La culpa.
Luego de aquel día en el hotel Calixto y Nestor, pasaron varios días y
en la Universidad lo evitaba para no tener que verle la cara, pero era
inevitable que en algún momento se vieran.
–Bachiller Gómez, buenos días, ¿puede venir a mi oficina un momento
antes de su siguiente clase? -Nestor se consiguió de frente a Calixto en la
cafetería de la Facultad de Ingeniería. No le quedó más remedio que hablar con
él.
–¿Qué quieres Nestor?
–Perdóname por lo que te dije la otra vez, no quiero perderte y no
quiero que me dejes carajito, no me dejes.
–Nestor estamos en una situación difícil, yo te dije hace tiempo que
no me importaba estar contigo así, tú casado, pero ya se nos fue de las manos
la situación y he estado pensando y siento que debes ser honesto y no digo
honesto con tu familia, que eso también debes hacerlo, sino contigo, asumir que
te gustan los hombres y tienes una relación con uno y que tu matrimonio ya se
agotó.
–Tienes razón en todo lo que dices, pero es que la vida se me volteó
cuando nos conocimos, todo fue muy rápido era algo nuevo para mi, tengo años
casado y apareciste tú y me cambiaste la vida.
Calixto se puso a llorar y abrazó a Nestor que tampoco aguantó y
lloró. Luego de unos minutos se apartaron uno del otro y siguieron hablando.
–Vamos a seguir juntos mi viejito, no quiero dejarte, pero esta
situación tiene que cambiar tarde o temprano.
–Lo sé mi amor, lo sé, pero sólo quiero saber que estás conmigo en
esto, te amo y no quiero apartarme de ti, eres mi escape, mi desahogo, mi
alegría, mis ganas de seguir adelante.
–Vamos a seguir juntos, yo también te amo, tú también has sido un gran
descubrimiento, me abriste la mente a muchas cosas, lo mejor que me ha pasado
hasta ahora. -Volvieron a besarse.
–Ahora quiero hacer una locura yo. –Dijo Nestor que se agachó y le
desabrochó el pantalón a Calixto para hacerle sexo oral.
–Tengo clase ahorita mi amor.
–No me importa, me quiero disfrutar esto. –Se introdujo el pene en la
boca mientras le apretaba las nalgas al muchacho y este le sostenía la cabeza.
Calixto echaba su cabeza hacia atrás y cerraba los ojos disrfutando el
momento hasta que tocaron la puerta.
–PROFESOR, PROFESOR, LO BUSCA EL VICERRECTOR.
–VOOOY. Coño, que vaina, no lo dejan a uno disfrutar, ¿nos vemos esta
tarde?
–Voy a buscar el carro al taller, al salir de aquí.
–Toma mi tarjeta de crédito y mi cédula. Luego me dices cuanto fue.
–Ay Nestor estas vainas no me gustan.
–Ya lo hablamos, te iba a dar el dinero pero pasó lo que pasó y bueno,
llévate mi tarjeta, en el taller me conocen así que bueno.
–Es la primera vez que veo un documento tuyo con tu verdadero nombre.
–No te he mentido con mi nombre.
–Sabes a que me refiero. Este dinero te lo pago.
–Tranquilo, vamos a salir.
Justo al terminar la clase Calixto recibe una llamada de Diego.
–<<¿Epale mi pana como estás?>>
–<<Hola, bien vale justo saliendo de clases, ¿y tú?>>
–<<Yo salí hace rato, estaba buscando unas cosas para un
trabajo. ¿Te busco y nos vemos un rato?>>
–<<Es que voy saliendo para el taller a buscar mi carro>>
–<<Bueno, yo te llevo así conversamos>>
–<<No vale, tranquilo>>
–<<No seas guevón, anda, estoy cerca, no me cuesta nada, anda
vale, quiero verte>>
–<<Ok, te espero>>
Calixto dudaba si decirle o no a Nestor que se iba a ver con su hijo,
lo pensó y no le comentó.
–Verga la reparación me va a costar una bola.
–¿Tienes la plata?
–Si vale, pero igual, es un golpe.
–Ah chico pero este es el taller donde mi papá trae sus carros, bueno
los carros de la casa, que casualidad.
–Mierda, pero todo se confabula. -Pensaba mientras se acercaba
a la caja.
–Voy a ver si está Antonio, voy a entrar contigo y lo saludo.
–Coño de la madre que no esté Antonio, que no esté Antonio.
–Hola Buenas tardes, ¿está el señor Antonio?
–¿Quién lo busca? No está, está de viaje.
–Ah no, nada soy un cliente del taller. Hola Luis.
–Epa. -Uno de los mecánicos lo saludó de lejos.
–¿Me pueden prestar el baño? Me estoy meando.
–Ve al fondo, la puerta azul.
Calixto se respiró y le dijo a la muchacha de la caja que le cobrara
rápido
–Esta tarjeta es del señor Luis Hernández, es cliente y amigo del
señor Antonio.
–Si, si tranquilo. El señor Hernández llamó.
–Pásala rápido porfa, me tengo que ir.
–No hay conexión con el banco, dice.
–Pásela otra vez.
–Nada, igual.
–Coño…
–No tienes otra tarjeta de crédito o débito.
–No.
Regresaba Diego del baño. –¿Qué pasó bicho? ¿ya?.
–No, no pasó la tarjeta.
–Ay chamo tas pelando, jejeje.
–No es mía, es de…
–Tu novio -le habló en voz baja. –A verla, de que banco es, debe ser
el chip pásamela.
–No, no, ya probaron de todo y no pasa.
–Toma, pasa esta.
–No vale, ¿cómo me vas a pagar esta vaina? –Lo que faltaba el
hijo de mi novio pagando el arreglo de mi carro.
–No hay peo, esa tarjeta es una extensión de la de mi papá, yo le
cuento y listo, después me pagas, cuando puedas.
–Listo, el carro se lo entregan en el portón de al lado.
–Gracias. Gracias Diego por la segunda, pero no tenías que hacerlo.
–Ay no seas marico, sino te ibas a quedar sin carro hoy también, vente
vamos a esperarlo.
Uno de los mecánicos traía el carro.
–Maaarico, es el mismo carro que yo tenía antes jejeje tenemos los
mismos gustos.
–Jejeje imagínate, que fino.
–Epa no, no es igual, es que este era mi carro, GUEVON le compraste el
carro a mi papá, no me jodas pero estamos conectados, que arrecho.
Se montaron en el carro.
–Esta vaina no me está pasando a mi, esto debe ser una pesadilla
coño de la madre.
–Verga lo tienes cuidadito marico, ya va, pero si le compraste
el carro a mi papá ya lo conocías.
–No, no, no, es que lo compró mi novio, el carro está a su nombre.
¿dónde voy a sacar plata? Mis papás no saben que tengo carro.
Ah ok, coño. Marico que loco, jajaja otra vez veo mi carrito, que
bueno que lo tienes tú.
Comenzó a conducir el carro saliendo del taller. De su bolsillo
se deslizó la tarjeta de crédito y Diego la vio caer.
–Ya va espera se te cayó la tarjeta, ya te la paso.
–No, no, no déjala ahí.
–Ya va marico, que se te va a joder.
–Por favor Diosito, que no la vea, por favor, que no la agarreeeee.
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