Sexo, muerte, sexo.
Carmelo se fue a la sala de autopsias para hablar con el otro médico
que estaba haciendo los análisis y exámenes al cadáver.
–Doctor menos mal que vino. Aquí hay unas incongruencias en los análisis.
¿Claudia habló con usted?
–Si, vine a ver que pasa. Luis y Arturo dejen eso y vayan a almorzar
yo me quedo sacando el resto. Muéstrame los resultados en la pantalla.
Carmelo se puso detrás del joven y cuando abrió el archivo con los
resultados, le clavó una inyectadora en el cuello y se la vació completa hasta
que cayó al suelo.
Cerró la puerta con llave, desnudó el cuerpo y lo metió en la cava de
los muertos no identificados ni reclamados.
Borró los resultados y los alteró. Terminó la autopsia al cuerpo de la
miss y lo metió en una de las gavetas de conservación.
Cuando llegaron los otros médicos preguntaron por Claudia y el otro
muchacho y Carmelo les dijo que se fueron a almorzar.
–Vayan con el equipo de rescate a un levantamiento de dos cadáveres en
la autopista Sur 7.
Luego de trabajar con otro cuerpo. Esperó en su oficina a que todos se
fueran. Sacó el cuerpo de Claudia, lo cargó e hizo lo mismo que con su
compañero. Se encargó de etiquetarlos como cuerpos sin doliente con fecha de
hace 6 meses, lo que significaba que pasarían al crematorio en los próximos
días. Les desfiguró los rostros con ácido y los dejó en la cava.
Regresó a su oficina. Su cuerpo parecía una hoja al viento temblaba,
tenía escalofríos y comenzó a sudar.
–¿Qué hice? ¿qué hice? Maté a 2 personas. -Sentado en la silla se
movía hacia delante y hacia atrás temblando, buscó un par de pastillas de
acetaminofén y se las tomó, cogió las llaves de su carro y se fue.
Tomó la autopista.
–Quiero tirar, necesito sexo, necesito sexo, eso me calma por favor
quiero tirar. –Iba manejando aún temblando y con taquicardia. Sale de la
autopista para entrar a una urbanización, mientras baja para llegar a su casa,
ve a lo lejos un carro y una moto detenidas y las siluetas de 3 personas, al
acercarse un poco más escucha 2 detonaciones y un cuerpo cae, la moto arranca
con 2 personas mientras la otra persona queda tendida en el asfalto.
Nadie sale, nadie se asoma y Carmelo apaga las luces de su carro y
suelta el freno de mano dejando que la gravedad haga el resto hasta llegar al
cuerpo. Abre con cuidado la puerta y la apoya, toma el arma y se la coloca en
el bolsillo de atrás.
Siente como en su pecho le brinca el corazón, baja la mirada y el
cuerpo es de un hombre. Sin pensarlo mucho abre la puerta del copiloto del auto
que está ahí. Levanta el cuerpo y le desabrocha el pantalón. Pone sobre el
asiento el tronco del hombre dejando colgadas por fuera del auto las piernas.
Carmelo desabrocha su pantalón y se agacha hasta estar frente al
cuerpo. Le abre las nalgas y lo penetra. –Wao…aún caliente, como me gusta. –Lo
tomó de la cabeza y terminó de penetrarlo. Luego de escasos minutos Carmelo
estaba a punto de correrse.
4 personas estaban en la planta baja del edificio que está justo donde
ocurrió el asalto. Iban a salir a ver que había pasado.
Carmelo se descarga dentro de el cuerpo de la victima y se levanta. Su
frente brillaba por el sudor, pasó la parte anterior de su mano por la frente y
boca para secarse el sudor.
Se agachó para subirse los pantalones.
–¡Ahí hay alguien! ¡Vengan! –Uno de los vecinos tomó un tubo cercano a
la salida y los otros 3 se pusieron detrás de él. Carmelo se subió el pantalón
y volteó poniendo su mano atrás para coger su pistola.
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