La venganza no conoce límites.
Jorge llegó al cementerio luego de averiguar donde
era el entierro, estacionó el carro a una cuadra del lugar. Sacó su celular y
llamó a Adolfo. A lo lejos lo localizó cuando vio como sacaba el celular del
bolsillo.
–<<Aló>> -hablaba en voz baja
–<<Hola, voltea hacia atrás, acércate, tengo
algo que decirte>>
–<<¿Tiene que ser ahora?>> -Adolfo se
iba alejando del lugar.
–<<Sí, es importante>> -Jorge estaba
nervioso por lo sucedido pero no iba dejar que eso lo detuviera en sus
objetivos.
–Hola. -Adolfo abrazó a Jorge y se puso a llorar.
–Era uno de mis mejores amigos, no sé porqué se suicidó.
–A lo mejor su esposa sabe algo, ¿le has preguntado?
Adolfo se separó limpiándose las lágrimas con el
brazo y la mano. –¿cómo sabes?
–No lo sé, supongo, es su esposa, debería saber que
lo atormentaba o preocupaba para tomar esa decisión.
–¿A qué viniste?
Jorge extendió el brazo hacia Adolfo y le entregó un
sobre.
–¿Qué es esto?
–Abre
Adolfo abre el sobre con cuidado y saca una hoja
doblada en 3 y la extiende, comienza a leer y las lágrimas regresan a sus ojos
a punto de caer. Cae el suelo arrodillado y arranca a llorar. Jorge sonríe y se
agacha.
–Era de esperarse Adolfo, no nos protegimos.
–Debería hacer lo mismo que hizo Octavio y matarme.
–En el carro tengo un arma, ¿quieres hacerlo o
prefieres seguir viviendo y echarle bolas? Yo le voy a echar bolas, no me voy a
dejar arrebatar la vida así tan fácil.
–Déjame solo, necesito estar solo.
Se alejó, Jorge entró a su carro y espero un rato
hasta que vio a la viuda de Octavio con una mujer, se puso los lentes oscuros y
se acercó con el carro para abordarlas más rápido.
–Buenas tardes, hola Laura, ¿podemos hablar a solas?
–¿Quién es usted?
–Necesito hablar en privado contigo.
–Espérame en el carro mamá.
Jorge espera que se aleje un poco la mujer agacha la
cabeza y se quita los lentes oscuros.
–¿Tú? ¿cómo se te ocurre venir hasta aquí después de
lo que provocaste?
–No era mi intención que se suicidara, lo que quería
era que escarmentara y pidiera perdón.
Laura abrió la cartera y sacó una carta escrita a
mano y se la pegó en el pecho a Jorge.
–Lee a ver si así quedas complacido.
“Te amo y no quise engañarte, pero tenía que vivir
esta doble vida por mi familia y los que me rodean, no podía soportar la idea
que supieran lo que soy, perdóname amor, hasta aquí te acompaño, te amo”
–Eres una basura, voy a hacer que pagues por lo que
has hecho.
–Jorge le dio una cachetada tan fuerte que la tumbó
al piso.
–Ya tu esposo pagó por lo que hizo y ahora faltas tú
que también me hiciste daño.
–Eres un desgraciado Pedro. Te voy a meter PRESO.
Jorge entró a su carro y se fue. Al salir del
cementerio vio a Adolfo en la parada del autobús.
–Ven, vamos a casa. –Adolfo se montó y se puso a ver
por la ventana sin ver a Jorge.
–Laura se enteró que Octavio era gay.
–¿Te acostabas con él? Los sorprendió.
–Nooo, un resentido del colegio se acostó con él y
tomó fotos cuando tiraban y el malnacido se las envió a Laura y desató todo
este peo. Maldito ese carajo.
–¿Maldito? ¿por qué?
–En el colegio lo jodíamos pero eran bromas de
chamos, pero como que se quedó pegado y ahora vino a vengarse, que se yo.
–Creo que para ese chamo no le resultaban unas simples
bromas.
–Tú que vas a saber, no estabas ahí.
–Es verdad. ¿Cómo te sientes?
–Mal Jorge, ¿cómo quieras que me sienta? Mi mejor
amigo muere, tengo vih y contagié a mi jefe porque resulta que me lo tiré y sin
protección y mi familia me rechaza.
–No te agobies, vamos a tener tratamiento. ¿Te
hiciste los exámenes?
–Si…me los hice en el laboratorio que me dijiste, en
2 días están listos.
Hubo un silencio prolongado.
–Voy a mudarme, no puedo vivir contigo.
–No te estoy botando.
–Voy a pedir uno de esos créditos instantáneos para
tener dinero para el depósito y el mes y me busco una habitación.
Llegaron al apartamento, una vez adentro Adolfo se
abraza a Jorge.
–Hazme el amor. -Le dice Jorge al oído.
Adolfo se le mueve la entrepierna sólo de pensar en
sexo, pero lo piensa.
–Si me pongo condón se me va a bajar, ahora cada vez
que lo voy a usar se me baja.
–Hagámoslo sin condón.
–¡Estás loco!.
–Ya estamos infectados ¿qué tan malo puede ser? –Le
dio un beso en la boca y Adolfo no resistió la tentación. Se quitaron la ropa
ahí mismo. Jorge se agachó para hacerle sexo oral y lograra que se pusiera duro
el pene.
Se acostó en el sofá con las piernas hacia arriba
esperando a Adolfo que lo penetrara. Ambos se colocaron saliva y comenzó a
penetrarlo. Se besaban. Cuando ya estaba dentro de Jorge se acercó para besarlo
y este le dijo: –Me estoy enamorando de ti Adolfo.
–Volvió a besarlo –Yo también, me gustas mucho coño.
–Comenzó a llorar y su pene perdió rigidez.
Se levantó y fue a la cocina. Tomo agua, abrió la
gaveta y se fue al baño.
A los segundos Jorge se levanta del sofá y se acerca
al baño y escucha el agua del grifo.
–¿Qué haces?
–Déjame Jorge, aléjate.
Jorge entra a su cuarto y abre la gaveta de su
mesita de noche y saca un juego de llaves, las tiene identificadas y busca la
del baño.
Abre la puerta y Adolfo está tirado en el piso con
las muñecas sangrando.
–Debería dejarte ahí que te desangres hasta morir.
–Se le queda viendo por varios segundos y decide levantarlo.
–No vas a morir así de sencillo, vas a sufrir.
Le coloca unas bandas en las muñecas, se viste y lo
lleva a una clínica.