Ernesto y yo agachados a los pies del
cura como dos hambrientos chupando tetero. Le desabotoné la sotana y terminé de
desabrochar el pantalón.
Se levantó de la silla y dejó caer la
sotana, nosotros seguíamos agachados. Ernesto mamaba el guebo yo le chupaba las
bolas y el culo.
_¿A quien voy a crucificar primero? –Ernesto
no dijo nada así que yo me levanté y fui a buscar un condón.
Se lo di y me dijo que se lo pusiera, Ernesto
seguía mamando así que esperé. Se lo puse y Carlos me alzó montándome en la
mesa. Se puso lubricante.
–¿Te lo meto despacio o rápido? –No
terminé de responder cuando ya lo había empujado hasta el fondo, se me tensaron
las piernas, Carlos me las abrió. –Asómate para que veas como lo tengo clavado.
–Le dijo a Ernesto. Comenzó a cogerme duro, la mesa se estaba moviendo, tenía
apoyadas sus manos en mis muslos aprisionando hacia abajo, sentía como entraba
y salía aquel trozo. Me levantó y me cogió de pie. Se fue hasta el sofá conmigo
en brazos y se sentó. Su verga me entró hasta el cerebro.
–Como tenía ganas de cogerte de nuevo. -Me
dijo en voz baja. –Voltéate para que tu amigo te lo mame mientras te cojo.
Ernesto se acercó y comenzó a mamarme el
guebo, yo estaba excitadísimo. Carlos me movía a sus anchas, yo parecía un
trapo.
–Móntate tú que te quiero coger. -Le dijo
a Ernesto
–No, no tranquilo, yo estoy bien.
–Coño ven. -Lo haló del brazo y lo puso
en 4 en el sofá. Le escupió el culo.
–Dale despacio
–¿Así? –Aunque lo metió suavemente no
hubo pausa. Ernesto cerró los ojos apretándolos. Yo le agarraba las bolas a
Carlos y a Ernesto.
–¿Y tú no te habías ido? –Apareció
Guillermo.
–Es que me entretuvieron ellos y bueno,
aquí estoy. –Guillermo se molestó, se batió y se fue a la cocina. Habían pasado
10 minutos y Carlos no acababa, seguía cogiéndose a Ernesto pero ya su guebo
perdía erección y lo sacó. –Estoy mamao. –Dijo.
–¿Y no me vas a coger a mi otra vez?
–No mi rey, estoy agotado.–Se echó en el
sofá y Ernesto y yo nos sentamos y nos pajeamos mientras nos besábamos. Me
levanté y me di más rápido y le acabé en la barriga, él también se vino. Carlos
estiró la mano y esparció el lechero por toda la barriga de Ernesto y luego se lamió los dedos.
–Esta dulcita esa leche de ustedes. –¿Me
puedo duchar François?
–Si, usa el baño de Guillermo.
Se fue al baño y salió Guillermo de la
cocina.
–¿Y le vas a decir que se duche en mi
baño?
–Bueno es invitado tuyo.
–¿Y ustedes para que se lo cogen? Yo lo
conocí primero.
–Perdona cariño, pero ese cura me comulgó
a mi primero hace como un mes. Una buena cogida en la sacristía.
–Mira, François, esto no se trata de una
competencia ni quien se tira a más hombres, pero te voy a agradecer que los
tipos que yo traiga sólo me cojan a mi, no vengas tú a querer también
cogértelos.
–¿Perdón? Esta es mi casa y yo me cojo
aquí a quien me de la gana, si no te gusta ahí está la puerta y te largas.
–Tengo un contrato.
–Te devuelvo los reales pagados más el
depósito y listo.
Guillermo se quedó callado y regresó a la
cocina.
–¿Y este que le dio? -Me dijo Ernesto que
se estaba poniendo el interior.
–No sé, pero que no venga a dárselas de
veterana del sexo y dueña de la casa que le doy par de cachetadas y la ubico.
–Me tengo que ir.
–Vamos a vestirnos y te llevo, y llevamos
al curita a su iglesia.
–Que bueno está el carajo.
Salimos los 3 de la casa, Guillermo se
quedó almorzando.
–¿Cuándo me traes a los gemelos de nuevo?
–¿Te gustó Abel?
–Si un culito tiernito. Ahora tengo en la
iglesia un chamo que me ayuda, tiene 18 años, todavía no me lo he tirado pero ya
le he lanzado unas puntas y creo que cae en cualquier momento.
–¿Entonces es gay?
