Los
opuestos se atraen.
Cuando Eduardo se
desvestía para entrar a ducharse, sonó el timbre, se volvió a colocar el
interior y así mismo abrió la puerta.
–¡Holaaaa sorpresaaa!
-Era Victor que traía un par de bolsas de papel con comida de un local de
comida rápida. –Te traje la cena, buenas noches.
Eduardo, pasó la
llave para abrir la reja y lo dejó entrar, Victor dejó las bolsas en la mesa y
le dio un beso en la boca y le tocó el pene sobre el interior.
–¿No te alegras de
verme?
–No me gusta este
tipo de sorpresas y menos me gusta esa comida.
–Ay chico, un día es
un día, mañana la quemas en el gimnasio.
Eduardo se le quedó
mirando unos segundos. –Siéntate que busco unos platos, esa mierda fría es aún
peor.
Fue a buscar los
platos mientras se acomodaba el pene que se le estaba parando.
–¿Y eso que estas
desnudito papi?
Eduardo cerró los
ojos al escuchar eso.
–¡No me digas papi
coño! Estaba llegando del trabajo, hoy tuvimos inventario y estoy mamao.
–¿Muy mamao o me
puedes coger?
–¿Quién coño te dijo
que podías dejar el cepillo de dientes en mi baño?
–¿Qué?
–No te hagas el
guebón, dejaste tu cepillo ahí, ¿tú te crees que tú y yo somo novios? ¿o te vas
a mudar conmigo?
–Bueno, lo dejé para
no estar trayéndolo a cada rato. Además hoy me quedo, ¿ves?.
–Mira Victor ya te
dije que no somos novios, no me interesa, si quieres venir a que te coja, yo no
tengo peo pero hasta ahí.
Victor se le acercó y
le dio un beso en la boca y volvió a ponerle la mano en la entrepierna. Se
separó escasos centímetros de la boca de Eduardo. -¿Y hoy quieres cogerme? ¿me
puedo quedar a dormir contigo?
–Ya es muy tarde para
que te vayas a tu casa, ni modo.
Victor se sonrió y le
dio otro mordisco a su hamburguesa. –¿Ves? Para que formarme un zaperoco si
después me voy a quedar.
–Mañana te llevas tu
cepillo, lo sacas de la papelera.
–¡Qué bolas! Lo
botaste.
–Anda come. ¿Cómo te
fue en la peluquería?
Le contó que una de
sus compañeras estaba de cumpleaños.
–Ivonne, la trans
estaba de cumple y no sabes, le adornamos la peluquería invitamos a sus amigas,
le llevamos un stripper, mariqueamos, nos vestimos de mujer todos e hicimos un
show, te iba a invitar, lo hubieses pasado muy bien.
–Nooooo, gracias,
demasiada mariquera junta, ese poco e locas no, no, no.
–Odioso…¿y tu que
tal?.
Eduardo recordó el
sexo que tuvo con su compañero de trabajo en la propia tienda.
–Como te dije
haciendo el inventario, ese día no abrimos, estamos toooodo el día en ese peo
ordenando mercancía, clasificando, una ladilla.
–Pero estás sonreído.
Eduardo borró la sonrisa,
bajó la mirada y comió papas fritas. –Nada, ¿que sonreído? Estoy reventado.
Terminaron de comer y
Victor recogió las bolsas y empaques para botarlo y lavó los platos, tomaron
agua y se fueron a la habitación. Se tumbaron en la cama a ver televisión.
–Coño, yo me iba a
duchar.
–Ay ya va, vamos a
tirar y luego nos bañamos juntos ¿si?
–Ok, pero vamos a
reposar un rato. -Encendió el televisor.
Victor empezó a
acariciar los pectorales de Eduardo e iba bajando hacia el ombligo recorriendo
los abdominales, llegó al interior y metió la mano, tomó el pene que ya estaba
erecto y lubricando. Bajó y comenzó a morder su pene sobre la tela, percibió un
particlar olor y se detuvo.
–El interior te
huele a sexo, semen ¿qué hiciste hoy?
–¿Qué coño hablas?
Le quitó el interior
y agarró el pene y lo olió. –Te huele a leche y a latex. ¿tú tiraste hoy?
