De
los 15 a los 20 años fue una época jodida, no para mí, para mi mamá. Luego de
estar con Soto, el técnico, yo me sentía que era el mamador del siglo. Muchacho
que se resbalaba en el colegio, pum yo me agachaba y le mamaba el güevo, los
hacía acabar pero no en mi boca, me daba asco aunque nunca lo había probado.
A
los 17 en mi fiesta de fin de curso se lo mamé a dos compañeros y ellos me
dijeron que uno de los profesores le gustaba la vaina, ese día estaba pasado de
tragos y bueno, terminamos los tres agachados como Rómulo y Remo con la loba.
Luego nos enteramos que al profesor lo botaron pues lo consiguieron en eso con
dos chicas.
Ya
en la universidad casí para cumplir 18, nos lanzábamos unas rumbas
diabólicas con alcohol incluído, mi carro era el territorio para las prácticas
felatorias. Siempre llegaba a casa oliendo a alcohol y semen. A eso olía mi
carro todo los días.
Llegaron
los 20 años, con un carro nuevo –el anterior, le insistí a mi madre para
venderlo porque fallaba mucho, en realidad no hubo manera de quitarle el olor
que ya parecía parte de el carro. Ya vendrían nuevas aventuras y experiencias
por explorar.
Ya
estaba avanzado en mi carrera de Química, modestia aparte era un cerebrito, en
la Universidad Simón Bolívar me llamaban así, pero también me apodaban felaneitor.
Se creó el mito urbano que yo le mamaba el güevo a todo bicho de uña que
entraba a la Universidad. No era cierto, de hecho nunca nadie me había visto en
esas cosas, pero sí, he mamado güevo en esa universidad en los sitios más
insospechados. En las montañas intentaron penetrarme pero me dio miedo, no
había salido de mi zona de confort nunca, que eran las mamadas, así que
todavía era virgen aunque la universidad dijera lo contrario.
Un
día, luego de salir de la Universidad, quería estar solo y me fui a una
cafetería en Los Palos Grandes, Arábica, epicentro de la tarde de café más gay.
Pido mi café y me pongo a revisar mi celular, al levantar la mirada veo a un
señor, su cara me es familiar, al volverlo a ver, lo llamo.
–¿Guillermo?
–¿Sí?
–Epa,
soy yo François, tu paciente cuando era niño –Él me miró sin acordarse mucho
pero algo lo hacía dudar.
–El
hijo de Rebeca –La memoria es una vaina muy arrecha y mi pediatra a pesar de
los 50 años se acordó.
–Coño
carajito tú si estás grande y fuerte, ¿haces ejercicios? –me tocó los brazos
como quien quiere algo más. Además que Guillermo era bello, es bello.
–¿Y
el doctor Antonio? ¿Siguen juntos?
–No…Antonio
murió hace cinco años, un infarto.
–Wao…lo
siento, ustedes tenía años juntos.
–15
años, pero bueno, ya tengo pareja de nuevo desde hace dos años ¿Y tú? ¿las
novias?
–Soy
gay también – Guillermo se le iluminó el rostro, yo creo que hasta su pipí
lubricó
–¿Nos
tomamos el café juntos? –Le dije que sí, un sí que casi raya en desesperación.
En
30 minutos nos pusimos al día, para luego montarnos en mi carro para darle la
cola a su casa pues su carro estaba en el taller.
Ya
montados en el carro, paso la llave y hago la pregunta –¿Dónde vives? –Su
respuesta fue un beso endoscópico que duró una eternidad y más allá.
–Vivo
en Chulavista, ahí te voy a coger –Me volvió a besar.
–Te
llevas a un virgen –Dije.
–Te
voy a reventar ese culo. –Dijo. -Creo que no creyó mi gran verdad.
Llegamos
y el apartamento era EL APARTAMENTO. Ahí vive un gay, todo era de diseño,
diáfano, minimalista, sutil, casi quirúrgico todo, nada fuera de lugar,
aséptico.
