Luego de una larga conversación acordaron que ya era
el momento de vivir juntos. Darío contrató a una enfermera para que viviera en
casa de su madre, ya se habían recuperado de dinero y en su trabajo iban bien
las cosas.
Esa noche Bertha estaba decidida a hacer el amor con
su esposo, ya habían pasado casi 2 meses sin tener relaciones. Ella fue la que
se lo pidió. Ambos desnudos en la cama, Bertha no paraba de besarlo por todos
lados y apenas Darío lograba una erección que era cuando su esposa le hacía
sexo oral.
Intentó penetrarla pero su pene perdió rigidez.
–Chúpamela mientras se te para, me encanta como lo
haces.
Darío, bajó a la entrepierna de su esposa y comenzó
a hacerle el sexo oral y tocaba sus pechos. Bertha se retorcía, su piel se
erizaba.
Darío estaba sumergido en la vagina de Bertha
pensando en Rogelio mientras ella no paraba de derramar flujo, era tal su
excitación que se tensaba y pegaba las uñas a la pared.
–¡Sigue, sigue, sigue, no pares ay, ay Carmelo, dale,
Carmelo, sigue!.
Darío se detuvo.
–¿Qué carajo tienes tú que nombrar a ese tipo en
este momento? Explícame.
Bertha recuperó el aliento y se incorporó
sentándose.
–Ay mi amor, disculpa, es que hoy lo vi, estuve
reunida con él en el despacho, me entregó unos documentos.
–Ajá, eso lo puedo entender es tu cliente. Pero te
estoy mamando la cuca y me lo nombras, me dices Carmelo. ¿Te lo estás tirando?
–No, no, no chico, ¿qué es eso? No, para nada.
–Estás celoso, me gusta eso. Disculpa mi amor es que he estado estresada
y estaba pensando en la oficina.
–¿Pensando en la oficina y te estabas retorciendo de
placer en esta cama? No me jodas Bertha.
Se levantó de la cama y se fue a dar una ducha.
–¡Mierda! ¿Cómo se me ocurre gritar Carmelo en
pleno sexo? Qué bruta eres.
Bajo la ducha caliente apoyado en la pared, Darío
estaba aliviado de que ocurriera eso.
–La excusa perfecta para no hacerlo, no tenía ni
un poquito de ganas.
Salió de la ducha. –Mi amor disculpa, no quería
incomodarte, fue un lapsus, vamos a seguir.
–No Bertha, estoy cansado, no se me paró el guebo y
encima me sales con esa vaina, no estoy de humor ahora, vamos a descansar.
–¿Quieres ver una película?
–Dale, escógela tú.
Bertha buscó una romántica de las que no le gustan a
Darío. Le dio un beso, puso el DVD y se acostaron juntos abrazados viendo la
película.
–¿Será que le cuento que Bertha sabe todo? Pero
eso lo va a perjudicar y si la perra esa no ha dicho nada es que no le
conviene. Como lo extraño coño. -Pensaba Rogelio mientras buscaba una
información en su Tablet. –Lo voy a llamar para saludarlo.
Era sábado y Darío se levantó para hacer el desayuno
para ambos. Estaba desnudo como siempre había querido pero en casa de sus
padres no podía.
Preparaba unas arepas y huevo revuelto.
Sonó su celular. –Rorro, verga días sin saber de él.
–<Aló>
–<Hola mi amor>
–<Hola Rorro, ¿Cómo has estado?
–<Extrañándote mucho, desde que te mudaste no te
veo>
–<Papi hace 5 días que me mudé>
–<Pendejo, quiero verte siempre>
–<Tranquilo que ya nos veremos mi Rorro>
–<¿Qué haces?>
–<Hago el desayuno para Bertha y para mi>
–<Échale un venenito ahí o por lo menos un
laxante>
–<No hables así Rorro, no me gusta que digas esa
vainas>
–<No me cae bien Bertha>
–<Es mi esposa Rorro, respétala aunque sea>
–<El primero que tiene que respetarlo eres tú y
no lo haces>
–<Ay Rorro no vamos a empezar a discutir tan
temprano y un sábado, sabes lo que siento por ti, te adoro y siempre voy a
estar a tu lado>
Bertha estaba despierta y parada en la puerta del
cuarto escuchando.
