domingo, 4 de marzo de 2012

EL ATAQUE DEL OSO

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Oía el sonido del látex frotando mis nalgas, o era el ruido de su enorme verga a punto de atravesarme, -estas bien bueno- decía.
Unas manos gruesas y velludas acariciaban mis nalgas, las apretujaban, mi cuerpo desnudo sobre el colchón, mi espalda era visitada por la lengua de aquel sujeto, -en serio que estas bien rico- su voz golpeaba mi cabeza, ahora una de sus manos dejaba de tocar mis nalgas y llevaba sus dedos a mi boca, con mis ojos cerrados aún, comencé a succionarlos.

Su cuerpo desnudo se frotaba contra el mío, mi piel velluda y pálida se erizaba a cada contacto de su piel gruesa y también velluda que parecía un oso, mi 1.60 de estatura no era nada para los casi 2 mts de aquel tipo, sacó sus dedos de mi boca y con mi saliva en ellos atravesó mi ano.

Su cuerpo seguía pegado al mío, cada vez con más velocidad, hasta que finalmente dijo –es hora de cogerte-. Separó violentamente mis nalgas, soltó una gran cantidad de saliva escupiéndo mi culo y tomando su verga con ambas manos la fue metiendo poco a poco, el dolor que sentía era insoportable, sentí como si me hubieran atravesado con un hierro, su cuerpo se dejo caer haciéndome dar alaridos de dolor, a él parecía no importarle y mientras volvía a poner sus dedos en mi boca para que los succionara me comenzaba a coger frenéticamente, el dolor era tanto que comencé a adormecerme.

Seguía sacudiendome con fuerza mientras yo me delbilitaba, en ese momento me da la vuelta vuelve a penetrarme y me alza en peso; él parado al lado de la cama sigue cogiéndome, cuando está a punto de venirse, me lanza en la cama, se sube y de pie, acaba sobre mí, mientras yo acostado viendo caer la leche desde las alturas sobre mi pecho y cara. –que puta eres- me dijo, se vistió y se fue.

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