Resistencia al cambio.
Eduardo abre los ojos y se estira, al extender sus
brazos se da cuenta que no está solo, había olvidado que Victor se había
quedado a dormir.
Se levantó de la cama despacio y se quedó observando
al muchacho.
Una piel blanca sin un vello en todo su cuerpo, las
cejas perfectamente delineadas y las uñas brillantes y bien cuidadas igual que
sus pies. Un rostro hermoso, de porcelana igualmente muy blanco.
Eduardo lo detallaba y se sonreía. –Este carajito
es lo contrario a lo que busco y me encanta. –Pensaba mientras jugaba con
su pene que se estaba levantando. Se acercó a sus nalgas, las acarició y bajó
su cara hasta estar frente a ellas. Las abrió y metió su lengua hasta tocar su
ano que tenía un color rosado pálido con un agradable olor que excitó más a
Eduardo que siguió lamiendo y mordiendo la zona.
–¿Por qué no me lo metes? – Dijo, aún con sueño
reflejado en su cara y su voz.
–No me quedan condones.
–Busca uno en mi bolso. -Eduardo se levantó y su
pene ya estaba totalmente erecto listo para el sexo. Buscó el preservativo y se
lo colocó, pero antes volvió a lamer el ano del muchacho mojando bien todo.
Eduardo se arrodilló frente a Victor mientras este
permanecía acostado durmiendo, le abrió las nalgas y le introdujo el pene. El
muchacho se tensó pero después se relajó y el pene se deslizó rápidamente. A
partir de ese momento Eduardo no se detuvo y le dio con todas sus fuerzas
mientras lo tenía tomado del cabello. El golpeteo de su pelvis con las nalgas
se escuchaba fuerte lo que hizo que se enrrojecieran enseguida. Seguía
embistiendo con fuerza y rapidez y no dejaba que Victor levantara la cabeza.
Dejó de moverse y empujó, le haló más el cabello.
Estaba corriéndose, otro empujón y sacó el pene. El preservativo colgaba de lo
cargado que estaba.
–Me dejaste el culo adolorido.
–Te vas a tener que acostumbrar porque así te voy a
coger casi siempre.
Victor se sonrió y se fue el baño con el
preservativo en la mano para botarlo. Eduardo se fue a hacer un desayuno
rápido.
Mientras preparaba el desayuno Victor se le acercó
por la espalda y le cogió el pene ya flácido que estaba humedecido.
–Todavía huele a semen, a sexo, que rico, puedo
mamarlo
–Si. -Se agachó y jugó con el pene pasando la lengua
por todos lados, se levantó.
–Qué rico. –Le fue a dar un beso en la boca.
–Nooo coño, que asco, no seas cochino ve a lavarte
la boca, no me vas a besar con la leche.
–¿No te gusta?
–No mi pana.
–“Mi pana” ¿no me puedes llamar de otra manera? Yo
no soy tu pana. Antes me dijiste que me tenía que acostumbrar porque así me
ibas a coger siempre, ¿eso quiere decir que vamos a ser novios?
–Siéntate, toma tu huevo frito, ahí tienes pan y
jugo. Primero no pretendas que te llame mi amor, gordi, bebe, esas mariqueras
no me gustan y segundo lo de ser novios, vamos a ver, no te vuelvas loquito. Te
dije que te iba a seguir cogiendo no que íbamos a ser novios.
–Esta bien.
Se sentaron a desayunar y Victor le montó el
pie en el pene para tocarlo y apretarlo con los dedos.
–Aay Victor, tú como que quieres llevar palo de
nuevo, lástima que tenemos que irnos.
–Son las 8:30, yo entro a las 10 y tú también…
Luego de desayunar se agachó frente a la silla de
Eduardo y volvió a mamarlo hasta ponerlo duro de nuevo. Repitieron.
Al finalizar Victor entró de nuevo al baño y de su
bolso sacó un cepillo de dientes, terminó de arreglarse y salió.
Eduardo llegó a la tienda y vio hacia la
puerta. “CERRADO POR INVENTARIO”
–Mierda verdad, que hoy no abrimos y yo me traje el
uniforme, que vaina.
Entró y su compañero Rodolfo estaba desayunando,
estaba en mono y camiseta. Al verlo Eduardo se sorprendió, nunca lo había visto
con ropa ligera. Se le veían unos brazos trabajados y se le marcaban algo los
pectorales, el pecho algo velludo, unas buenas nalgas y por delante el bulto se
marcaba más de lo habitual.
–Mijo, quien te ve piensa que me estás buceando y me
quieres coger.
–Coño chamo no sabía que tenías ese cuerpazo y menos
tú que eres así todo afeminado.