–¿Qué, qué coño
hablas? Marico tengo todo el día vestido, sudando el guevo se me para, voy al
baño, se me vuelve a parar, a que quiere que huela? Si tiré ¿a ti que coño te
importa?.
–Ay bueno, disculpa.
–¿Quiere que te coja?
Mámalo y ponlo duro.
Victor le quitó el
interior y comenzó a mamarlo, lo tomaba con sus dos manos y lo metía completo
en su boca mientras jugaba con los testículos de Eduardo que ya tenía el pene
completamente rígido. Cada vez que succionaba sentía como el pene lubricaba
dentro de su boca.
Eduardo le dio un
condón a Victor para que se lo pusiera, una vez puesto volvió a mamarle el pene
hasta mojarlo bien y se sentó. Victor comenzó a moverse, se puso en cuclillas
para subir y bajar, entrara y saliera. Eduardo veía como lo penetraba, pero no
quiso que el muchacho manejara la situación y lo volteó.
–Acuéstate.
Victor se puso boca
abajo y Eduardo se acostó sobre él penetrándolo, mientras lo hacía una mano la
ponía sobre la cabeza empujándosela a la cama. Con la otra le levantó un poco
la cadera para terminar de penetrarlo y comenzar a empujar con fuerza.
Mientras lo penetraba
con saña le hablaba.
–Que te quede claro
carajito, no soy tu novio, ni tu marido, soy el que te coje ¿ok?
–Si papí sigue, dame
duro. –Victor abrió sus nalgas con la ayuda de sus manos y apretaba el esfínter
mientras Eduardo continuaba empujando con fuerza y lo tomaba del pelo. Lo
volteó.
Viéndose frente a
frente, Victor le habló.
–Por qué no me dices
que te tiraste a alguien si no somos novios, eres un perro.
Eduardo le dio una
cachetada y comenzó a embestir con más fuerza.
–Si vas a pegarme
hazlo como un hombre.
Le marco la mejilla y
el muchacho se corrió sobre su barriga mientras Eduardo continuaba.
–¿Te gusta que te
maltraten mariconsito? ¿Te gusta?
–Sí, cógeme.
Eduardo siguió
mientras lo tenía agarrado por el cuello, cuando estaba a punto de venirse
retira el pene y se arranca el condón derramando el semen sobre el muchacho,
que al ver todo eso encima lo restregó con su mano y luego la lamió.
–Me encanta como me
coges, eres un perro.
–Y tu una perrita, anda
a ducharte, ya voy yo.
Victor entró al baño
y Eduardo revisó su celular.
Rodolfo. –<Quiero
repetir> -Eduardo leyó el mensaje, resopló, lanzó el celular a la cama y se
fue al baño.
–¿Por qué no quieres
ser mi novio? Si yo te gusto.
–Eres demasisado
marica, no me gusta eso. Que te pongas marica en la cama no me importa, pero
que siempre te comportes así, no.
Victor le dio un beso
que Eduardo respondió.
–Yo te gusto, claro
que te gusto, nada de esto estuviera pasando si no te gustara. Voy a dejar el
cepillo de dientes aquí.
–Haz lo que quieras.
Salieron del baño y
se pusieron a ver una película desnudos hasta que se durmieron.
Apenas entraban los
primeros rayos de sol de la mañana y caían sobre los cuerpos de ambos. Victor
abrazaba a Eduardo por detrás, así durmieron casi toda la noche.
Sonó el timbre,
ninguno de los dos se movió hasta que sonó por tercera vez.
–Mierda, ¿quién coño
será a esta hora? No son ni las 7.
–¿Quieres que vaya
yo?
–Si, debe ser la
conserje para alguna guevonada, vístete.
Victor se puso el
interior y una franelilla, antes de abrira se estiró y bostezó. Abrio la
puerta.
–Buenos días, ¿que
desea?
La persona echó para
atrás unas flores que sostenía.
–Buenos días, ¿aquí
vive el señor Eduardo?
–Si, ¿viene a traer
unas flores? ¿A esta hora? Coño madrugaron.
–Eh no, no, disculpa,
vine a ver a Eduardo, ¿tú quien eres?
–Soy su novio, soy yo
el que le tengo que regalar flores no tú.
–Soy su compañero de
trabajo.
–Victoooor ¿quién eeeees?
–Este fue con
quien tiró. -Pensó Victor mientras le sonreía.
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