lunes, 10 de agosto de 2015

SEXTA TEMPORADA Se me antoja quererte 1


Alonso y Amado

Alonso dejaba todo listo en la oficina; pautas, productores, talento, catering. Dejó encargada de todo a su asistente, el tenía que ir a la casa de la playa  de Amado para hablar con él. Mientras iba en la carretera hablaba con unos amigos sobre Amadeo para que lo contrataran una noche.
Había cerrado una negociación, la semana que viene terminaría con el papeleo, la firma y pagar.
Amado estaba en su casa. Se disponía a bañar a Daira ahí mismo en la cama, él  no podía levantarla el solo. La enfermera no fue más porque no le pudo seguir pagando, sus hijos no quisieron colaborar con él pues nadie estuvo de acuerdo en su matrimonio con Daira.
El dinero ahora no le alcanzaba. Tomó la decisión de no alquilar la casa sino venderla para comprar algo más pequeño y ahorrarse un dinero para poder vivir con eso.
Daira había tenido una leve mejoría, pero no podía caminar, movía torpemente los brazos y no podía ayudar mucho para el manejo y traslado de ella hacia la silla de ruedas. Amado ya no tenía la fuerza y vitalidad para cargarla y moverla pero hacía lo que podía.
Dos horas después del baño, darle la cena y dormirse, Amado estaba recostado en el sofá esperando que llegara Alonso que apareció a los 10 minutos.Al verse, Amado lo abrazó y le dio un beso en la boca. –No sabes cuanto te deseo–
 Alonso le quitó la camisa y se desabrochó el pantalón. Amado se agachó y comenzó a hacerle sexo oral.
–¿Daira dónde está?
Amado se detuvo –Durmiendo, tranquilo–.
Mientras estaba agachado se desabrochó el pantalón y se puso de pie –Penétrame, lo quiero–.
Alonso lo volteó y lo sentó en el sofá y comenzó a penetrarlo. Alonso no podía sacarse de la mente el día que tuvo sexo con el nieto de su exnovio. Cuando estaba concentrado en el sexo, se escucha una campana y luego el ruido que hizo al caerse al suelo.
–Es Daira, me necesita –Se levantó y se subió el pantalón.
Alonso le hizo gracia eso y se vistió. Fue a servirse un vaso de agua mientras esperaba a Amado.
Daira había despertado sobresaltada, nada importante. Regresó a la sala.
–Listo, no era nada. ¿Seguimos?
–Nooo, ya se me quitaron las ganas. ¿Tú crees que podamos caminar por la playa a esta hora? Quiero conversar pero no aquí adentro.
–Si, pero no nos vayamos muy lejos, por Daira.
Salieron a caminar y Amado le dijo que había decidido vender la casa, de hecho, ya estaba vendida. Alonso le dijo que él la compró, algo que lo sorprendió, no se lo esperaba.

–¿Pero por qué tú?
–Bueno, me interesa tener una casa en la playa para cuando me esté viejito.
–¿Pero me vas a dejar  que me quede aquí?
–Me dijiste que aquí no querías quedarte,  yo de momento la alquilaré para temporadistas, me dijiste que querías irte a la capital para tener todo cerca.
Un silencio invadió el entorno mientras caminaban por la orilla de la playa y se mojaban los pies.
–Me puedo quedar en tu apartamento mientras consigo un apartamento pequeño para Daira y para mi.
–Me estás pidiendo algo un poco difícil. Es complicado, va a cambiar mi rutina
–Pero si vas a estar trabajando y llegarás en la noche.
–¿Tú estás escuchando lo que dices? Parece que estoy hablando con mi hijo. Claro que va a cambiar, llego a mi casa y está mi ex con su esposa enferma invadiendo mi espacio.
–Bueno, entonces déjame estar en la casa de la playa…creo que fue un error venderla.
–No, te puedes quedar en la casa. Un mes, te doy un mes apenas te mudes a mi casa, luego verás que haces y para que veas que no soy tan malo, pondré una enfermera y no quiero desastres, no quiero que esto entorpezca mi día a día.
–Haré todo lo que esté a mi alcance para que no sientas que Daira está ahí.
–Eso va a ser difícil pero bueno, te lo agradezco.
–Estás muy aprehensivo conmigo.
–¿Te parece? ¿Por qué será?
Dieron la vuelta para regresar a casa y cenar algo para acostarse.
Ya sentados en la mesa frente a la piscina comiendo una pasta a la marinera con una copa de vino blanco Alonso le comentó algo.
–¿Sabías que tu nieto se prostituye?
Amado detuvo su copa en sus labios y la dejó en la mesa –¿Qué?
–Así como lo oyes, me enteré por un amigo que lo maneja, bueno que le maneja los clientes.
–Pero ¿cómo, cómo, cómo sabes que es mi nieto? ¿Te dijo el nombre?
–No, llegó a mi casa y tuve sexo con él. Bien caro que cuesta, pero vale la pena.
Amado se levantó y tiró la servilleta de tela en la mesa. Entró a la casa y comenzó a lavar los platos, Alonso trajo los platos de afuera y se los puso en el lavaplatos.
–Disculpa que te lo haya dicho, per creo que tenías que saberlo.
–¿Y me tenías que decir que te tiraste a Amadeo? Podías ahorrarte el comentario.
–Podría, pero prefiero decírtelo.
Dejó a Amado lavando los platos y se fue al cuarto donde estaba Daira. Encendió la luz y ella estaba despierta, al verlo se puso tensa y empezó emitir un sonido pero Alonso le dijo que guardara silencio y se sentó al lado de ella en la cama.
–Tu esposo lo consiguió, se mudan para mi casa, así que te tendré cerca. Ah y esta casa ahora es mía, la compré, un caprichito. Bueno, te dejo, descansa, nos vemos mañana.
Se levantó y se fue a buscar a Amado que ya estaba limpiando la cocina.
 –No sé si llamar a mi hijo y decirle lo de Amadeo.
–Tu nieto es mayor de edad y está ganando mucho dinero, decirle a tu hijo eso es como empujarlo a que se vaya de casa, cosa que me parece bien, pero no sé si su madre esté de acuerdo.
–¿Por qué me contaste eso? ¿Para mortificarme, para vengarte de mi por lo de Daira, por irme a vivir a tu casa?.
–Un poco de todo. Vamos al cuarto quiero tener sexo. Te espero allá.
 Alonso fue hacia el cuarto sonriendo.

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