Por la boca muere el pez.
–<Marico, ¿puedes hablar?> -Eduardo llamaba a su amigo Diego.
–<Te aviso, estoy en clases>.
Un rato después Diego llama a Eduardo y este le cuenta lo de Victor,
le dice que el muchacho es muy guapo así como le gustan pero “es demasiado
loca, una niña”. Diego se ríe y así está por varios segundos.
–<¿Te gusta el chamito?>
–<Bueno sí, me gusta y tira rico, aguanta que jode, pero es muy
marica>
–<Échale bola, ¿qué es lo peor que puede pasar? No sales más y ya>.
–<Es como una raya salir con una loquita ¿no? Me van a decir
maricón.>
–<Es que eres maricón Eduardo, mijo tirátelo otra vez y ya no lo
vuelves a ver pero si estás con dudas es que sientes algo.>
Eduardo colgó la llamada, terminó de desayunar cerca de su trabajo y
se fue a la tienda.
Al llegar vio a su compañero de trabajo que era parecido a Victor, no
tanto físicamente sino en actitud y pensó que eso no era lo suyo.
–Rodolfo, ¿te puedo hacer una pregunta?
–No mi amor no quiero ser tu novio. No me gustan los papeados
–No idiota no es eso. ¿Tu novio…es como tú?
–¿Gay? Obvio mi amor, ¿estás bien?
–No chico, como tú, así como muy femenino.
–¿Que si es loquita? No sé normal, yo me quiebro más si a eso te
refieres ja, ja, ja
–¿O sea tú eres la pasiva?
–De verdad Eduardo yo pensaba que tú eras distinto pero ya veo que
tanto pincharte te embruteció.
–Yo no me meto nada, bueno disculpa.
–Para que te quede claro mi amor yo soy el activo en la relación, si
quieres te lo demuestro cogiéndome ese culo durito que tienes.
–No, gracias.
–¿Y a que viene esa pregunta?
–Ayer me tiré a un carajito y es bien loquita.
–Qué básico eres Eduardo, no me extraña que no tengas pareja, de
verdad. Aja ¿y qué pasa?
–Coño que me gusta. Verga ¿es que acaso me tienen que gustar las
locas?
–No, pero tampoco ser despectivo.
–¿Te he tratado mal a ti? Llevamos 3 años trabajando juntos y nos la
llevamos bien.
–Bueno no. Ajá, te gusta, ¿y si te gusta para que le das tanta vuelta?
Sal con él y a ver que pasa.
–Es que es peluquero.
–Aaaay Eduardo, no me jodas, voy a sacar los pantalones outlet para
acomodarlos, chao.
Eduardo se quedó ahí parado. Entró una clienta con 2 escoltas.
–Buenos días joven busque al dueño y dígale que está la señora del
gobernador.
–¿La señora del gobernador? Si esta no es, que bolas es la amante.
Enseguida señora, ¿quiere un café?.
–Quiero que cierren la tienda, llame al dueño.
Eduardo le fue a avisar al encargado de la tienda, al regresar la
mujer entró al despacho y los escoltas se quedaron abajo.
–Epa Eduardo ¿qué más?
–¡Coño Luis! ¿Ahora eres guardaespaldas?
–Me pagan más que en la policía.
Se le acercó al escolta y le susurró al oído. –¿Y esta tipa es la
amante?
–Si, pero cállate.
Eduardo le contó a su amigo de Victor y volvió a tener la misma
respuesta: que se lanzara.
–Me debes una tirada.
–No me vas a coger mamaguevo.
–Entonces échale bolas al peluquero. Te voy a coger un día de estos
así sea borracho.
Al día siguiente mientras se vestía, fue un momento a la cocina a
servirse un jugo, miró a la papelera y vio la tarjeta de Víctor arrugada.
Guardó el número en su celular y le escribió.
–<Hola, Es Eduardo de Grindr, tiramos la otra vez ¿estás en la
peluquería?>
–<Hola papi, si, abrimos a las 7 ¿Vas a venir?>
–<Paso en un rato>
Victor les contó a todos en la peluquería que Eduardo iba para
allá, previamente les había contado que lo conoció por Grindr y se habían
acostado.
Eduardo llegó a la peluquería, se puso frente a la puerta y dudó. Vio
al suelo y entró.
Los dos primeros que que estaban en la entrada, un gay y un transexual
lo reconocieron por la descripción.
–Hola guapo, buenos días, ¿estás buscando a Victor?
–Hola…si…pero ¿cómo saben?
–¿Es verdad que lo tienes grueso? –Le preguntó el gay.
–Yerson, deja de preguntar esas cosas. No le hagas caso cariño, es
golosa, el tamaño no importa, lo importante es saber usarlo.
Eduardo estaba poniéndose nervioso. –Disculpen pero ¿está Victor?.
–Ya viene, está comprando unas cosas ¿quieres cortarte el cabello?.
Pasa por allá para que te laven esa cabezota papi.
Eduardo pasó a lavarse el cabello.
Era una de las mujeres.
–Disculpa a todos esos locos, están emocionados por Victor que ya
tiene novio y encima es guapo, se ponen así de impertinentes
–¿Novio? Yo no soy novio de Victor.
Apareció Victor y Eduardo se levantó de la silla.
–¡Viniste! –Victor se le acercó y le dio un beso en la boca.
–¡Epa¡! ¿qué haces mi pana, ya va, deja la vaina, yo vine a saludarte
¿cuál es tu peo?
–Bueno yo…disculpa…es que…
Eduardo se fue de la peluquería dándole un empujón a la puerta de
vidrio que hizo un fuerte ruido al cerrarse de nuevo.
–¿Ustedes que le dijeron a Eduardo que se fue así?
–Nada, nada, lo saludamos y fuimos atentas con él.
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