Todo cambia en un instante.
Darío estaba sentado en el borde de la cama y Rogelio sobre él. Con
sus piernas en la cama se impulsaba mientras el pene de Darío entraba y salía.
Rogelio gemía y gritaba sin inhibición, era el momento de ellos dos, sin nadie
alrededor, sin que los juzguen, sin contar los segundos. Solo ellos.
–Como te gusta ¿verdad? Coño que rico tiras Rorro, te quiero.
–Yo te amo Darío, te amo. –Dijo eso y lo besó en la boca mientras
seguía moviéndose y Darío lo aprisionaba hacia él. –No me dejes nunca, no me
dejes por favor.
–Eso no va a pasar tú eres mio.
–Soy tuyo, tuyo Darío lo sabes. -Se detuvo y Darío le dio un
apasionado beso. Se levantó de la cama y sin dejar de penetrarlo lo volteó
poniéndolo en 4 en el borde de la cama. Esta vez Rogelio gritaba y repetía que
el diera duro.
Darío, el padre del novio llegó al pasillo donde estaba la habitación
de los novios, al estar frente a la puerta, escucha ruidos que vienen del
interior. Pegó la oreja a la puerta y abrió los ojos sorprendido.
–¿Será Darío? ¿Está con otra mujer ahí dentro?.
¿Cómo se le ocurre hacer esto justo hoy? Como su madre se entere…-Metió la
tarjeta en la ranura y movió la manilla con cuidado mientras escuchaba como el
ruido se intensificaba a medida que abría la puerta. Entró y su mirada se fue a
la cama, que tan solo se veía la esquina.
Vio las nalgas de su hijo moverse y contraerse con cada movimiento, al
tratar de enfocar para ver con quien estaba, se dio cuenta que no era una
mujer. Instintivamente su mano derecha se la llevó al pecho sintiendo como el
corazón le brincaba en el pecho, un fuerte dolor de cabeza le nubló la visión y
como pudo salió de la habitación sin cerrar la puerta. Al salir al pasillo
el dolor en el pecho fue más intenso un hormigueo en su brazo lo asustó y cayó
al piso.
–¡Me vengo Rorro, me vengo, coño!.
–Ácabame adento, adentro, échamela adentro.
Darío se tensó y apretó las nalgas de Rogelio mientras descargaba el
semen dentro de su amigo que se corrió sobre la cama y cayendo agotado.
Darío se estiro, sacudió su cabeza. –Uf que tirada más buena coño, me
hacia falta esto carajito. –Se volteó y vio la puerta abierta.
–Rorro, Rorro la puerta está abierta, párate Rorro, PÁRATE. –corrió a
la puerta y se asomó. Vio a su padre tendido en el piso.
–¡Papá, papá, óyeme, papá! ¡Rogelioooo, llama a recepción, papá, papá
despierta!
Tanto Rogelio como Darío se colocaron el pantalón pero no la camisa,
llegó el médico del hotel con una camilla y bajaron al servicio médico pero ya
había llamado a una ambulancia.
–No puedo adelantar nada ahora pero creo que su padre tuvo un ACV
aparte de un infarto.
–MIERDA, MIERDA, MIERDA. –Llamó a su mamá y a Bertha que venían en
camino.
–¿Tú crees que nos vio tu papá?
–¿Todavía lo dudas? Estoy metido en tremendo peo Rogelio, en tremendo
peo.
–Bueno pero, a lo mejor tu papá no se acuerda o con el ACV no puede
decir nada. –Darío le clavó una mirada directa a sus ojos inyectados de rabia.
–Discúlpame, estoy nervioso como tú, no sé lo que digo, perdón.
–Rogelio, escúchame, estábamos en la habitación porque fui a cambiarme
y llegó mi papá y nos quedamos hablando con él y le dio el infarto. Eso es lo
que vamos a decir.
–¡Darío! –Era Bertha que llegaba agitada. –¿Qué hacen sin camisa los
dos?
–M e estaba cambiando cuando llegó mi papá.
–¿Y este?
–¡Hijo, hijo, Dario, tu papá! ¿qué le pasó? –Llegó su madre y Bertha
quedó relegada atrás donde estaba Rogelio.
–¿Qué estabas haciendo con mi marido en el cuarto?
–Lo que hacen dos hombres Bertha, cuando uno de ellos es padrino de la
boda del otro, ayudarlo en sus cosas.
–Aléjate de mi esposo maricón, no te lo vuelvo a repetir.
Mientras estabilizaban a Darío padre para trasladarlo a una clínica
Bertha no se separaba de su ahora esposo.
–¿Qué va a pasar con nuestro viaje a Roma?
–Bertha, ¿de verdad me estás haciendo esa pregunta? Tú eres una mujer
sensata y sabes la respuesta. No puedo creer que lo que te preocupa a ti es el
viaje.
–Bueno mi amor hay que reorganizar todo y cancelar las cosas a eso me
refiero.
–¿Tú crees que yo tengo cabeza para eso ahora? Mi papá está grave
Bertha, el viaje en estos momentos me sabe a mierda. –Se levantó y fue a buscar
a su mamá.
–El viejo Darío vio o escuchó algo, estoy segura. Maldito maricón
Rogelio, ojalá desaparezcas de nuestras vidas.
–Por favor mi amor, ve a la salón de banquetes y excúsate con la gente
y que se vayan, por favor, házlo por mi.
–Claro mi amor, yo me encargo, quédate con tu mamá
Al papá de Darío lo trasladaron a la clínica, Bertha se quedó en
el hotel, finiquitando todo. Rogelio, Darío y su mamá se fueron a la clínica.
Bertha antes de ir a la fiesta a informar sobre lo sucedido fue a la
habitación. Entró. En el ambiente había un olor peculiar, se acercó a la cama y
la vio revuelta sólo en la punta.
Observó una mancha apenas húmeda y acercó su nariz. –¡Qué asco. Lo hicieron,
estos dos lo hicieron!. –Su cuerpo se tensó y su cuello se enrrojecía mientras
la vena de esa zona le latía cada vez que se enfurecía con algo.–Rogelio se
salió con la suya y el viejo los vio. Retiró la sábana de la cama, la dobló lo
más pequeña que pudo y la guardó en la maleta debajo de la ropa.
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