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Coromoto se tumbó a un lado de Macuto, exhausto, con el
corazón palpitando a mil por minuto. Coro, a cientos de metros de ahí, se
encontraba en las mismas condiciones acostado a un lado de Catia, boca arriba.
Se abrió la puerta y se encntraron dos cuerpos semidesnudos.
–¿Qué hacen ustedes aquí?–En el depósito preguntaba el supervisor de limpieza
del piso 16. En casa de África preguntaba ella misma al entrar a su cuarto.
Coromoto agarró al hombre y con dos golpes lo dejó en el piso.
Se vistieron y salieron. África sacó a empujones a los dos del cuarto y los
sacó también del apartamento. –¡No los quiero ver más aquí enfermos!.
***
–Pasa Coromoto–le decía Tabay, que estaba en su oficina de
la importadora. –Quiero que lleves a una persona al aeropuerto y lo esperes
mientras se chequea y se va, te voy a dar un pase para que entres a la zona de
espera para abordar, ¿entendido?–Si jefe no hay hay problema, ¿quién es el
individuo que hay que escoltar?–Ya va a llegar, espéralo en la sala de espera y
te lo llevas, toma esta plata pa ti pa los gastos en Maiquetía y esto por el
servicio. Te llevas mi camioneta, la blanca. Cuidas al tipo como a tu vida–“¿Coño quién sera el mamagüevito que tego
que llevar? Que ladrillo…”–
Trinidad llegaba junto con su hermano al edificio. –Negrito
¿y qué le voy a decir a mis papas?–Dile la verdad negrito, pero cuando ya esté
en Colombia, mañana le dices–Se montaron en el ascensor, al cerrar las puertas
Tobago abraza a su hermano, –Ay negrito te voy a extrañar mucho– le dió un beso
en la boca que Trinidad respondió introduciendo su lengua en la boca de su
hermano. Ambos comenzaron a llorar.
Tobago se quedó en el
piso 14, Trinidad siguió al 16.
–Buenos días, busco al señor Tabay–Buenos días, ¿de parte de
quién?–Trinidad–Ah muy bien, entra en la salita donde está esa puerta, ahí te
esperan–. Abrió la puerta y se encontró con Coromoto, –Heeey mi putico, ¿qué
haces aquí? Estas repartiendo papeles en este piso?–¿Perdón?, creo que estás
confundido…–A la verga tú eres el morocho de Tobago, pana son igualitos,
¿también tienes el culo rico como tu hermano?–Le dijo eso dándole una nalgada.
–Tú eres el que me vas a llevar al aeropuerto?–Así es
chamín, así que arranquemos–. Cuando comenzaba a bajar hacia el Aeropuerto, a
Coromoto se le ocurrió algo, –¿Por qué no me mamas la verga mientras manejo
carajito? Sácala y te la metes en la boca–.
Trinidad se acercó a Coromoto y le bajó la cremallera, metió
su mano y al tocar su miembro se dio cuenta de lo grueso y grande que era. Lo
sacó y comenzó a pasar su lengua por todo el pene hasta que lo introdujo en su
boca poco a poco. Coromoto le empujó la cabeza para que lo tragara todo
–Métetelo todo sin pena papá que no estan grande– A Trinidad le dio una arcada
pero se contuvo y siguió con la felación. Salivaba y por la comisura de la boca
se escurría la saliva mojando los testículos y el pantalón del motorizado.
Trinidad lo sacaba completamente de su boca y volvía a introducirlo y comenzó a
hacerlo más rápido. De repente Coromoto accionó los frenos de manera brusca lo
que hizo que Trinidad pegara la cabeza del volante y se levantara; Un Guardia
Nacional los detuvo. No tuvo tiempo de acomodarse y el funcionario se dio
cuenta de lo que hacían.
–Bájense del carro ciudadanos, papeles del carro y cédula de
ambos–
Al otro lado de la ciudad en el galpón abandonado, estaba
Falcón tirade en una cama amarrado pies y manos. Los dos escoltas que lo
vigilaban estaba dormidos luego de beberse una botella de tequila, estaban
cerca de Falcón. Estaba en la cama forcejeando y retorciéndose para poder
soltarse las manos, después de 40 minutos logró soltarse, se desamarró los
pies.
Estaba desnudo, con el cuerpo lleno de rasguños y moretones,
casi no podía moverse y colocarse derecho, pero las ganas de irse de ahí le
daban fuerzas. Consiguió su calzoncillo y se acercó a los matones para buscar
las llaves de un carro. Las consiguió en la chaqueta de uno de ellos. Había un
arma, la tomó y apuntó a uno de ellos en la cabeza. “No eres un asesino, no lo hagas” decía en su interior. La mano le
temblaba sosteniendo el arma, con los nervios controlando sus movimientos,
hicieron que apretara el gatillo.
–Así que haciendo actos lascivos en la vía pública…eso
acarrea cárcel y una buena multa…la cárcel se las puedo perdonar– Sacó su arma
de reglamento y los apuntó.
–Entren a la garita–Bueno panita pero no es pa’ tanto, vamos a calmanos
y ponenos serios–Le dió con la culata del arma en la cabeza–Cállate la boca y que
el negro este se quite la ropa–Asustado como estaba comenzó a quitarse el
pantalón. –Mámale el guevo a tu amigo mientras yo te cojo–
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