–¿Quieres
tomar algo?
Me
volteé para responder y ya la lengua estaba en mi garganta. La verdad es que tenía
sed pero necesitaba deshacerme de algo; mi virginidad.
–Vamos
al cuarto. –Fue una orden.
Me
quitó la ropa ahí, los dos de pie, se desnudó y al bajar la mirada vi con lo
que me iba a estrenar, no era Soto, pero aquello tampoco era para principiantes,
tragué saliva y le dije –Me lo metes despacio-.
Me
agarró la cara por las mejillas un poco fuerte y me besó luego me dio una
cachetada y me escupió la cara. En se momento me sentí humillado. Mi primera
vez iba a ser de manera ruín. No puse resistencia.
–Ponte
boca abajo y relájate. –Buscó un pote de lubricante y el condón, cuando lo vi
ponerse la capucha en aquella vara larga y algo gruesa se me tensó hasta el
dedo meñique.
Derramó
un buen chorro de lubricante en mi culo, estaba frío, lo sentí llegar a mi
hueco y luego sentí sus dedos jugar ahí dentro dilatando con suavidad, para mi
era un experto, bueno es médico sabe lo que hace, dilatar es su trabajo.
Yo
me sentía una vaca a punto de parir, sentía que mi culo era un túnel y ni
siquiera me había penetrado con su falo, pero ya iba a eso, volteé mi cara para
verlo.
–Afloja
el culo coño. –Separó mis nalgas y la cabeza tocó la entrada, cerré y me dio
una nalgada. Me acordé de su novio muerto.
–Puja,
como si fueras cagar.
–Es
que me voy a cagar.
–Coño
puja –Pujé y lo metió. Sentí que me había metido el tubo de la cañería, mis
ojos se pusieron blancos y ahora si que apreté ese culo, creo que le exprimí el
guevo, luego aflojé y ese hombre comenzó a darme duro y yo boca abajo con la
cara pegada a la almohada y la mordía –¿De ahí que a los pasivos le digan
muerdealmohadas? –me gradué de pasivo con mi pediatra-
–Me
estoy cagando –le dije y era literal, sacó el guevo y mejor pasemos a que
estaba en el baño pasando la vergüenza de mi vida. Luego de darle 25 veces al
aparatico de Glade, salí.
–Perdón,
que pena.
–Tranquilo,
esas cosas pasan, pero para la próxima hazte el lavado.
En
mi cabeza yo pensaba -pero si yo me lavé el culo - luego aprendí que
para ser un buen pasivo hay que meter agua adentro hasta que salga limpia.
–No
hemos terminado, ponte en cuatro.
–Y
si sale otra vez…
–Shhh
– de nuevo condón y lubricante, yo sentía que olía a mierda por todos lados, me
lo metió y esta vez sin contemplaciones, aquello se deslizó como cuchillo
caliente en mantequilla y volvió darme duro y duro y duro. Volví a sentir que
me cagaba pero no, era mi próstata en plena estimulación.
De
repente se puso más agresivo y me agarró por los hombros y empezó a gruñir, 2,
3, 4 veces –Este debe haber acabado. Pensé. –Y sí, acabó, se retiró de
mi culo y al ver el condón, colgaba de tanta leche que había en el látex. Se fue
al baño a limpiarse, el condón salió sucio de nuevo.
Regresó
y fui yo a limpiarme para echarme en la cama.
–No
te instales mucho que mi pareja debe estar por venir. –Me dijo eso y yo me
sentí la otra, me vestí rápido y me abrió la puerta.
–Ya
te quité el virgo, cuando quieras te vuelvo a coger. ¿quieres una chupeta? Ja,
ja, ja
Luego
de este momento inolvidable de perder el virgo y removerme las tripas me dije
que para la próxima quiero cogerme un culo, pero primero seré el mejor pasivo
de esta ciudad.
Nos
vemos luego.
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