Llegó el día de la
operación de Trinidad, el día más importante en la vida del jóven que nació
hombre pero se siente mujer desde que tiene uso de razón. Una operación sin
precedentes tomando en cuenta que es menor de edad y afroamericano.
Trinidad estaba en
la camilla asistido por un par de enfermeras, el médico cirujano encargado de
la reasignación de sexo, otro médico cirujano y un anestesiólogo. –Lo primero
será quitarle estas prótesis que cuestan miles de euros jejeje– Un par de
prótesis llenas de la más pura cocaína. Sería el pago por trabajos realizados,
favores y otras diligencias. –Ahora le colocamos sus dos nuevas tetas y
comenzaremos a ponerle su nuevo genital
a esta nueva niña, espero que sepa lo que está haciendo porque esto no tiene
marcha atrás.
Luego de ocho
largas horas, daban los toques finales a la nueva vagina. Donde antes había un
pene –que ya no queda nada de aquel trozo de carne–ahora hay una vagina recien
construída, inflamada, con un drenaje. Un aspecto terrible si en este momento
Trinidad quisiera verla. Los médicos satisfechos pero agotados. El jóven, ahora
mujer perdió mucha sangre que requirió transfusiones pero todo salió excelente.
La recuperación será lenta.
Dos días después
de la operación fueron a buscar a Trinidad a la clínica para llevársela a su
nueva casa; un prostíbulo. El mejor y más grande de Sarrebruck. –¿Dónde me llevan? Todavía estoy
convaleciente, necesito quedarme aquí recuperándome–Cállate y obedece, te vamos
a llevar a tu nuevo trabajo, no te creas que esta operación te va a salir
gratis– La ahora mujer, Trinidad, estaba adolorida, aún con el drenaje y los
puntos en la entrepierna, no hubo autorización para llevársela pero eso no
importó para que la gente de Orinoco se la llevara.
Entraron en la
camioneta, la montaron atrás con otro escolta.–Nos volvemos a ver Trinidad–era
Asuán, que, con un beso en la boca saludó a Trinidad. –Estas fría, ¿Qué te
pasa?–Tengo escalofríos, creo que tengo fiebre–Vámos rápido al negocio que la
revise el médico de allá. Te tienes que recuperar pronto porque esa vagina nos
tiene que dar mucho dinero–decía Asuán mientras le metía la lengua en el oído
derecho a Trinidad. Llegaron al local e inmediatamente ingresaron a la muchacha
al servicio médico.
Tres meses después
de haber matado a sus padres el nuevo Falcón era irreconocible. Sin expresión,
sin cabello, sin sentimientos. Un cuerpo trabajado en el gimnasio y con la
ayuda de complementos e inyecciones de esteroides anabolizantes. Lo
convirtieron en una máquina de matar. Ahora estaba en prácticas de tiro y artes
marciales. Ya cargaba con seis muertos a sus espaldas.
Una tarde en la
que Potro lo dejó libre, se montó en su camioneta a recorrer la ciudad. Pasó
por una heladería y se consiguió a Catia con unas amigas. –Falcón, ¿eres tú?,
pensábamos que estabas muerto igual que tus pap…–Despídete de tus amigas y
vente conmigo–Ya va, no puedo ahora..– Falcón la tomó fuerte del brazo y se la
llevó arrastrada de ahí, sus amigas comenzaron a gritarle que la soltara.
Falcón sacó su arma y disparó contra el vidrio de la entrada de la heladería lo
que hizo que todos se agacharan y gritaran, aprovechó y montó a Catia en la
camioneta.
Icoa se levanta de
su amplia cama, se estira y camina hacia el gran ventanal que tiene la inmensa
habitación que le dieron una vez que comenzó a trabajar y facturar grandes
cantidades de euros. Abre las cortinas, toma una bocanada de aire y deja caer
su bata quedando completamente desnuda. Hoy es su cumpleaños número 17, aunque
sus documentos reflejan que son 19, en el prostíbulo la venden como la
virginal y menor de edad, algo que no es
totalmente falso. Se acercó al gran espejo y comenzó a ver su cuerpo.–Al
comienzo te odié, no era lo que quería, me arrepentí de haberlo hecho…pero a
partir de hoy vas a triplicar el dinero que hacemos para esta puta
gente–Trinidad, ahora Icoa, le hablaba a su vagina.
Al mes de llegar al negocio de la prostitución, la
pusieron a trabajar. “La transexual negra latina” así la vendían al mejor
postor. Sus primeros clientes tenían que conformarse con penetrarla por el ano
pues su vagina aún no estaba lista para el sexo. Todavía dolían las heridas tanto
físicas como mentales. Trinidad al verse a los días de la operación lloró,
quería volver a ser hombre, maldijo el día que decidió operarse, pero todos
esos pensamientos y frutraciones desaparecieron el día que comenzó su nuevo
trabajo. Tres hombres la compraron para esa noche, pagaron un alto precio para
hacer lo que quisieran con ella, la drogaron, le hicieron beber, cada uno la
penetró, iban turnándose. Le introducían dildos, doble penetración, fisting,
sado, todo lo inimaginable y pervertido que se les ocurrriera hacerle, lo
hicieron sin contemplaciones. Es día quedó adolorida, traumada, sin fuerzas,
colapsada y con la vagina maltratada sin haber sido penetrada. Los siguientes
dos meses no fueron muy distintos.
