Federico cogió rumbo al lugar donde estaba seguro que lo
apoyarían; las oficinas de Tabay. Como
pudo se detuvo la hemorragia en la nariz y se la cubrió con adhesive y gasa.
Esta vez subió con su arma, nadie lo revisó.
En el piso del despacho se consiguió con Falcón que también
esperaba para hablar con su jefe. “A este
yo lo conozco pero ¿de dónde?” pensaba el muchacho. Se anunció con la
secretaria y esta avisó a Tabay. –Van a entrar los dos cuando les avise– les
sonrió pero no recibió respuesta de ambos.
–¿Y este pana quién es que me parece conocido?– Le preguntó
Federico a Tabay. –Él era el novio de la carajita con la que yo salía, que por
cierto está desaparecida y la quiero encontrar…me tiene que responder algunas
cosas. ¿Tú sabes algo Falcón?– Falcón se encongió de hombros negando con la
cabeza, aunque sabía que Potro la tenía pero no dijo nada.
–¿Y a ti que te pasó en la nariz?–De eso vengo a hablarte,
necesito tu ayuda. Orinoco me dejó en la callle, no me va a dar lo que me
corresponde de la herencia de mis padres, necesito recuperar ese dinero y matar
a ese viejo. Me dijo que no me iba a dar nada y su matón me cayó a coñazos
luego de cogerme–.
–Bueno yo también te voy a coger ahora y luego hablamos de
negocios, yo igual quiero sacar del camino a Orinoco–. Se apretó el pene entre
el pantalón y le hizo una seña a Federico para que se desvistiera. –Falcón,
acércate, ven pa que te cojas a esta pasiva que es bien perra y aguantadora–Yo
no soy gay jefe, hágalo usted–Pero ponlo a que te mame el guevo mientras yo me
lo cojo–. Tabay scó su pene por el cierre del pantalón mientras Federico estaba
desnudo y de pie con la espalda echada al frente esperando ser penetrado.
Falcón se acercó e hizo lo mismo; por entre el pantalón dejó salir su miembro y
puso a Federico a hacerle sexo oral.
Tabay se colocó un condón. –Te vy a coger con capucha porque
tu debes de tener más infecciones que el río Guaire– Le colocó lubricante y lo
penetró hasta el fondo. Falcón lo tenía tomado del cabello y lo aprisionaba
hacia su pene sin dejarlo respirar mientras Tabay lo penetraba con fuerza.
Abría sus nalgas y empujaba cada vez más duro. Sacaba completamente su pene y
lo volvía a meter. –Ven acá, cógetelo≤ este culito está divino– Falcón no le
hizo caso, disfrutando de la felación que le daba el muchacho.
Falcón estaba a punto de correrse y se estremeció. Hizo el
intento de salirse pero Federico lo agarró por sus nalgas dejó que el semen inundara su boca para luego
tragar todo el líquido. Tabay retiró su pene y se sacó el condón, fue hasta la
cara deL jóven mientras seguía disfrutando del pene del matón y acabó en la
cara de Federico, algo que el muchacho disfrutó. Pasó su mano por la cara y
lamió todo el semen que se quitó. Federico se vistió y le habló a Tabay. –Aja,
¿me vas a yudar o no? ya me cogiste ahora quiero tu ayuda–.
–Bueno carajito, te vas a ir con Falcón, el te va a llevar
al banco y va a darte una fuerte cantidad de dinero, yo voy a llamara hora para
que hagan el desembolso. Luego te escoltará a tu casa, ya hablaremos tu y yo de
lo que vamos a hacer con Orinoco, ahora déjame solo con Falcón y espéralo
afuera.
Se quedaron solos y Tabay vió a los ojos a Falcón. –Mátalo,
me sabe a mierda cómo, simplemente mátalo y desaparece el cuerpo. Este niñato
no me va a quitar el dinero que he
invertido con Orinoco jeje, esa herencia nos cayó de perla, un dineral que no
pienso compartir con meas nadie–. Falcón salió y se reunió con Federico.
–Yo te sigo, traje carro, bueno, me lo robé pero no me voy
contigo, voy detrás de ti– Falcón no estaba muy convencido pues ya tenía planes
para matarlo pero ya encontraría la manera de hacerlo.
Cada uno en su carro, Falcón iba delante del muchacho
pensando cómo deshacerse de él y de repente se topa con una pick up cargada de
materiales y en la parte de arriba unas cabillas de acero inclinadas hacia
abajo y sujetas a la baranda del camion con un mecate. Comenzó a seguirlo,
Federico seguía atrás. En una de las tantas vueltas que dió el camion giró en
una calle que era en subida, una pendiente muy pronunciada y a Falcón se le
ocurrió una idea. “vas a morir de la peor
manera imbécil” pensaba. La calle estaba sola, solo ellos tres y un par de
carros que estaba a unos cuantos metros alejados de Federico. Falcón se acercó
lo más que pudo al camion. Con un rápido
movimiento sacó medio cuerpo de la camioneta y disparó justo en el mecate. Giro
bruscamente la camioneta hacia la derecha, la pick up frenó al escuchar el
disparo y las cabillas comenzaron a deslizarse. Federico frenó en seco y puso
el freno de mano. Cuatro cabillas atravesaron el parabrisas del carro robado.
Las cabillas atravesaron el pecho de Federico que quedó aprisionado en el
asiento. Aún vivo, agonizando y sangrando.
Los dos vehículos que venían atrás pasaron lentamente pero
no se detuvieron. El chofer de la pick up se bajó y vió el desastre. –Mierda
¿qué pasó? ¿y ahora? ¿qué hago? ¡Hay que llevar al muchacho a una clínica!–
Falcón se acercó al hombre apuntándolo con su arma –Usted no va a hacer nada,
va a garrar las cabillas que faltan, las monta y sigue su camino o si prefiere
se queda aquí y van a ser dos los muertos–. Se sacó del bolsillo un fajo de
billetes. –Tome esto por las molestias ocasionadas y lárguese, usted no ha
visto nada–.
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