Asumiendo la paternidad desde el inicio,
me dediqué a buscar pañales, de cualquier talla, en tiempo de escasez había que
conseguir lo que sea, así que me tomé el día para recorrer la ciudad.
En esa bitácora llegué al automercado de
salud que queda en La Castellana. Tuve la suerte que era mi día por el terminal
de mi cédula y habían pañales. Estando en la cola, a 12 personas delante de mi,
estaba un señor canoso, como de unos 60 años, bien conservado, alto, buenmozo.
No hacía más que mirarme, la cola era una L y él estaba después de doblar así
que me veía de frente pues se ponía lateral a la cola. Me veía y se tocaba el
paquete, volvía a verme y de nuevo se tocaba.
–No entiendo la manía de los hombres de
tocarse a cada rato ahí entre la piernas. -Decía la señora que tenía delante de
mi. –Parece que tuvieran ladillas. –Dijo eso y me miró.
–Señora, si usted tuviera pene lo
entendería.
–Pero que grosero es usted.
–No señora disculpe, lo que le quiero
decir es que es normal, a veces el interior incomoda, se nos pellizca un
testículo, -No puedo creer que yo esté hablando esto con una mujer que puede
ser mi madre –o el roce y el calor.
–Pero lo pueden disimular mire ese como
hace. –La mujer miró al tipo y me miró a mi. –¡Pero es con usted la cosa! Se
toca y lo mira . ¿Y usted está haciendo lo mismo? ¡Se ven y se tocan! ¡QUE
HORROR! Pero aquí no respetan que hay niños y unas damas, voy a llamar al
vigilante.
–Señora, señora. –me quedé ahí quieto.
–¿Qué le pasó a la vieja? -me dice un
chamo que tengo atrás.
–No sé anda obsesionada con un tipo que
se está tocando el guebo ahí más adelante en la cola. Y está horrorizada.
–Se va a morir con todos los carajos que
hay y se tocan el guebo.
La mujer regresa con el vigilante y le
empieza a explicar la ridícula situación.
–Este señor y ese que está allá canoso se
andan mirando y se tocan.
–Señora cómo se van a tocar si están lejos uno del otro.
–¿Usted es bruto? Que se tocan ellos, sus
partes, entonces se miran.
–Mire señora, yo tengo mucho trabajo
organizando la cola allá adentro para que me distraiga con esa tontería.
–¿CÓMO QUE TONTERIA? AQUÍ HAY NIÑOS
VIENDO ESO.
–Señoraaa cállese la boca y haga la
colaaa. –Le gritó un tipo más atrás de nosotros.
–YO NO ME CALLO, ESTOS HOMBRES SON UNOS
ENFERMOS.
–Ah por favor señora deje de estar
hablando estupideces. –Le dije, en eso llegó una muchacha como de 20 o 22 años
a formarle un peo a la vieja por desorganizar la cola y empezaron a discutir. A
todas estas el hombre seguía restregándose el guebo entre el bluyín pero la
mujer que estaba detrás de él le dijo algo y le dio un empujón al tipo. La cola se volvió un desastre donde yo
estaba, la vieja le dio una cachetada a la muchacha y esta la agarró de los
pelos, cabe destacar que la muchacha no era de la zona ni de los alrededores,
cuando la tenía tomada del cabello la tumbó al suelo y la gente se le fue
encima a la muchacha, yo me tuve que salir de ahí.
El tipo me llamó con la mano para que me
metiera con él que ya le tocaba, dejé el despelote armado y entramos al local.
–SE ESTÁN COLEANDO, SE ESTÁN COLEANDO.
-Gritaba la gente, pero no era con nosotros sino con otros que venían antes de
la señora golpeada. Logré agarrar 2 paquetes y me puse a buscar otros productos.
Cuando paso al otro pasillo me consigo al tipo, las puertas del local las
cerraron por seguridad.
–Te espero en el baño. –Me dijo. Dejo la
cesta mal parada pero sin soltar los pañales y me voy al baño que está casi al
frente de la entrada.
Entro y el hombre está en el urinario
masturbándose. –Empuja el botón. Me dice. –Mámalo. –Me agacho sin soltar las
bolsas, tomo su pene que tiene prepucio y apenas se asoma la cabeza. –¿Lo puedo
echar hacia atrás?. Le pregunto para poder descubrir el glande y ver si eso
está limpio. –Si dale, todo tuyo.
Retraigo el prepucio y descubro una
enorme cabeza color rosada oscura, gruesa y perfecta y sobretodo limpia. Le
paso la lengua por todo el borde y la punta para luego metérmela en la boca, el
hombre lubricaba mucho, aquel líquido cristalino lo saboreaba en mi boca. Me lo
metí completo en la boca y mamé, 2 segundos después, –Me voy a venir– El tipo
sacó el guebo de mi boca y acabó en el piso, pero no salieron chorros
disparados sino brotaban del glande al piso. El hombre cerró los ojos y se puso
pálido. Se desmayó cayendo sentado en la poceta y golpeándose la cabeza en la
pared.
