del
televisor. Gonzalo salió del baño, se tapaba la cara disimuladamente con la
mano, tomó la ropa y comenzó a vestirse.
–¿Tú no eres uno de tantos clienes que he tenido? Verga tu cara me es
conocida, pero en esta oscuridad. -Gonzalo sacó un paño de su morral y lo metió
en el bolsillo.
–Voy a encender la luz. –Dijo el muchacho esitrando el brazo hacia
atrás para llegar al interruptor. La encendio y Gonzalo se puso la gorra.
Se puso la vicera a un lado y se acercó a Darwin para besarlo.
–No puede ser, eres tú Gonzalo ¡Eres tú! Pero…¿por qué coño?
–Shhh calla mi amor cállate, no digas nada. –Se acercó a Darwin y sacó
el paño de su bolsillo para ponérselo en la cara.
–No digas nada y nada te pasará mi amor, quédate tranquilo, tranquilo,
tranquiiiilo.
Darwin quedó recostado en la cama pero despierto, estaba atontado.
Gonzalo terminó de vestirse y volvió a acercarse al muchacho y le dio
un beso en la boca.
–Vas a estar bien mi amor, Jehová te va a cuidar. Te amo, ya eres mío,
sólo mío.
Salió de la habitación rumbo a su vehículo.
Casí 3 horas después, tocan insistentemente la puerta de la habitación
hasta que Darwin reacciona, se levanta y se tapa con las sábanas, un poco
aturdido, abre la puerta.
–Señor ya tiene que desalojar la habitación o le tenemos que
cobrar nuevamente.
–Si, si, ya me voy, disculpen, ya.
Cerró, miró a todos lados de la habitación. –Era Gonzalo, tiré con
Gonzalo, ¿pero que me hizo? ¿Dónde está?. –Todavía atontado, se vistió sin
ducharse para salir a toda prisa, tomó el celular para llamar a Sebastián
mientras se iba del hotel.
–Contesta, contesta coño.
Cerraba la llamada y volvía a llamar. –Contesta, contesta. ¿Dónde voy?
¿Será que voy al apartamento? ¿Y si está Gonzalo? No joda qué coño, voy para
allá y lo enfrento.
Llegó al edificio y vio el carro de Sebastián, tocó el capó del carro.
–Está frío, que raro, ¿será que llegó hace rato?, Mierda yo tenía que ir a sacarme
los exámenes.
Subió al apartamento y abrió con cuidado. Cerró la puerta y todo
estaba en silencio, tal cual como lo dejó en la mañana.
–Gonzalo estuvo aquí anoche, me esperó para hacerme la carrera,
entonces vio a Sebastián. -Al decir eso sintió como el corazón le dio un
brinco y corrió a su cuarto. Abrió la puerta y al ver la cama palideció.
Gonzalo seguía en la cama acostado pero las sábanas estaban teñidas de
sangre.
-No, no, no, NO, NO, NO, NOOOOOO SEBASTIAAAAAN NOOOOO, NO, NO, NOOO
maldita seeeeaaa nooooo.
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