La
bola de nieve.
Nestor estaba con su
esposa Virginia haciendo compras en el mercado municipal de la ciudad como
todos los sábados. Sólo ellos 2, sus hijos en su asuntos de fin de semana.
Seguía triste y se le
notaba, la situación con Calixto estaba tensa y tenían días que no se veían.
Mientras compraban
unas hortalizas, al lado había un puesto de revistas. Virginia se acercó y vio
una revista que le llamó la atención. “Muchos años de casa y tu vida sexual
nula. 10 claves para revivir la pasión”. Tomó la revista y la puso en el
carrito, Nestor la vio y aguantó las ganas de llorar.
–Voy un momento al
baño, espérame aquí.
–Déjame tu celular
para sacar unas cuentas no me traje el mio.
Nestor se fue,
Virginia desbloqueó el celular y lo primero que sale es una conversación.
<Yo te amo y no
quiero perderte Nestor, pero esto no puede seguir así, tienes que contar lo
nuestro>
<Es difícil para
mi, son muchos años ocultando esto. Me siento mal>
<Yo me siento
peor, porque te amo y no puedo estar contigo>
Regresaba Nestor y
Virginia se puso nerviosa y se le cayó el celular, se desprendió la carcaza y
la batería se salió.
–Ay chico me
asustaste.
–Deja yo lo recojo,
sacaste las cuentas.
–No, enciéndelo y me
lo das.
A Virginia le
temblaban las manos. No podía sostener nada.
–¿Estás bien mi amor?
–Sí, sí, ¡estoy bien,
estoy bien, vamos a pagar y nos vamos!
Pagaron en ese local
y fueron a comprar queso para luego irse.
Una vez en el carro,
se sentía la tensión que Nestor no entendía. La presión se liberó cuando
Virginia habló.
–¿Sabes desde cuando
no hacemos el amor tú y yo?
Nestor volteó a
verla. –No entiendo la pregunta.
–Si la entiendes.
–¿Por eso compraste
esa revista?
–¡Respóndeme Luis!
–Qué se yo mujer, no
me acuerdo, hace 1 mes, 2 meses. No llevo la cuenta, no pensaba que eso te
preocupaba.
–9 meses, que no me
pones una mano encima, 9 meses Luis, que no me tocas, no me acaricias, no me
besas.
–Todas las mañanas te
beso. No sabía que había pasado tanto tiempo…es normal no, el deseo baja.
–Hace año y medio
hacíamos el amor más seguido, ahora nada.
–Mujer deja la
angustia, hoy lo haremos.
No se trata de eso
Luis ¡por favor! Es todo, nuestro matrimonio se desmorona y tú no haces nada,
yo te busco, te animo, te abrazo y tú no respondes.
Nestor estacionó el
carro para conversar.
–¿Quieres el
divorcio? ¿Eso es lo que estás tratando de decir?
–Noooo ¡Por Dios
Luis! No entiendes nada, quiero salvar nuestro matrimonio, quiero que
reacciones, quiero que seas el hombre cariñoso de hace unos años, el esposo
apasionado, con ganas de tener sexo siempre.
–Ya te dije que hoy
lo haremos, te prometo que llegamos a casa y estamos juntos.
–No te estoy pidiendo
que hagamos el amor ahora Luis, estoy pidiéndote que despertemos, que volvamos
a ser los de antes. Enciende el carro, quiero llegar a casa.
Llegaron al
apartamento y ambos guardaron la compra. Hubo un mometo de complicidad mientras
guardaban las frutas en la nevera. Se comieron unas fresas entre los dos y
luego Nestor la besó. Cerarron la nevera y, besándose, se fueron hasta la habitación.
–¿No hay nadie en
casa?
–¿Qué importa?
Estamos en nuestra casa y aquí hacemos lo que nos de la gana.
Entraron a la
habitación, cerraron la puerta y Nestor desnudó a su mujer y se lanzaron en la
cama.
Diego llegaba a casa
y al dejar sus llaves en la entrada de la casa sobre la mesita, se fue al
pasillo para ir a su cuarto y escucho gritos y gemidos.
Apoyó la oreja en la
puerta del cuarto de sus padres y escuchaba a ambos que emitían sonidos. Diego
se sonrió. –Carajo pero están dándose duro…que de tiempo sin escucharlos,
las cosas como que van mejorando.
Entró a su cuarto.
Nestor sobre su
esposa estaba a punto de venirse, se le acercó para besarla y se corrió dentro
de ella para luego echarse a un lado con el corazón y la respiración acelerada.
Cerró los ojos y se quedó dormido por unos instantes.
Virginia le dio las
espalda y se puso a llorar, unos minutos más tarde se voltea y despierta a su
esposo.
–Luis, Luis,
despierta, oye.
–¿Qué?, dime.
–Quiero preguntarte
algo y quiero que seas sincero conmigo.
–Me estás asustando,
tienes una cara. -Nestor la veía a los ojos, estaba sudado y despeinado y algo
confundido por la actitud de Virginia.
–¿Quién es Calixto?
Nestor se tensó y un
nudo en el estómago no lo dejaba enderezarse.
–No me mientas y no me
digas que nos sabes, leí una conversación entre ustedes por el celular.
Virginia le recitó la
conversación exatamente como estaba escrita, Nestor estaba pálido.
–Repóndeme, ¿quien
es Calixto? ¿es tu amante? ¿eres gay? ¡Me estoy volviendo loca pensando que tienes
otra mujer y hoy me entero de esto, quiero que me expliques!
–Es mi hijo Virginia,
tuve un hijo con una mujer mientras estaba contigo.
–¡¿Qué?!
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