–Si claro, La mamá me lo trajo porque el
chamo no sabe que estudiar y quiere que yo lo oriente, entonces me ayuda en las
tardes. Me dijo que ella cree que es gay que también le quite esas ideas de la
cabeza. Lo peor es que le voy a meter más cosas y no precisamente en la cabeza.
–Tremendo cura estás hecho. -Le dijo
Ernesto.
–No voy a dejar de disfrutar mientras le
sirvo a Dios y ayudo a la gente, lo mio no es solo sexo, también es labor
social y espiritual.
–Si, si clavando la cruz a los feligreses
más débiles.
–Bueno Ernesto deja la vaina, te gozaste
la cogida ¿qué tanto?.
–Chico tenemos que organizar una
reunioncita con varios amigos y bueno ahí vemos que surge.
–Seguro. –Carlos se echó hacia delante y
le dio un beso en la boca a Ernesto, yo volteé para otro lado.
–Relájate, yo sé que te gustó la cogida,
en cualquier momento repetimos para crucificarte de nuevo. –Salió del carro, se
asomó por la ventana y le dio una palmada en la mejilla a Ernesto.
–Chao guapo.
–Eeeesooo, le gustaste al curita.
–Sí, qué bonito empatarme con un cura que
se coge a mis amigos y unos cuantos más.
–¿Pero quien habló de empatarse? ¡A TI TE
GUSTA CARLOS! MARICO TE GUSTÓ CARLOS, QUE FUERTE.
–Deja la vaina François.
–Jajajajajaja -Antes de arrancar de nuevo
sonó mi celular.
–<Dale mi número a tu amigo y que me
escriba>
–NO, NO, NO MIRA ESTO, El cura me
escribió para que te dé su número. Anota. –Ernesto se puso nervioso que casi se
le cae el celular. Lo anotó y le escribió.
–Que loca eres, desesperadita, ya le vas
a escribir.
–¿Espero un rato?
–Claro mijo, un poco de emoción a la
cosa.
Dejé a Ernesto en su casa y regresé a la
mía.
–<Mira, le diste mi número a tu amigo?
No me ha escrito>
–<Si, se lo di ahí mismo, debe estar
ocupado, pero te va a escribir>
–<Me gusta el pana, ¿No te molesta eso,
no?>
–<No vale tranquilo, más bien me
alegro, él es bien enclosetado, se destapó hace poco pero huele a naftalina
todavía, pero es buena gente, es un buen carajo>
–<Ah bueno, cuando me escriba lo
invito a salir, quiero algo serio aunque echarme unos culitos por ahí me gusta
mucho>
–<A él le choca un poco que seas cura,
pero trabájalo, él es discreto, puedes confiar en él>
–Dale, te aviso si me escribe y gracias.
Rico tu culo, que Dios te bendiga.
Hablando de culos y tiradas y luego
bendiciéndome, que bizarro todo.
Guillermo tocó la puerta de mi cuarto y
abrió.
–Vine a pedirte disculpas por lo de hace
un rato, me dio rabia ver al cura cogiéndolos a ustedes, no sé era un tire mío,
a lo mejor son guevonadas mías.
–Ya tranquilo, ven acá. –Le dije para que
se echara en mi cama– vamos a ver una peli juntos. Yo la escojo y tú haces las
cotufas.
–Ok. –me dio un piquito en la boca y se
fue.
Mensaje. Jack. –<Abre la puerta de tu
casa>
El corazón comenzó a brincarme y empecé a
sudar, una taquicardia a la vuelta de la esquina. Abrir la puerta y encontrarme
a Jack de nuevo era ya demasiada emoción junta.
Abro y mis ojos se abrieron como platos. 23
rosas blancas y en el medio una roja con un sobre. “Perdóname, para que pases
lo amargo de mi actitud busca detrás del ramo”. –Una caja de bombones. El
corazón no dejaba de pegar brincos pero la tensión bajó, abrí la caja y comí
uno. Le escribí con la emoción reflejada en mis manos que me temblaban.
–<Eres un cabeza de guevo, que bello
ese ramo, te botaste, gracias por los bombones, perdonado desde mucho antes. Un
beso>
–<Disfrútalos, cuando te quede uno
guárdalo, que ese será para mi>.
Quería ver The Avengers 2. Regresó
Guillermo con un mega tazón de cotufas y emocionado con el ramo.
–Qué bellas esas rosas, ese hombre que te
las mandó te ama. ¿Qué película vamos a ver?
–La cosa más dulce.
–Ah…okey.
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