Débora y Alejo
Débora
es una muchacha de 24 años, de profesión peluquera –estilista, como le
gusta que le digan–. No terminó sus estudios de bachillerato por las
contínuas agresiones de sus compañeros, sólo llegó al 9no grado pero no
se dejó vencer por las circusntancias y con esfuerzo, trabajo y el apoyo
de su madre ahora tiene un salón de belleza cerca de donde vive en una
zona populosa de la ciudad.
Cuando Débora nació sus padres le
pusieron Arquímedes, un nombre de varón porque ella nació hombre. Desde
muy pequeño Arquímedes se vestía de mujer e intentaba maquillarse con
las pinturas de su madre.
No fueron pocos los correazos que recibió
de su padre cada vez que lo encontraba vestido de niña cuando tenía 6
años. Su madre Desiré se limitaba a ver como le pegaban a su hijo
mientras sus otros hermanos mayores que él, también observaban el
maltrato.
Desiré no se escapaba de los golpes de su esposo.
Cuando Arquímedes ya tenía 10 años lograba escaparse de su padre para
que no lo golpeara, pero la rabia de no poder pegarle a su hijo, la
pagaba su esposa.
Cuando Arquímedes comenzaba el 9no grado ya
recibía por parte de sus compañeros del liceo golpes e insultos diarios.
Su comportamiento era femenino y era el blanco de burlas de casi todo
el liceo. Él decidió dejar de estudiar y comenzar a trabajar, vendiendo
tortas y dulces en su casa con la ayuda de su mamá. A partir de ese
momento comenzó su transformación como mujer, se vestía y actuaba como
tal. Se sentía mujer, era una mujer en el cuerpo equivocado. Soportó
burlas de sus vecinos, las aguantaba con entereza, pero no aguantaba los
reproches y golpes de su padre que ahora cuando llegaba borracho
arremetía contra él con la mayor brutalidad.
Una noche que
Arquímedes llegaba de la calle encontró a su padre golpeando su mamá en
la habitación. Sus hermanos no estaban. Entró y sin pensar cogió de la
peinadora unas tijeras y se abalanzó sobre su padre clavándole las
tijeras una y otra vez hasta que dejó de moverse.
Luego del
escándalo vecinal por el asesinato, Desiré le confesó a la policía que
ella había matado a su esposo en defensa propia. Gracias a la ayuda de
amigos abogados logró evadir la cárcel, aunque estuvo unas semanas
detenida. Tuvo que ir a terapia.
A los 16 años Arquímedes toma una decisión importante en su vida. Quiere vivir como lo que es,
mujer. Su madre lo apoya en todo lo que emprendiera su hija, así que
fueron al médico para comenzar su tratamiento hormonal y paralelo a eso
consultas en el psicólogo.
Desiré no era una mujer de mucho
dinero, pero gracias a la costura y repostería ganaba lo suficiente,
aparte de un dinero ahorrado por años junto a su marido. Con los ahorros
y el dinero que entraba en casa, comenzó en secreto, primero a buscar
un local y luego equiparlo. Quería regalarle a su hijo un salón de
belleza.
Luego de 4 años el sueño se hizo realidad y cuando
Arquímedes, que ahora se llama Débora, cumplió 20 años, su maddre le dio
las llaves del local.
–Aquí tienes mi amor, este es tu futuro, feliz cumpleaños.
Débora abrazó a su madre llorando. Ese día también cumpliría otro sueño: Se colocaría los senos.
6:30
de la mañana y Débora como todos los días ya estaba en el salón
barriendo y acomodando para que a las ocho de la mañana todo estuviera
listo. Entre las 7:30 y 7:45 llegan los tres empleados que tiene; dos
muchachas que la ayudan a cortar el pelo y un joven que hace las manos.
Y
como todas las mañanas minutos antes de abrir pasa una pandilla del
barrio y se pone frente al local a gritarle groserías e insultos a
Débora mientras se ponen las manos en la entrepierna y hasta unos se
atreven a sacarse el pene y orinar la entrada.
–MARICÓN, MARICÓN, un día te vamos a coger los seis pa que dejes la guevoná.
A Débora le recorría un escalofrío cada vez que la pandilla llegaba a su local.
Los
martes curiosamente suelen venir más clientes hombres que mujeres y
hoy llegó un hombre alto y fornido, es un vecino de la cuadra que
Débora conoce de hace muchos años pero era la primera vez desde que
abrió el local que iba a cortarse el cabello ahí.
Alejo
tiene 27 años, es buhonero pero de profesión ingeniero, por
circunstancias de la vida su familia quedó sin trabajo y sin dinero y
tuvieron que mudarse a un lugar más modesto. No ha podido ejercer la
profesión pues no tiene experiencia y tenía que trabajar para traer
dinero a casa. En el barrio le temen por su estampa de hombre alto y
corpulento.
–Hola Arquímedes ¿cómo estás?
–Hola, bien…pero no me llames Arquímedes, Alejo, soy Débora.
–Disculpa, es que es la costumbre.
–¿Y eso que poooor fin decidiste venir a cortarte el pelo aquí?
–Porque me han hablado muy bien del local y quería conocerlo y probar.
–Que
bueno, espero que salgas complacido –Débora lo miraba por el espejo y
le sonrió colocándole la mano en el hombro que sintió duro como una
roca, lo que hizo que se estremeciera.
Alejo desvió la mirada hacia su hombro para verle la mano y levantó la mirada para verla a través del espejo.
–También vine porque me daba curiosidad verte cerca y saber que es verdad que eres mujer.
Débora apartó la mano del hombro.
–No soy una atracción de circo para que vengas a corroborar si soy hombre o mujer, te voy a pedir que te retires.
–Pero Arquímedes no me malinterpretes, es solo que…bueno…no podía creer lo que… decían.
–Débora,
me llamo Débora. No sigas hablando que te hundes más –Sintió
indignación al ver que el hombre que le gustaba sólo sentía “curiosidad”
por ella.
Alejo salió del local con el rostro rojo de la pena.
Ya fuera del local se acercó al vidrio de la vitrina y le dijo
–Perdón–Débora le leyó los labios pero volteó la cara para buscar unas
toallas y atender al próximo cliente.
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