Adrián, el hijo
de Amado y padre de Amadeo, se había quedado sin casa, luego del divorcio donde,
en buenos términos le cedió en su totalidad el apartamento donde vivían, a su
exposa, él se quedó con un carro y el dinero de una cuenta mancomunda. Mientras
transcurrían los trámites de divorcio se hospedaba en algunos hoteles baratos
hasta que decidió hablar con su padre para que lo aceptara en su apartamento
mientras conseguía donde mudarse.
De vez en
cuando le pedía permiso a su papá para que su pareja se quedara a dormir con él
en el apartamento. Amado aceptaba a regañadientes.
La pareja era
la persona que conoció en el funeral de Adriano. Un hombre de 35 años, desempleado,
de vez en cuando hace unos trabajos a destajo; gestiones, diligencias, trámites,
lo necesario para cubrir sus gastos básicos pues aún vive con sus padres, dos septuagenarios
pensionados.
–Saliste del
closet y te enamoraste del hombre soñado.
–No voy a
discutir eso contigo papá, es un buen tipo, está pasando por una mala racha y
lo estoy ayudando.
–Si, dejando
que se instale en mi casa.
–No viene
siempre.
–Pero cada vez
viene más y come bastante, si por lo menos colaborara.
–Tranquilo que
pronto nos vamos de aquí, dame unas semanas más por fa estoy concretando el
alquiler de un apartamento y la compra de otro, sólo espero que me aprueben el
crédito.
–Eso espero.
–¿Papá, te has
dado cuenta que los tres hombres de nuestra familia que aún viven en este país,
somos gais?
–Si, y salir
del closet después de la adultez no es buena idea, mira como estamos tú y yo, jodidos
y solos.
–Yo estoy con
alguien.
–Por eso digo,
jodidos y solos, con ese tipo no vas para nigún lado. Aquí el único que supo hacer
las cosas bien fue tu hijo, casado con un buen hombre y viviendo en Argentina y
les va de maravilla.
Hubo un
silencio y luego Adriano habló.
–Me voy al trabajo
que ya voy tarde, esta noche se queda aquí Rodrigo.
–Estamos a
miércoles, ya van 5 días seguidos.
–Papá...
Una semana
después, en una mañana lluviosa, Amado abre los ojos y por un instante no sabe
donde está. Había soñado mucho durante la noche y estaba perplejo, se restregó
los ojos, se levantó y fue a orinar, eran las 11 de la mañana. A duras penas
soltaba un chorro contínuo, la próstata y los años le estaban pasando factura.
Se fue a la
cocina a prepararse un café, mientras esperaba recogió los platos que estaban
en el escurridor. Se tomó el café y sacó de la nevera el pan, queso, pechuga de
pavo y mantequilla, lo dejó en el mesón y se fue al cuarto donde duerme su hijo
a buscar una afeitadora que estaba en el closet de esa habitación.
Al abrir la
puerta se encuentra con Rodrigo que está durmiendo.
–Pero bueno ¿y
este a que hora llegó? Ya ni me avisan que viene. –Se acercó a la
cama y el hombre estaba desnudo con el pene totalmente erecto.
–Con razón
Adrian no lo deja, semejante pipí tiene este. Comenzó a
sentir como algo se le movía entre sus piernas y se echó para atrás tropezando
con la alfombra lo que hizo que tambaleara la lamparita de la mesita.
Rodrigó
despertó y al ver a Amado se asustó y se tapó con la sábana.
–Epa...¿qué,
qué haces aquí?
–Es mi casa, no
sé si te acuerdas, venía a buscar una afeitadora y te encuentro aquí, la pregunta
la debería hacer yo, ¿qué haces tú aquí?
Rodrigo se le
quedó viendo la entrepierna a Amado, el pantalón de la piyama estaba humedecido
justo donde está su pene, el hombre se quitó la sábana de encima, su pene ya estaba
flácido pero volvía a despertar.
