Miedo a dar el paso.
–No me gustan esas escenitas de maricas de barrio cayéndose a coñazos
por un macho.
–Yo no me podía quedar con eso, se estaba metiendo entre nosotros.
Además nos peleamos en tu casa no en la calle.
–Pero eres capaz de hacerlo en la calle y esa vaina no me gusta. Y no
digas que se estaba metiendo entre “nosotros” porque “nosotros” no tenemos
nada.
–No te entiendo, me dices una cosa y luego me dices otra, quisiera que
me aclararas la situación. ¿Nos vamos?
–Papi aquí te traje el café, lo hice especial para ti. -Yenny, la
muchacha transexual le tocó la barbilla mientras le daba el café. Eduardo se
sonrió nervioso.
–No te pongas rojo, yo no muerdo, yo trago y completo.
Victor se le subió la sangre a la cabeza.
–Gracias por el café, está muy bueno.
–Bueno estás tú papi, cuerpo, cara, estás para hacerte maldades.
Victor la lanzó un golpe en la cara lo que hizo que Yenny cayera al
piso debido a los tacones. El muchacho le arrancó las extensiones de cabello
mientras Yenny gritaba. Esta vez Adolfo intervino y los separó.
–COÑOOOO, ¿QUÉ TE ACABO DE DECIR? ¿VAS A SEGUIR?
–MARICAAAAA, ME ARRANCASTE EL PELO.
–LAS GREÑAS ESAS MAL PUESTAS QUERRÁS DECIR, PUTAAAA DEJALO TRANQUILO.
Adolfo sacó a Victor del salón y se lo llevó casi arrastrándolo por la
calle.
Llegaron al apartamento.
–¿Y tú pretendes que yo sea tu novio comportándote como un carajito de
barrio peleándose por el “marido”?
–¡Cógeme!
Adolfo escuchó eso y desvistió a Victor y ahí mismo lo tiró en el piso
boca abajo. Le escupió el culo para luego restregar la saliva entre sus
nalgas, igual hizo con su pene, lo humedeció y comenzó a penetrarlo.
–Dame duro Adolfo, ponte salvaje. –Adolfo lo cogió del cabello y lo
levantó hasta tenerlo en 4, sin soltarle el cabello, comenzó a empujar con
fuerza, con cada empujón su pene entraba completamente mientras Victor gemía de
dolor, su cabeza estaba echada hacia atrás pues Adolfo lo sostenía del cabello.
Las lágrimas corrían por sus mejillas, le dolía la penetración pero lo estaba
disfrutando.
–Párate. –Se levantó del suelo sin dejar que el pene se saliera y se
fueron al sofá. Siguió moviéndose con fuerza y rapidez para luego voltearlo y
penetrarlo de frente.
–Soy tuyo Adolfo, sólo tuyo.
–Me gustas que jode carajito, no sé que coño me hiciste, pero me
gustas burda. –Un beso hizo que terminara de penetrarlo profundamente, hasta
que sintió como se corría dentro del muchacho, apretó con más fuerza el cabello
de Victor, soltó y se echó a un lado.
–Cada vez me lo haces más rico, nunca pensé que me gustara tanto que
me cogieran así de rudo.
–Te acabé adentro, discúlpame esa, debí ponerme condón.
–Tranquilo, contigo me arriesgo a todo.
–Vamos a ducharnos.
Mientras Adolfo enjabonaba a Victor paseándole la pastilla de jabón
por todo el cuerpo, el muchacho habló.
–El sábado que viene voy con unos amigos de la pelu y otros a Boom
Café.
–¿Qué es eso?
–Es un local gay donde hacen shows fonomímicos con travestis, quería
invitarte para que me acompañaras y presumir de novio.
–Sabes que esos lugares no me gustan, yo no voy a bares gays.
–Anda vale, te va a gustar, los shows son fabulosos, plumas, mariqueras,
te vas a reir.
Adolfo cerró la llave. –Esas mariqueras no me gustan chamo, odio la
pluma, los amaneramientos, las mariqueras.
–Todo eso lo tengo yo, no te estoy entendiendo.
Hubo un silencio. Victor tomó el jabón para seguir bañándose. Adolfo
le tiró al suelo la pastilla de jabón.
–Recógela.
-El muchacho se agachó y Adolfo lo penetró de nuevo. Victor se levantó
y le dio un beso en la boca.
–Anda, acompáñame al bar, te va a gustar, quiero ir contigo.
Adolfo lo empujó a la pared y lo terminó de penetrar. –Esta bien, te
acompaño, coño, pero sólo un rato, cuando te diga para irnos nos vamos.
–Ok, gracias. -Otro beso. –Me estás cogiendo como una mami, ¿eso es todo
lo rudo que puedes hacerlo?
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