Estaba en casa de los gemelos dándoles
clases. Los estaba poniendo al día pues estuve 2 semanas sin ir. Cuando
terminamos nos servimos unos capuchinos con crema y unas galletas y nos
sentamos en la mesa.
–Ya no te quedas a dormir aquí, no
quieres tirar con nosotros, ¿estás molesto? –Me decía Abel.
–No vale, he estado complicado con las
clases, me tengo que organizar, aparte de ustedes tengo más alumnos, más las
empresas a las que le doy inglés.
–Puras excusas, te puedes venir los
viernes para acá y te quedas. –Hablaba Caín.
–Tienen razón, no les prometo nada este
fin porque ya lo tengo comprometido, pero el próximo seguro estoy con ustedes.
–Aja ¿y a quien te vas a coger el fin de
semana?
–Jajajajaja mi vida no es sólo sexo Abel,
hago otras cosas.
–Si guevón, lo tuyo es dar clases y
tirar. Y te tiras a los estudiantes.
–Jajajajaja, bueno sí… el sábado tengo
una orgía.
–¿QUÉ? ¡UNA ORGÍA! Que rico, un poco de hombres ahí que te
cojan, viene uno, el otro y el otro.
–Abel, ahí es todos contra todos, no van
a cogerte a ti nada más. –Le dijo Caín riéndose.
–Bueno yo sé, pero déjame fantasear, ¡qué
morbo! Ya sé que me vas a decir que somos menores y tal y no podemos ir, pero
¿dónde es? ¿cómo te enteraste?.
–Por la gente de la película porno, hay
unos que van a ir y me pasaron la información, es bastante exclusivo y
restringido.
–¿Y estás reservando leche para ese día o
puedes compartir? –Me dijo Abel mientras me bajaba el cierre del pantalón y
desabrochaba el cinturón, Caín se acercaba.
–Puedo compartir claro que sí. -Me
levanté y me bajé el pantalón junto con el interior. –Quiero verlo a los dos
mamándome el guebo.
Los gemelos pasaban la lengua por mi guebo,
un en cada lado y me miraban. Abel se lo metía a la boca y luego Caín, se
turnaban para lamerme las bolas. Nos fuimos al cuarto de huéspedes y ahí en la
cama los tenía a los dos sobre mi, disfrutando de mi enorme verga, que estaba
en su punto máximo de erección.
Como si fuera una chupeta sus lenguas
recorrían cada centímetro, sus bocas se encontraban entre el glande y se
besaban para luego cederle al otro el placer de tragárselo. Mientras Abel lo
hacía, Caín me levantó las piernas y comenzó a pasar su lengua por mis bolas
hasta llegar al culo para metérmela y dilatarme. Chupaba, mordía, succionaba.
El muchacho se fajaba en mi culo.
Abel me masturbaba mientras su lengua jugaba
con mi glande. Caín volvía a mi guebo y ambos se repartían aquel trozo de
carne.
Ahora Abel iba a mi culo mientras su
hermano se quedaba mamando. Dándome la espalda y en esa posición se tragó
completamente mi guebo. Abel no se conformó con su lengua y comenzó a meterme
un dedo para luego meter otro y otro. Sus dedos fueron a parar a mi próstata,
el carajito me iba a hacer acabar y lo advertí así que dejó de hacerlo y se fue
hacia mi guebo a recibir junto a Caín toda mi leche en sus bocas.
Terminaron de exprimirme y se besaron
intercambiando el fluido de una boca a otra hasta beberlo todo.
–¡Coño! Pero ustedes son unos bárbaros
mamando guebo y culo, ya pueden tener marido. Me voy a duchar, ¿puedo usar el
baño de arriba?
–Claro gafo, estás en tu casa. Yo me
quedo porque quiero cogerme a mi hermanito.
Salgo del cuarto y recojo el pantalón y el interior que
estaban en el comedor y me dispongo a subir, en eso se abre la puerta del
apartamento y era Arlindo que me ve semidesnudo, pues tengo la camisa puesta y
nada abajo.
–¡Carajito! ¿Tú qué haces desnudo? ¿No
estabas dando clases?
–Eeeh sí, sí –miré hacia la mesa del
comedor- lo que pasa es que me manché con café y voy a lavar esto y ducharme.
–Ah, ya…saca ese culito de aquí que me
estás provocando, ¿y los gemelos?
–En el cuarto de abajo. –Entré al baño y
me terminé de desvestir.
Mientras me enjabonaba por mi mente
pasaba Jack y luego la orgía del próximo sábado, Ernesto no quiso ir, así que
iría con dos de los de la película porno. Cuando comienzo a quitarme el jabón
siento una brisa fría que entra, al voltear era Arlindo que había entrado y
estaba en interior.
–¿Qué haces aquí?
–Me provocaste coño, te vi esas nalgas
blanquitas peluditas y coño mira como se puso el amigo. –Aquella punta trasera
estaba firme. Abrió la puerta de vidrio y entró.
–Sal ¿y si llega Humberto?
–Pues que se una, ¿No te cogimos los dos?
No le va a importar que yo te coja.
–Bueno, eso no lo sabemos. ¿Qué estás
haciendo? –Me estaba metiendo los dedos.
–¿Tú que crees? Preparando este culito
para que entre mi pipí. –Pipí, otra vez la palabrita.
–¿Pipí? ¿Tú has visto lo que tienes
entre las piernas? Tú dejaste a alguien sin guebo en la repartición.
–No hables mucho que tú tienes un bate.
–Agarró acondicionador y embadurnó su “pipí”. Comenzó a meterlo apretándome las
nalgas para que sintiera cada movimiento que hacía.
–Te estabas cogiendo a los gemelos
¿verdad? –Empujó y entró una parte. –Eres un sinvergüenza carajito, tirándote a
menores de edad. –Volvió empujar. –Puedes ir preso por hacer esas cosas ¿lo
sabes? –Otro empujón y lo metió todo. Soltó mis nalgas.
–Desde que los conocí estoy en eso. Son
peores que tú y que yo.
–¿Y se dejarán coger por mí? –Ahora
estaba embistiéndome y yo aguantando.
–Son los hijos de tu novio, es como raro
eso ¿no te parece? –Me agarró por la frente y me aprisionó.
–Ya es raro que te hayas tirado a toda una
familia. –Me aprisionó más fuerte hacia él y empezó darme muy rápido. El sonido
de la piel mojada chocando me estaba excitando más.
Alguien tosió y al voltear eran los
gemelos. Arlindo los vio y se asustó resbalándose, intentó sostenerse pero se
fue hacia atrás, cayó y con la cabeza partió el vidrió. Abel pegó un grito,
Caín se desmayó al ver la sangre. Arlindo se había cortado la cabeza.
–¡ABEL, ABEL VAMOS A LLAMAR A LA
AMBULANCIA Y A TU PAPÁ. LEVANTA A TU HERMANO!
Llamé a la ambulancia y a Humberto, al
regresar al baño el piso era un rio rojo pero Arlindo se estaba levantando.
–CUIDADO Y TE MAREAS COÑO.
Nos fuimos a la clínica con un desmayado
y un herido.
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