–Salí tarde de
un negocio que estaba haciendo que era cerca de aquí y no quise irme a mi casa
que está lejos. Voy al baño a orinar.
Rodrigo se puso
frente a Amado muy cerca de él, su pene rozaba la tela donde estaba humedecida.
A Amado comenzó a latirle el corazón más rápido.
–¿Puedo ir al
baño? –Amado se echó a un lado y lo dejó pasar, desde ahí escuchaba el chorro
mientras orinaba, algo que lo excitó, su pene comenzó a lubricar más de la
cuenta y se acercó al baño.
–¿Tú te vas a
ir ahora?
–No sé, voy a
desayunar algo y a hacer unas llamadas, ¿por?
–Sólo
preguntaba –No le perdía de vista el pene mientras Rodrigo lo sacudía.
–¿Sólo eso?
Para tirar siempre hay tiempo, lo demás puede esperar –Dijo eso y le plantó un beso
en la boca y sin darse cuenta Amado ya estaba desnudo.
Rodrigo lo pegó
contra la pared, tomó una crema humectante que había en la repisa y se echó una
buena cantidad en la mano que repartió en el culo de Amado y su pene.
–No deberíamos
hacer esto. Eres el novio de mi hijo.
–Si tú no le
cuentas yo tampoco, relájate. Tómalo como una venganza, ¿él no te rechazó por
ser gay? Bueno ahora te tiras a su novio y te das por satisfecho -Terminó de
hablar y su pene se deslizó penetrando a Amado que apretó la mano en el marco
de la puerta.
Sin retirar el
pene, se fueron caminando hasta la cama y puso a su suegro en cuatro para comenzar
a darle con fuerza en introducirle todo el pene que casi triplicaba en tamaño
al de Amado.
El hombre no
hacía más que quejarse y Rodrigo seguía con más fuerza. Lo tumbó en la cama y
lo volvió a penetrar boca abajo para luego voltearlo de lado y continuar. El
pene ya entraba y salía con facilidad. Amado no paraba de lubricar. Rodrigo
tomaba con su mano aquel líquido y se lo ponía en la boca a su suegro. Lo
volteó ahora boca arriba levantándole las piernas y seguir.
–¿Ya vas a
acabar? –Dijo Amado en un intento desesperado por detenerlo, ya tenían media hora.
–Todavía falta,
aguanta.
–No aguanto,
estoy cansado. –Rodrigo retiró el pene y comenzó a masturbarse, ambos estaban
sudados.
–¿Dónde la
quieres? Estoy a punto –Rodrigo se masturbaba a una velocidad impresionante.
–Acábame en… - Cuatro chorros atravesaron el pecho y la cara de
Amado, luego de eso, tres pequeños chorros cayeron sobre el pene.
Rodrigo quedó
agotado al igual que Amado. Ambos quedaron dormidos en la cama.
Tres horas
después entraba al apartamento Adrián que regresaba más temprano de lo habitual
por una fuerte migraña que no se le quitaba.
–HOLA PAPÁ,
RODRIGO, ¿dónde están? –Entró a su habitación y ahí estaban, suegro y yerno
dormidos en la cama, de lado y abrazados. La migraña se intensificó pero no
dijo nada, buscó su celular y se sentó en el sofá de la sala.
Marcó el número
de Rodrigo.
–<<<Mmmmm
aló, hola amor>>
–<<¿Estabas
dormido?>>
–<<Sí..pero
ya me tengo que parar>>
–<<Ya
llegué pero se me quedaron las llaves, ¿me abres?>>
Colgó la
llamada.
–Mierda,
mierda, Amado, Amado despierta es tu hijo está allá afuera, tengo que abrirle.
–¿Coño… dónde está mi piyama?
–¿Qué se yo? Ya
salgo aquí está mi boxer, ¡carajo! Sal de mi cuarto ya antes que te vea aquí.
Rodrigo salió
del cuarto y detrás de él Amado con el pantalón del piyama puesto.
–Hola, conseguí
las llaves y entré.