–Mierda, mierda, ¿pero por qué me pasan a
mi estas cosas?. –Salgo del baño y pido ayuda. Se acerca el farmaceuta que se
encarga de la farmacia, entre él, un señor y yo lo cargamos y lo llevamos a la
oficina de la farmacia.
–¿Por qué tiene el pene afuera?
–MIRE AHÍ ESTAN, ¿VIO ESOS 2 ESTABAN EN
EL BAÑO QUIEN SABE HACIENDO QUE. –Era la vieja de nuevo que estaba acoñaceada y
despeinada.
No le paré y respondí. –Creo que estaba
orinando cuando yo entré el baño y lo vi.
–El farmaceuta me vio y se sonrió vio el
guebo del tipo y me vio, había semen.
Llegamos a la farmacia y entramos a la
oficina, el otro hombre que ayudaba se fue porque tenía a la esposa en la cola
con los niños.
–Le voy a tomar la tensión cuando se
despierte, vamos a chequearlo. El farmaceuta cerró la puerta de la oficina con
llave y se me acercó. Me dio un beso en la boca.
–¿Te lo estabas cogiendo en el baño? ¿Qué
le hiciste que se desmayó?. –Yo me quedé quieto intentando reaccionar después
de ese beso.
–Se lo estaba mamando cuando acabó que
fue ahí mismo y se desmayó.
–La Petit
mort.
–¿Qué es eso?
–Es cuando pierdes el conocimiento por
unos instantes y te desmayas luego del orgasmo, pequeña muerte, pero se le
atribuye a las mujeres, pero como que le ocurrió a él o tiene problemas
cardíacos. ¿Tú tienes problemas cardíacos? -Me apretó el guebo y me dio otro
beso. –Cógeme mientras se despierta.
Se bajó el pantalón y no tenía interior,
unas nalgas blancas y lampiñas se aparecieron frente a mi guevo. El hombre no
se quitó ni la camisa ni la bata. Me baje el pantalón y me dio un condón.
–Escúpeme el culo, no tengo lubricante. –
Me puse el condón y le mojé el culo y mi guebo. El farmaceuta se abrió las
nalgas y comencé a penetrarlo.
–Despacito, despacito que duele, duele,
duele.
–Shhhh ya, ya está entrando. Le di 3
empujones y lo metí todo, el hombre se puso como loca, me recordó a Guillermo
pero sin decir mariconadas, pero parecía una jeva. Movía la cabeza hacia arriba
y su flequillo se subía y bajaba. Bajo la mirada para ver como entraba mi guebo
en esa blancura, que hasta el hueco lo tenía blanco, se veía rico todo abierto
penetrado por mi verga, cuando me fijo el hombre ya se había corrido en el piso.
–¿Ya acabaste?
–Si pero tu sigue, no te pares coño,
sigue dándole.
Tocaron la puerta. –Están llamando.
–No le pares tú sigue.
–NICOOOOO, ¿ESTÁS OCUPADO? TE BUSCAN
–YA SALGO, ESTOY TERMINANDO No se te
ocurra sacármelo, tú acaba.
–El farmaceuta no se dio cuenta pero el
hombre se despertó y estaba sentado en la camilla viendo como me cogía al
hombre de blanco.
–El culo se le estaba poniendo rojo y se
estaba inflamando, pero se sentía muy rico allá adentro, me apretaba el guebo,
soltaba, se echaba hacia atrás y se lo metía él.
–Avísame cuando vayas a acabar.
–Unos segundos después le avise y se sacó
el guebo del culo. –Dame la leche. –Se agachó y abrió la boca. Descargué el
lechero ahí dentro. El tipo en la camilla se estaba masturbando. Cuando Nico lo
vio se levantó del piso.
–No, siga, siga que me gusta lo que vi.
Nico se arregló el pantalón y fue a
enjuagarse la boca. –Venga que le tomo la tensión un momento.
–Disculpa que me desmayé, eso no me había
pasado en años.
Mientras Nico le tomaba la tensión y yo
hablaba con el hombre diciéndole que no importaba, este nos sacó una tarjeta de
presentación negra.
–Si les gusta el sadomasoquismo y quieren
ir a una sesión, llamen aquí y dicen que van de mi parte, les va a encantar. Yo
voy porque me encanta ser sumiso y me encadenan y me ponen a pasear como un
perro y tengo que obedecer. Eso me excita, mira ya se me paró. Bueno salgan de
aquí que tengo trabajo. Gracias por esa cogida. ¡Te gastas un vergón!
–Cuando quieras te cojo de nuevo.
Salimos y terminé de hacer las compras.
Cuando salí del local salía también el desmayado.
–No me presenté, me llamó Eugenio, yo
conozco a Humberto, el papá de los gemelos, yo tengo unos trillizos.
–Ah coño, que bien, le diré que te vi.
–Dile que me lo quiero coger de nuevo,
sólo se deja coger por mi, porque sé como le gusta.
–Ah caramba, bueno yo le digo, anota mi
número.
–Te voy a llamar porque te quiero
reventar ese culo.
–Sin amenazas por favor, cumple lo que
prometes.
–Te lo voy a reventar.
Me fui con pañales y con sexo, ¿qué más
se puede pedir?
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