martes, 13 de septiembre de 2016

A QUE NO TE ATREVES. Cuarta temporada. Capítulo 2


Comienza la vida conyugal.



Luego de una larga conversación acordaron que ya era el momento de vivir juntos. Darío contrató a una enfermera para que viviera en casa de su madre, ya se habían recuperado de dinero y en su trabajo iban bien las cosas.



Esa noche Bertha estaba decidida a hacer el amor con su esposo, ya habían pasado casi 2 meses sin tener relaciones. Ella fue la que se lo pidió. Ambos desnudos en la cama, Bertha no paraba de besarlo por todos lados y apenas Darío lograba una erección que era cuando su esposa le hacía sexo oral.

Intentó penetrarla pero su pene perdió rigidez.

–Chúpamela mientras se te para, me encanta como lo haces.

Darío, bajó a la entrepierna de su esposa y comenzó a hacerle el sexo oral y tocaba sus pechos. Bertha se retorcía, su piel se erizaba.

Darío estaba sumergido en la vagina de Bertha pensando en Rogelio mientras ella no paraba de derramar flujo, era tal su excitación que se tensaba y pegaba las uñas a la pared.



–¡Sigue, sigue, sigue, no pares ay, ay Carmelo, dale, Carmelo, sigue!.

Darío se detuvo.

–¿Qué carajo tienes tú que nombrar a ese tipo en este momento? Explícame.

Bertha recuperó el aliento y se incorporó sentándose.

–Ay mi amor, disculpa, es que hoy lo vi, estuve reunida con él en el despacho, me entregó unos documentos.

–Ajá, eso lo puedo entender es tu cliente. Pero te estoy mamando la cuca y me lo nombras, me dices Carmelo. ¿Te lo estás tirando?

–No, no, no chico, ¿qué es eso? No, para nada. –Estás celoso, me gusta eso. Disculpa mi amor es que he estado estresada y estaba pensando en la oficina.

–¿Pensando en la oficina y te estabas retorciendo de placer en esta cama? No me jodas Bertha.

Se levantó de la cama y se fue a dar una ducha.

­–¡Mierda! ¿Cómo se me ocurre gritar Carmelo en pleno sexo? Qué bruta eres.



Bajo la ducha caliente apoyado en la pared, Darío estaba aliviado de que ocurriera eso.

La excusa perfecta para no hacerlo, no tenía ni un poquito de ganas.



Salió de la ducha. –Mi amor disculpa, no quería incomodarte, fue un lapsus, vamos a seguir.

–No Bertha, estoy cansado, no se me paró el guebo y encima me sales con esa vaina, no estoy de humor ahora, vamos a descansar.

–¿Quieres ver una película?

–Dale, escógela tú.

Bertha buscó una romántica de las que no le gustan a Darío. Le dio un beso, puso el DVD y se acostaron juntos abrazados viendo la película.





­–¿Será que le cuento que Bertha sabe todo? Pero eso lo va a perjudicar y si la perra esa no ha dicho nada es que no le conviene. Como lo extraño coño. -Pensaba Rogelio mientras buscaba una información en su Tablet. –Lo voy a llamar para saludarlo.



Era sábado y Darío se levantó para hacer el desayuno para ambos. Estaba desnudo como siempre había querido pero en casa de sus padres no podía.

Preparaba unas arepas y huevo revuelto.



Sonó su celular. –Rorro, verga días sin saber de él.

–<Aló>

–<Hola mi amor>

–<Hola Rorro, ¿Cómo has estado?