–Ay que básico eres, eres como bruto, pero a veces
me encanta lo bestia que te pones.
–Jaja ¿andas quesúo? Nunca me habías hablado así y
además tienes una cara…
–Algo, amanecí con ganas, ni me puse interior, se
bajó el mono por detrás y dejo ver una nalga ligeramente cubierta de vellos.
Rodolfo lo miró a los ojos y se mordió el labio inferior.
–Mi pana, tienes mucho pelo pa mi gusto.
–¿En serio? Mira. –Se bajó más el mono y
salieron unas nalgas redondas y paradas, no eran tan velludas como se
imaginaba Eduardo, que ya tenía una erección.
Terminó de bajarse el mono y al voltearse le vió el
pene que era bastante más grande que el suyo.
–Tranquilo esto no lo uso, me dieron demasiados
centímetros para un pasivo como yo. –Se acercó a Eduardo y le desabrochó el
pantalón.
–Marico puede venir alguien.
–Parece que fuera la primera vez que hacemos
inventario, no viene nadie, solo tú y yo, -le bajó el pantalón.
–Wao, pero tú tienes lo tuyo, mira esto. –Lo tomó
entre sus manos y comenzó a besarlo, Eduardo lubricaba en exceso. Rodolfo se lo
metió en la boca.
Buscó su mono y sacó un preservativo del bolsillo.
–Pero tú ya venías preparado.
–Yo sabía que no te ibas a negar a esto, te dije que
eres demasiado básico.
–Dame que yo me lo pongo.
–No, no, quédate quieto, déjame ponértelo.
Terminó de quitarse el pantalón y ambos estaban
desnudos.
–¿y ahora que me vas a hacer?
Eduardo lo volteó y lo pegó contar el espejo que
está entre 2 estantes.
–Ahora voy a darte duro por ese culo mariquito para
que veas lo básico que soy.
Le pasó la mano llena de saliva por entre las nalgas
y lo metió, sin pensar, sin esperar.
–AAAH, AAAH coño, ¿cómo sabías que me gusta el sexo rudo?
–Porque tienes cara de puta y te voy a dar más duro.
Con cada empujón Rodolfo empañaba el vidrio con su
aliento, su piel mojada por el sudor quedaba pegada al vidrio.
Eduardo separaba las nalgas para poder empujar con
más fuerza y penetrarlo completo. Rodolfo apretaba el esfínter lo que hacía que
Eduardo se estremeciera.
Unos minutos después Eduardo estaba a punto de
correrse y Rodolfo le dijo que aguantara.
Se volteó y se agachó quitándole el preservativo
para recibir todo el semen en la boca. No lo tragó sino que se levantó y sin
decir nada se le abalanzó a Eduardo besándolo, tomándole la cabeza con fuerza.
Eduardo se resistió hasta que sintió como entraba el
semen en su boca, lo tibio y el dulce sabor le quitó lo tenso que estaba y
respondió al beso blanco.
Se tumbaron en la alfombra a descansar.
–Nunca había probado la leche ni siquiera la mía, me
parecía asqueroso, pero me gustó. Y me gustó tu culo. Te sabes mover
–A mi me encanta. Tú también tiras divino.
¿Sigues con el noviecito de la peluquería?
–No es mi novio, pero sigo con él, anoche durmió en
mi casa.
–Ah pero la cosa va en serio, de quedarse en casa y
todo, se me adelantaron.
–¿Qué? Ay no marico, no me jodas que estás enamorado
de mi.
–No vale, es jodiendo, a mi no me gustas tú, eres un
bruto, en el sexo si me gusta, me refiero en la vida. Tiras rico pero hasta
ahí. -mintió, su intención de tener sexo con Eduardo era para terminar de darse
cuenta que le gusta y efectivamente le gusta ahora más.
Comenzaron con el inventario y terminaron 6 horas
después.
Eduardo se fue al metro con Rodolfo pero iban en
direcciones contrarias. Eduardo se montó en su tren, Rodolfo se quedó en el
andén viendo como se iba y poniendo cara de decepción al ver que lo del chico
de la peluquerías seguía viento en popa.
Eduardo llegó a su apartamento y comenzó a quitarse
la ropa, estaba agotado, entró al baño para ducharse y se vio al espejo, se vio
los músculos, las nalgas, cogió su pene y lo revisó –Hoy has tenido actividad
guevón jeje. –Levanta la mirada y ve el vaso que está en el lavamanos.
–¿Y este cepillo de dientes? Mierda esto es del
marico este, ¿pero que se cree el carajito que va a instalarse en mi casa?
–Lanzó el cepillo a la basura y se fue a duchar.
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