–Ah... menos
mal...que bueno, estaba aquí con tu papá acomodando unas cosas del cuarto.
–Tranquilo
Rodrigo no hace falta que mientas que llevo más tiempo dentro de la casa de lo que
crees y los vi durmiendo abrazados en la cama. Por favor puedes vestirte y te
vas al coño de tu madre.
–Pero te puedo
explicar.
–Tranquilo, no
hace falta, te cogiste a mi papá y quedaron exhaustos, yo lo entendí bien. SAL
DE ESTA CASA YA.
Unos minutos
después que Rodrigo se fue Adrián volvió a hablar. Su padre estaba sentado en
el otro sofá.
–Tengo una
migraña hija de puta que me está reventando la cabeza. ¿Me puedes explicar que
coño hiciste ahí adentro?.
Amado no habló
pero recordó lo que hace unas horas le había dicho Rodrigo: “. Tómalo como una venganza, ¿él no te rechazó por ser
gay? Bueno ahora te tiras a su novio y te das por satisfecho”
–Ahora habló.
–Lo vi tirado
en la cama desnudo y me provocó, bueno a los dos. Por cierto que me sorprendí
al verlo tanto porque no sabí que estaba en casa como por lo bien dotado que
está el chulo ese.
Adrián se
agarraba la cabeza, no aguantaba el dolor. –¿Y me lo dices así, tan tranquilo?
Por eso es que odio ese mundo gay, aquí nadie respeta a nadie, todos se
acuestan con todos y para colmo mi propio padre se tira a mi novio.
–Te lo mereces
por homofóbico, por haberme dejado de hablar, dejar de hablarle a tu hijo. Así
que no vengas ahora a sentirte humillado y ofendido y ultimadamente, agarra tus
peroles y te vas tú también de mi casa y te vas YA, comienza a recoger y te
vas. –Se levantó y se encerró en su cuarto.
–Adrián buscó
un par de pastillas y se las tomó, se recostó unos minutos en el sofá.
Un par de horas
más tarde salía de la habitación con dos maletas repletas. Fue hasta el cuarto
de su padre.
–Ya me voy
–Que te vaya
bien y espero que se te olvide mi dirección y el número de teléfono de mi casa
no pienso verte más.
–Tranquilo, no
me interesa saber de ti, me das pena.
-Que bueno, ya
estamos de acuerdo en algo.
Escuchó la
puerta del apartamento cerrarse y Amado comenzó a llorar desconsoladamente.
Necesitaba
hablar con alguien, tomó el telefóno que estaba en la mesita de noche y marcó el
número de Alonso.
–<<Aló>>
–<<Hola
Alonso, es Amado, ¿cómo estás?, necesito hablar contigo, ¿puedes venir a mi casa?
–<<Amado
estoy un poco lejos, estoy con Ramón en Bruselas de vacaciones, si puedes esperar
que lleguemos la semana de arriba con gusto hablamos>>
–<<Tranquilo,
necesitaba hablar ahora, me siento muy solo>>
–<<Ay
Amado, estás viviendo con tu hijo, apóyate en él>>
–<<No
sabes nada Alonso, todo es un desastre>>
––<<Mira,
tengo que colgar, vete a la casa de la playa, ahora no hay nadie pero está equipada
la nevera y la despensa, quédate unos días ahí y cuando regrese
hablamos>>
–<<ok>>
Amado le tomó
la palabra y al día siguiente temprano tomó el carro y se fue a la casa de la playa.
Llegó y efectivamente la casa estaba a lista para ser habitada; todo limpio,
nevera y despensa llena. Se duchó y comió algo.
Buscó un vaso
corto, le puso hielo y se sirvió un whisky. Salió a caminar a la playa, se llevó
una silla y se sentó frente al mar.
Luego de unos
minutos mirando aquella inmensidad, puso el vaso en la arena y caminó hacia la
orilla se detuvo unos minutos para luego entrar al agua y no salir jamás. Fin.
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