–<Extrañándote mucho, desde que te mudaste no te veo>

–<Papi hace 5 días que me mudé>

–<Pendejo, quiero verte siempre>

–<Tranquilo que ya nos veremos mi Rorro>

–<¿Qué haces?>

–<Hago el desayuno para Bertha y para mi>

–<Échale un venenito ahí o por lo menos un laxante>

–<No hables así Rorro, no me gusta que digas esa vainas>

–<No me cae bien Bertha>

–<Es mi esposa Rorro, respétala aunque sea>

–<El primero que tiene que respetarlo eres tú y no lo haces>

–<Ay Rorro no vamos a empezar a discutir tan temprano y un sábado, sabes lo que siento por ti, te adoro y siempre voy a estar a tu lado>

Bertha estaba despierta y parada en la puerta del cuarto escuchando.

–<Yo te amo, lo sabes, pero sabes algo, me excita esta relación que tenemos, que sea oculta, prohibida, que la gente no se entere, me da morbo>

–<A mi también>

–<Quiero tirar contigo>

–<Pronto lo haremos, te lo prometo, te voy a dejar, un besote>

–<Un beso para ti y otro en esa cabeza de abajo, Chao>.



–Buenos días mi amooor, que rico huele eso. Pero más rico verte desnudito con esas nalguitas peluditas y paraditas. –Le dio una nalgada, Darío se rió.

–Siéntate para servirte.

­Quería pedirte disculpas de nuevo por lo de anoche.

–Tranquila, está olvidado, no hay problema, yo igual ayer no estaba en mi mejor momento.



Mientras desayunaban hablaron de lo que harían ese día. Hubo un silencio y Bertha volvió a hablar.

–Mi amor, ¿tú cuando pequeño tuviste alguna experiencia homosexual?

Darío se ahogó con el café, Bertha lo vio a los ojos mientras mordía la arepa.

–¿A que viene esa pregunta?

–Curiosidad, yo me di unos besos con una amiga en bachillerato.

­–No estoy entendiendo esta conversación.

–Ay amor es curiosidad, para hablar de algo, conocernos.

–¿Más? Llevamos 5 años juntos.

–Y hay cosas que no sé de ti. ¿Tuviste algo con uno de tus primos?

–Bertha ¿qué te pasa? ¿adónde quieres llegar?

–Rorro es gay y ustedes se la pasan juntos, duermen juntos, desayunan juntos, ¿se bañan juntos?. A lo mejor te ha dado curiosidad eso y a él lo tienes a mano.

–Bertha tú te montas unas historias. Como se ve que somos abogados. ¿qué coño de curiosidad? Rorro es mi amigo de toda la vida, si, es gay, pero ya, más nada, él en su peo y yo en el mío.

–Ok, ok, bueno, no pregunto más, no sé porque te tienes que poner a la defensiva, con un “no mi amor” era suficiente. Pero es que mi primo los vio en un hotel aquella vez, entonces…

–Aaaaaay Bertha, te vas por la ramas para luego lanzarme eso. Me preguntas de una sin tantos rodeos.

–¿Se quedaron en ese hotel verdad?

–Si Bertha si, nos quedamos, quería desconectarme, Rogelio es la única persona con la que puedo hablar de todo y desahogarme, dormimos juntos en la cama YA.

–Soy tu esposa Darío, creo que a estas alturas luego de 5 años podrías confiar en mi y desahogarte conmigo.

–No es lo mismo. Es mi amigo y confidente.

–Ok, ok, espero que a partir de ahora no te desaparezcas con él para desahogarte, estamos casados y me debes respeto. –Darío volteó a verla y la miró a los ojos y retiró la mirada.

Sí, te escuché hablar con Rogelio, lo escuché todo.



–Mi amor, estamos estrenándonos como marido y mujer, no discutamos y vayamos a hacer nuestras cosas de esposos que es ir a comprar lencería, ¿sí? Y deja la paranoia, mi esposa cuaima celosa.

–Uno tiene que cuidar lo suyo mi amor, hay muchas bichitas y bichitos sueltos en la calle dispuestos a lo que sea.

–AAAAAY AMOOOOR vamos a ducharnos para salir, dame un beso. –Darío la alzó en el aire y se besaron, y así fueron juntos a ducharse.

No hay comentarios:

Publicar un comentario