–<Yo te amo, lo sabes, pero sabes algo, me excita
esta relación que tenemos, que sea oculta, prohibida, que la gente no se
entere, me da morbo>
–<A mi también>
–<Quiero tirar contigo>
–<Pronto lo haremos, te lo prometo, te voy a
dejar, un besote>
–<Un beso para ti y otro en esa cabeza de abajo,
Chao>.
–Buenos días mi amooor, que rico huele eso. Pero más
rico verte desnudito con esas nalguitas peluditas y paraditas. –Le dio una
nalgada, Darío se rió.
–Siéntate para servirte.
Quería pedirte disculpas de nuevo por lo de anoche.
–Tranquila, está olvidado, no hay problema, yo igual
ayer no estaba en mi mejor momento.
Mientras desayunaban hablaron de lo que harían ese
día. Hubo un silencio y Bertha volvió a hablar.
–Mi amor, ¿tú cuando pequeño tuviste alguna
experiencia homosexual?
Darío se ahogó con el café, Bertha lo vio a los ojos
mientras mordía la arepa.
–¿A que viene esa pregunta?
–Curiosidad, yo me di unos besos con una amiga en
bachillerato.
–No estoy entendiendo esta conversación.
–Ay amor es curiosidad, para hablar de algo,
conocernos.
–¿Más? Llevamos 5 años juntos.
–Y hay cosas que no sé de ti. ¿Tuviste algo con uno
de tus primos?
–Bertha ¿qué te pasa? ¿adónde quieres llegar?
–Rorro es gay y ustedes se la pasan juntos, duermen
juntos, desayunan juntos, ¿se bañan juntos?. A lo mejor te ha dado curiosidad
eso y a él lo tienes a mano.
–Bertha tú te montas unas historias. Como se ve que
somos abogados. ¿qué coño de curiosidad? Rorro es mi amigo de toda la vida, si,
es gay, pero ya, más nada, él en su peo y yo en el mío.
–Ok, ok, bueno, no pregunto más, no sé porque te
tienes que poner a la defensiva, con un “no mi amor” era suficiente. Pero es
que mi primo los vio en un hotel aquella vez, entonces…
–Aaaaaay Bertha, te vas por la ramas para luego
lanzarme eso. Me preguntas de una sin tantos rodeos.
–¿Se quedaron en ese hotel verdad?
–Si Bertha si, nos quedamos, quería desconectarme,
Rogelio es la única persona con la que puedo hablar de todo y desahogarme,
dormimos juntos en la cama YA.
–Soy tu esposa Darío, creo que a estas alturas
luego de 5 años podrías confiar en mi y desahogarte conmigo.
–No es lo mismo. Es mi amigo y confidente.
–Ok, ok, espero que a partir de ahora no te
desaparezcas con él para desahogarte, estamos casados y me debes respeto.
–Darío volteó a verla y la miró a los ojos y retiró la mirada.
–Sí, te escuché hablar con Rogelio, lo escuché
todo.
–Mi amor, estamos estrenándonos como marido y mujer,
no discutamos y vayamos a hacer nuestras cosas de esposos que es ir a comprar
lencería, ¿sí? Y deja la paranoia, mi esposa cuaima celosa.
–Uno tiene que cuidar lo suyo mi amor, hay muchas
bichitas y bichitos sueltos en la calle dispuestos a lo que sea.
–AAAAAY AMOOOOR vamos a ducharnos para salir, dame
un beso. –Darío la alzó en el aire y se besaron, y así fueron juntos a
ducharse.
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