sábado, 21 de septiembre de 2013

TRIPLE EQUIS. El buen amigo de mi papá.


En una de las tantas reuniones que organizaba mi papá en casa ocurrió algo. A esas reuniones solo asistían hombres entre 35 y 50 años, yo nunca había estado en una porque no me llamaba la atención y más teniendo 18 años. Un día se me ocurrió quedarme a ver que tal. Desde hace mucho tiempo, como cuatro años, que me gusta un amigo de mi papá, su nombre es Ernesto. Varonil de unos 40 años, buen físico, cabello oscuro corto, ojos marrones, casi siempre viste formal, casado y con un hijo, del cuál soy amigo. El día de la reunion, donde conversan sobre distintos temas mientras cenan y beben, estaba un poco nervioso porque iba a estar en la cena con el hombre que me gusta y otra gente. Mientras me arreglaba pensaba en él, cuando iba a casa de mi amigo, su hijo, a jugar, me quedaba mirándole el paquete al padre sin que éste se diera cuenta. Al bajar de mi habitación ya estaban algunos pero Ernesto aún no llegaba. Pasó media hora y empezamos a cenar, hasta que llegó él excusándose de que no conseguía taxi, estaba con un pantalón negro, una camisa blanca que la tenía hacia afuera y algo sudado por el apuro. Al verlo allí parado con la camisa hacia afuera, su pantalón marcando el paquete y todo sudado me puso mal. Luego se acomodó la camisa y se sentó a mi lado. Me saludó de una palmada en la espalda diciendo: -¡Me da mucho gusto verte, campeón! Yo le sonreí, no pude decir nada.



Seguí comiendo y conversando con los demás. La cena había comenzado a las nueve de la noche y ya era pasada la medianoche. Algunos ya se habían retirado, el día siguiente era laboral y la mayoría tiene familia. Nos quedamos cuatro personas, entre ellos Ernesto. La mayoría había bebido, ya se les notaba los estragos del alcohol incluyendo al pana que me gusta. Al rato mi papá me dice que va a llevar al otro hombre que se había quedado con nosotros a su casa, Ernesto le dijo que no había problema, que mientras recogíamos y limpiábamos todo. Yo asentí con la cabeza y nos miramos fijamente a los ojos. Al quedarnos solos Ernesto dice: -¿Me esperas? Debo ir al baño-. Pero lo seguí, yo también tenía ganas. Ambos entramos al baño, mos desabrochamos el pantalón y nos pusimos a orinar. No me pude aguantar y me fije en su pene, quedé impresionado. Era largo, grueso y cabezón. Por lo menos 20 cms. tenía aquello. Ernesto se da cuenta que lo veo y mientras se sacudía su vergame me dice riendo: -¿Qué pasa amigo? ¿Te gusta? No supe que decir, me dio vergüenza y me hice el loco… pero me agarró del brazo y me dijo:-Si te gusta, tócalo. ¡Dale! Sin pena, como si fuera el tuyo. No lo podía creer, tenía ese trozo en mis manos. Le estiraba el prepucio hacia atrás y hacia adelante haciendo que él se excitara, su pene comenzaba a crecer mientras él soltaba unos gemidos. De repente me frena y se saca del pantalón las bolas, bien gordas, enormes y peludas.



 Lo seguí pajeando otro rato, la cabeza era roja. Me volvió a frenar y me dijo: -Chúpalo, bien rico. Este guebo por hoy es solo tuyo. Al oír eso se me erizó el cuerpo. Me arrodillé y comencé a saborear aquel pene grueso, empecé por la puntita hasta meterme la cabeza entera en mi boca, luego seguí y seguí. Él me embestía tan fuerte que sus bolas me golpeaban en el cuello. Le pasaba la lengua por toda la verga, le lamía el frenillo, el glande entero, luego el tronco y hasta las bolas que no me cabíabn en la boca. Mientras yo mamaba, él me iba dilatando el culo con sus dedos. Me gritaba:-Mmm, ¡que bien que lo mamas carjito!
Primero me metió un dedo, luego dos y tres. Estando los dos completamente excitados y desnudos, me puso en cuatro y apoyó su pene en mi culo, de a poco sentía como ese enorme glande se iba entrando en mi culo aún cerradito. Al principio me dolía un poco y costaba entrar, pero luego de varios intentos pudo penetrarme por completo. Nuestros gemidos nos ponían salvajes. Me cogía más y más fuerte. Su cuerpo sudado contra el mío me ponía me excitaba más. Me daba Fuertes nalgadas mientras me decía:- ¡Ah, sí! ¡Que culo más rico coño, va a ser solo mió!.
El sonido de sus bolas chocando con las mías me volvía loco.
Después de estar disfrutando un rato así, me montó en el lavamanos, que era amplio, mirando hacia el techo, poniendo mis piernas en sus hombros. Le pude ver la cara de satisfacción y admirar sus pectorales velludos. Lo único que se escuchaba aparte de los gemidos era el golpeteo de sus bolas contra mi culo.
Comenzó a masturbarme y se mordía su lengua mientras veía mi cara de excitación, la mezcla de dolor y placer al mismo tiempo lo ponía rudo. Hasta que dijo:-¡No aguanto más, voy a acabar…!
Sacó su verga de mi culo y me la puso en la boca, comencé a darle una última mamada. Al poco rato, Ernesto comenzó a soltar chorros de leche en mi boca y luego en mi cara. Trataba de tragarme ese lechero, no quería desperdiciar ni una sola gota. Mientras seguía botando todo eso, me daba cachetadas y eso me puso a mil. Él terminó de pajearme con sus manos.
Estuvimos un largo rato entrelazados, con nuestros cuerpos llenos de sudor y semen. Luego nos duchamos, nos vestimos y él se despidió con un fuerte abrazo. ¡Te veo la próxima reunión, campeón!.



Y nos vimos en las próximas reuniones y cuando su esposa no estaba y su hijo tampoco.

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