jueves, 20 de agosto de 2015

SE ME ANTOJA QUERERTE 9 #SMAQ

Débora y Alejo.

15 días después del incidente con Rendel, Débora le confesó a su mamá lo que había hecho. Desiré la abraza y ambas comienzan a llorar y así están varios segundos.
Al separarse Desiré mira a los ojos a su hija y lo que le dice le eriza la piel a Débora.

–Mi amor, llevas sobre ti la muerte de dos personas, dos hombres que han sido malas personas en esta vida, pero no se vale que vivas con esa cruz encima, no te lo mereces, has sido buena, has trabajado toda tu vida para tener lo que tienes ahora y no quiero que por esto que hiciste vayas a ir presa.
–No creas mamá que me siento orgullosa por lo que hice, todavía sueño con papá y me reclama lo que le hice y eso me atormenta.
–¿Por qué nunca me dijiste eso?
–No quería angustiarte, ya teníamos suficiente con el juicio y los problemas económicos para yo agregarle más problemas a esto.
–Vayamos a la iglesia y recemos ambas, vamos a hacerle una misa a tu padre y si quieres confesarte con el padre, házlo, libérate de todo eso.

Desiré fue a la iglesia para hablar con el padre para que cuando oficie la misa incluya a su difunto marido. También le dijo que su hija iría a confesarse.
–Hija mía, querrás decir tu hijo, se llama Arquímedes.
–Padre no volvamos a lo mismo, se llama Débora aunque sus documentos digan lo contrario.
–No podemos cambiar los designios de Dios  Desiré, tú pariste un varón y así será cuando venga a confesarse, un hombre.
–Pero vendrá vestida de mujer como lo que es Padre.
–No puedo negarle la entrada a la casa del Señor, aquí todos son bienvenidos.
–Regresaremos mañana a la hora de la misa y luego nos confesamos.

Al día siguiente Desiré le pidió a su hija que se vistiera menos llamativa y sin maquillaje para ir a la iglesia, no por ella sino por el cura para que no hablara tonterías.
Luego de la misa y comulgar, Débora se acercó al confesionario donde estaba el cura esperándola.
–Avemaría purísima
–Sin pecado concebida
–¿Desde cuando no te confiesas hijo?
–Desde la primera comunión.
–¿Tienes pecados que confesar?
–Si padre…¿lo que yo diga aquí queda en secreto de confesión?
–Totalmente hijo, lo que me cuentes aquí se quedará.
Unos segundos de silencio devino en un suspiro para luego comenzar a hablar.
–Padre he cometido un pecado mortal.
–A ver Arquímedes, cuéntame, no creo que sea tan grave, nos conocemos, debes estar confundido.
–He matado a dos personas

Al cura le empezó a latir rápidamente el corazón, sudaba frío y un fuerte dolor le invadió la cabeza.
–Padre, ¿me escuchó?
–Si…espera, es primera vez que me enfrento a algo así. ¿Me estás diciendo que asesinaste a dos personas?
–Sí…a mi padre…hace unos años, yo era menor de edad y fue cuando intentaba violar a mi mamá y hace unos días a una persona que me violó.
El cura empezó a tener taquicardia, la frente le brillaba por las gotas de sudor –Continúa–.
–A mi padre lo maté con unas tijeras que le clavé en la espalda, a la otra persona le disparé con un arma que me dieron para matarlo. Me he sentido muy mal desde que han ocurrido esas dos muertes, no he podido dormir bien desde entonces Padre pero…no me arrepiento de eso, sé que es horrible lo que estoy diciendo pero siento que merecían morir. Esperar para que en este país metieran presos a ambos no iba a estar fácil…fácil fue lo que hice, terminé con el problema de raíz pero ahora tengo otro problema, no puedo dormir pensando en esos muertos. ¿Qué hago Padre? ¿Qué debo hacer? Dígame algo –Débora agachó la cabeza y esperó unos segundos para que el cura respondiera pero no hubo respuesta–.
–Padre, Padre ¿está ahí? ¡Padre!

Débora se levantó y fue hasta la pequeña puerta y la tocó.
–Padre, padre, ¿me escucha? –Abrió la puerta y consiguió al cura sentado apoyado del respaldar con los ojos abiertos. Al moverlo por el brazo, se inclinó hacia un lado y cayó en la madera donde está la rejilla . Débora se le acercó para ver si respiraba, le puso los dedos en el cuello y no sentía los latidos. Salió de ahí corriendo buscando a su mamá.

–¡Mamá, mamá, el Padre está muerto, se murió, se murió dentro del confesionario!
Ambas regresaron corriendo al confesionario y volvieron a verlo. Desiré comenzó a gritar pidiendo ayuda, varios feligreses que aún estaban en la iglesia se acercaron y sacaron al cura del pequeño habitáculo y lo acostaron en el piso para reanimarlo pero todo fue infructuoso, al cura le había dado un infarto fulminante.

Cuando llegó la ambulancia y los paramédicos lo corroboraron. Algunos feligreses que conocían al sacerdote coincidieron en que sufría del corazón como él mismo le había dicho a algunas personas.

–¿Alguien estaba con él cuando le ocurrió el infarto?
–Si…bueno…yo…estaba confesándome cuando de repente no lo escuché más y me preocupé, fue cuando decidí abrir la puerta a ver si estaba bien

Luego de un par de horas, después que se fue la policía, Alejo estaba en la iglesia saliendo con Débora y la mamá que los dejó solos para que hablaran.

–Yo maté a tu primo Alejo, lo maté –Se puso a llorar mientras Alejo la abrazaba–.
–Tranquila, Dios, ¿pero por qué? ¿Qué pasó?.
–Puse la denuncia y uno de los policías me dio un arma para que lo matara, me dijo que iba a ser más rápido así que esperar que fuera preso y bueno…le di cuatro tiros y lo maté.
–Pero estás segura que lo mataste.
–Bueno, lo vi tendido en el piso lleno de sangre con los cuatro tiros en su cuerpo.
–Nadie sabe nada de él y mi tía ha llamado a la morgue y a los hospitales y nada.
–Tiene que estar muerto, los disparos no se los di tan lejos.
–Débora, Débora, Débora, así no se hacen las cosas.
–Yo lo sé, pero tú querías matarlo.
–Sí pero no es que lo iba a hacer.
–Si, bueno, lo hice yo, ya me encargué del asunto.
–No te voy a dejar sola en esto, ya veremos como hacemos.
–Quiero aprovechar esto e irme a operar de una vez, ya tengo la documentación, la clínica en España y el dinero, no quiero esperar más. ¿Me quieres acompañar?
–Wao, mi amor, me dejas frío –Alejo no se imaginaba que ya tendría el dinero y mucho menos que le pediría que la acompañara, pero aceptó–.
–Claro, claro que voy contigo, quiero apoyarte en todo, sabes que cuentas conmigo.
–Te amo mi amor, no me dejes sola en esto.
–Claro que no,  vamos esta semana a hacerte todos los exámenes y que te den el informe psiquiátrico y luego armamos lo del viaje y el ingreso a la clínica.

Luego de un mes ya estaban listos para viajar. Desiré se quedaría al mando del salón de belleza junto con el empleado más antiguo del negocio. El puesto de buhonero de Alejo se lo dejó de momento a un buen amigo de la zona. Entre la operación y el post operatorio estarían más de un mes en España.

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