–Ahora si voy a
sacarle dinero a este cuerpo y voy a mudar a mi familia del barrio. Todo sea
por tener dinero, no me importa lo que me hagan, voy atener dinero para hacer que lo que me dé la
gana–Tocaba con sus dedos la hasta hoy virgen vagina. Tocan la puerta del
cuarto y la abren. Era Asuán.
–Ya tú sabes a lo
que vengo, vas a ser mía antes que de cualquier viejo enfermo de los que vienen
para acá. Te lo dije el día que nos conocimos, vas a ser mía esta vez como Dios
manda–Le introdujo los dedos y comenzó a besarla. Asuán es un hombre fuerte,
atlético y alto, alzó a Icoa y la llevó cargada hasta la cama y la tumbó. Se
quitó la ropa. –Estoy enamorado de ti desde que te vi en ese aeropuerto. Te
quiero sólo para mí Icoa, te voy a sacar de aquí pronto– Comenzó a besarla,
bajó a sus pechos y comenzó a lamer sus pezones, primero uno y a los segundos
el otro, siguió bajando hasta llegar a su vientre y suavemente comenzó a
soplarle la piel hasta llegar a su entrepierna, con sus dedos abrió los labios
e introdujo su lengua para comenzar a lamer aquella oscura vagina que se le
antojaba apetecible.
Detuvo la
camioneta en una zona apartada, boscosa y solitaria. –Pásate al asiento de
atrás–¿Qué vas a hacer?–Falcón sacó el arma y con un gesto de amenaza le dijo
que se colocara atrás. –Quítate la ropa–Lo hizo, él no. Sólo sacó su pene por
el cierre del pantalón. Sin preámbulos, sin lubricación previa y sin gestos de
ternura la penetró. Salvaje, como un animal, sexo por sexo. Catia gritaba del
dolor, Falcón la embestía con rabia y gritando… –PERRA, ERES UNA MALDITA PERRA,
AHORA YO TENGO EL PODER MALDITA BASURA– la agarraba del cabello y le metía la
pistola en la boca haciéndole daño. –Voltéate– la penetró por detrás
igualmente con la misa furia que como
empezó. La jaló del pelo con toda su fuerza mientras derramba internamente todo
su semen. –Ahora vístete para llevarte a tu casa–.
Asuán estaba
deleitándose con lo que tenía frente a él, Icoa se retorcía de placer
–Penétrame, penétrame, házme tuya por favor mi amor, cógeme–Cálmate, disfruta
el momento, no hay prisa, relájate– Continuó por unos instantes más y se detuvo.
–Sigue, no te pares–No, ahora te toca lubricar mi pene, mámalo y pónlo duro
para penetrarte– se sonrió–Luego de hacerte el amor hoy no vas a querer que
otro hombre te toque, vas a ser sólo mía Icoa, te amo–le dijo eso mientras la
veía como le hacía el sexo oral.
Llegó el momento
clímax. Trinidad, ahora Icoa volvía a experimentar lo que es perder la
virginidad, pero como mujer.
Asuán se
incorporó, separó las piernas de Icoa y lentamente se fue acercando guiando su
pene hacia el sexo de su amada. Entró. Se detuvo, la besó y con la suavidad de
un amante enamorado comenzó a hacerle el amor a Icoa. Ella, con sus ojos
cerrados dejaba correr las lágrimas de amor, placer, felicidad. Comenzaba a
experimentar lo que siente una mujer, hoy por primera vez se sentía una mujer.
Con la delicadeza
de la seda, Asuán estaba dentro de ella, sintiéndola, acoplándose. –Te quiero
así, entregada, amándome, amándote, sentirme dentro de ti– le susurraba al oído
mientras seguía haciéndole el amor. Icoa sentía cada centímetro de el pene de
su amado dentro de ella, su vagina estaba viva, algo que a ella le atormentaba.
Llegó el momento de acabar, Asuán no aguantó lo que venía y se corrió dentro de
ella, se dejó caer sobre ella y así quedaron por varios minutos. Icoa lloraba,
Asuán dormía con una sonrisa en los labios.
Minutos después se
estaban vistiendo. Él a trabajar cuidando a su jefe. Ella, a ofrecer su cuerpo
al que más pague y soportar lo que ellos quieran hacer. –Mi amor....acabas de
ser mía y yo tuyo, eso no los va aquitar
nadie, pero ahora tengo que dejar que alguien meas te toque y me da rabia e
impotencia, te voy a sacar de aquí. No quiero compartirte con nadie– La abrazó
y se fundieron en un beso intenso. –Te amo Asuán, pero también necesito el
dinero, luego nos podremos ir de aquí–.
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