Y esto apenas comienza.
Llegaron al apartamento de Jorge al noroeste de la ciudad. Un buen
gusto en la decoración, minimalista y cada cosa pensada en el lugar que estaba
ubicado, Adolfo estaba impresionado.
–Chamo, tu vives bien, debes ganar unos buenos reales.
–Lo justo por mi trabajo, y sí, me gusta vivir bien, me mojo el culo
para ganar dinero, me gusta vivir bien desde que me fui de casa.
Jorge se volteó y le dio un beso en la boca a Adolfo. Ese beso lo
transportó al colegio y recordó cada humillación, cada empujón, cada
arrodillada fente al pene de Adolfo en el baño. Se estremeció y se separó.
–Coño, que rico beso, eso da un buen pronóstico de cómo tiras.
–¿Y que estás esperando para cogerme?
–Tienes ganas, bichito.
Se le acercó y le dio otro beso mientras le desabrochaba el pantalón.
Jorge se quitó los zapatos y terminó de desvestirse mientras Adolfo hizo lo
mismo.
–¿Dónde está el cuarto?
–¿Me vas a coger en la cama? ¿de verdad? Aquí está el sofá, ponte
creativo.
Adolfo vio el sofá y lo llevó hasta ahí y lo lanzó. Cuando se fue a
poner encima de Jorge, se tropezó y le dio con el codo en la cadera, luego
levantándole las piernas, se le resbaló una y lo golpeó en la cara, se levantó y
se resbaló.
–Además de hijodeputa es bien torpe este imbécil.
–Disculpa, estoy un poco torpe o nervioso.
–Tranquilo, espera, mira me agarro las piernas y listo, ahí tienes el
culito, mete ese guebo. -Adolfo no lo hizo sino que probó con un beso negro. Parecía
que lamía una chupeta, pasaba la lengua repetidas veces. La poca erección que
tenía Jorge se le esfumó.
Mientras Adolfo seguía lamiendo el ano jurando que se la estaba
comiendo, Jorge lo miraba con odio.
–¿Por qué mejor no me coges? Anda.
–Ok. –Dijo mientras se jalaba el pene para ponerlo duro, se echó
saliva en el pene y comenzó a penetrarlo. Iba muy despacio, tanto que Jorge
cerró los ojos y se relajó.
–¿Te gusta? Que sientes?
–¿Ya lo metiste?
–Casi, ya está adentro. –Terminó de empujar y comenzó a moverse muy
despacio.
–Ya lo siento. –mintió.
–Adolfo miraba a los ojos a Jorge que estaba inexpresivo, al igual que
él, no movía ningún músculo, bajaba la mirada para ver su pene entrar y salir y
volvía a ver a Jorge. Así estuvo varios segundos hasta que se detuvo, retiró el
pene y se sentó a un lado.
–¿Ya?
–Si…ya, acabé, uf que divino ese culito, lo tienes caliente. Te acabé
adentro, ¿no importa, no?.
–Bueno, ya no, muy tarde para importarme. Verga ni sentí cuando
acabaste.
–Si vale, te lo eché todito adentro. ¿me prestas el baño?
–Si, está en el cuarto, esa puerta.
Al rato se fueron a acostar pero Jorge no soportaba tenerlo cerca y
mucho menos dormir con él así que durmió en el sofá que también era cama.
En la mañana, Adolfo se despierta y se estira en la cama.
–Holaaaaa, buenos dííías. -Voltea hacia el otro lado y no ve a nadie.
Se coloca el interior y sale del cuarto y ve a Jorge durmiendo en el sofá.
Se extraña de verlo ahí y se va a la cocina a montar café. Regresa al
sofá, se agacha y le hace sexo oral a Jorge que se despierta.
–Epa, ¿qué haces? No, no, deja, no hagas eso.
¿no te gusta?–Si, pero ahorita no.
–¿Por qué no dormiste en el cuarto?
–Porque estabas roncando y además no estoy acostumbrado a dormir con
alguien.
–Disculpa… ¿Te preparo desayuno? ¿qué quieres?
–Quiero que te vayas, por fa, tengo vainas que hacer y tengo un dolor
de cabeza terrible.
–Mmmm bueno, me voy a duchar y me voy.
–Prefiero que te vistas y te vayas.
Adolfo se le quedó viendo y se puso serio. –No te gustó la tirada.
–No es eso, bueno algo, pero es que estaba tomado y no me sentía bien,
sólo quiero quedarme solo en casa, sin nadie ¿si? Vete.
–Ooookey, vaya, tanto peo para que viniera a tu casa y ahora me botas.
–Bueno chamo, estoy en mi casa y hago lo que me de la gana.
–Tranquilo y disculpa lo malo, yo sí lo disfruté y me gustó estar
contigo, pero entiendo que no le puedo gustar a todo el mundo. Ya me voy, ¿me
pudo vestir? Eso sí puedo.
–Si, claro.
Jorge fue a abrirle la puerta.
–Yo pensé que ya habías cambiado, pero creo que ha vuelto el Jorge que
me contrató hace unas semanas.
–Nos vemos el lunes a las 8, adiós. –Cerró la puerta y le volvieron
las imágenes del colegio. Comenzó a llorar con los ojos cerrados.
–La vas a pasar muy mal Adolfo, muy mal.
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