Era domingo
en la tarde y decidimos quedarnos en el hotel sin hacer nada, yo me puse a ver
televisión y no sé en que andarían los otros. Tomás hace rato había escrito
para decirme si podía venir a mi cuarto a ver televisión, le dije que sí pero
no se había presentado.
Una hora
después del mensaje tocan a mi puerta. –Debe ser Tomás, que ladilla.–
Pensé. No era Tomás era el botones.
–Buenas tardes,
vine a traerle toallas limpias.
–Gracias
¿pero ese trabajo no lo hacen las camareras? –Terminé de decir la frase y se me
vino encima. –Tengo ganas de que me cojas.
En ese
momento me sentí el fornicador, el semental, todos quieren con François –Epa,
epa, ya va, ¿pero que pasa?.
Me bajó el
boxer y se arrodilló para mamarme el güevo. Estaba como desesperado y torpe,
tropezaba los dientes con mi pipí –esa palabra me marcó– Pero me gustaba y lo
dejé. Se puso de pie, metió una mano en el bolsillo y sacó un condón, se quitó
los pantalones y se acostó en la cama como pollito en brasa con las piernas
hacia arriba.
–Este culo
es tuyo –Lo que les había dicho antes de cómo me sentía perdió vigencia cuando
dijo eso. Me sonó tan marica, tan de hembra, “hazme tuya, hazme mujer”. De
vaina y me baja el güevo pero es que ver aquello abierto no podía despreciarlo.
Me puse el
condón y le escupí el culo hasta dejarlo mojado, le eché las piernas hacia
atrás hasta dejarle el culo bien arriba para montarme encima y clavarle el
guevo hasta las bolas. EL botones lo tenía entrenado, bastó que le metiera la
cabeza y la vaina entró hasta el fondo. Sin remordimientos le empecé a dar bien
duro.
–Pégame.–Me
dijo en un momento de histeria y gemidos. Su cara estaba roja y sudada y volvió
a repetir –Pégame.
Le di una
cachetada. –Más duro. –Esta es una perra –Pensé, le volví a pegar.
–Más duro
coño. -Yo le estaba dando duro por ese culo pero lo que quería era un cachetón.
Se lo dí con
tal fuerza que me dolió la mano y comencé a darle más duro y ya estaba
completamente sobre él. En mi estado de total excitación no me había
fijado que el carajo se había desmayado. No sé si por el cachetón que le dí o
el agite de mi cogida. Me detuve y le saqué el güevo.
–Epa, pana
-dos cachetadas suaves- despierta. Abrió los ojos y me volvió el alma al cuerpo.
–¿Qué pasó?
–Te
desmayaste. –Se tocó el cachete donde le había pegado, lo tenía rojo, yo creo
que hasta unos vasitos le rompí.
–Me diste
duro.
–Bueno tú me
dijiste que te pegara duro. –El botones se puso el pantalón y se fue y yo me
quedé con el guevo prensado. Me fui a duchar.
A mitad del
baño oigo que tocan fuerte la puerta, me imagino que estarían tocando desde
hace rato, salgo mojado y me pongo la toalla pensando que esta vez si es Tomás,
pero no. Es Laura, la que se coge Ernesto –Suena feo eso, pero es que Ernesto
sólo la quiere para eso, es mi amiga, pero está un poco engañada-.
–Hola,
¿puedo pasar?
–Eh si,
bueno pasa. ¿Pasó algo?
Me arrancó
la toalla y me lo agarró, más bien me lo apretó.
–Entonces es
verdad que lo tienes grande, muy grande, que divino, quiero probarlo.
–Eh, ya va
Laura, espera ¿qué te pasa?
–No te hagas
el gafo, sabes a lo que vine.
–Si, pero,
soy gay no sé si te acuerdas. -esta conversa se llevaba a cabo forcejeando
intentando que no me besara.
–Lo sé, eso
me excita, anda métemelo. ¿tú le has visto el pipí a Ernesto? –Esta dijo pipí,
así que Ernesto lo tiene chiquito, nunca me lo hubiese imaginado. –Eso no
me hace cosquillas pero esto me va poner a gritar.
La agarré
por los hombros y la separé.
–Ya va, ya
va Laura. ¿Te tomaste algo? ¿estás drogada?.
–Un poquito,
una cosita así de talquito –me djo juntando los dedos pulgar e índice como si
fuese una pizca lo que se metió.
Me
sorprendí y la solté. Ella aprovechó y me empujó a la cama y comenzó a mamarme
el guevo. UNA MUJER MAMÁNDOME EL GÜEVO, nunca me lo hubiese imaginado. Me quedé
quieto por un instante pero luego reaccioné.
–YA LAURA
VETE PARA TU CUARTO Y DATE UN BAÑO PARA QUE SE TE PASE LA TRONA.
Me dio una
cachetada pero bien dada, no sé si fue como la que le dí al botones pero coño
me dolió. Agarré la toallla, me la puse y la saqué del cuarto. Cuando abrí
llegaba Ernesto -lo que faltaba.
–¿Qué haces
tu aquí? –le dijo Ernesto a Laura.
–Nada que te
importe maricón.
–Déjala ir,
entra que quiero hablar contigo. –metí a Ernesto en mi cuarto.
–Marico, no
sabes la discusión que tuve con esa perra hace un rato. –Me decía Ernesto. –Me
insultó me dijo poco hombre, que no sabía tirar, que lo tenía chiquito, que con
eso no hago feliz a nadie.
Estaba
escuchando eso y me sentí mal por Ernesto, que nos digan eso nos joden.
–No le hagas
caso estaba drogada, ella vino para acá ida.
–¿Y a que
vino?
Me quedé
callado unos segundos sin saber que decirle, pero le dije.
–Vino a que
me la cogiera…La cara de Ernesto era un poema.
–Pero si
ella sabe que eres gay.
–Si pues…
–¿Y que
pasó? –Ernesto ya estaba preguntando mucho.
–Me lo mamó
e insistía que me la cogiera.
–Quítate la
toalla. –Yo me quedé paralizado. ¿Y este que querrá?
Me quité la
toalla. –Marico…rolo e guevo que te gastas, con razón vino para acá diciéndome
que en la universidad te decían Rasputín, por la verga que tienes.
Me dijo eso
y me inflé como un globo. –¿Ah sí? No sabía.
Ernesto se
bajó el short y me enseñó su pipí.
–Mira el
mío. ¿a ti te parece que es pequeño? No lo veas con el tuyo porque de bolas que
salgo perdiendo, pero dime.
Tenía su
guevo frente a mi, era hermoso, un prepucio con el tamaño exacto, una vena que
recorría desde la base hasta su cabeza. No, no era un pipí chiquito, estaba
bien –Se lo estaba parando para que viera-.
–Coño dime
algo, ¿te lo quieres mamar no joda?
Reaccioné y
le dije –No chico, tienes buen tamaño, admás tu te has tirado a media universidad,
¿alguna caraja se que ha quejado? Más bien has repetido. ¿te vas a preocupar
por lo que diga una sola? Y Laura que también se las trae, que es como yo en la
universidad. Deja la angustia.
Tienes buen
guevo y bello.
–Deja la
vaina. –se subió el short. -Mama guevo bien.
–Si…-le dije
y nos reímos. Ernesto se fue y me tumbé en la cama.
Volvieron a
tocar la puerta.
–Ay no,
¿ahora qué?, que ladilla… -Era Tomás
–Chamo desde
hace un par de horas que estás viniendo.
–Me
quedé dormido.
Lo abracé y
comencé a meterle mano y besarlo. Se me paró
–No, no, no
vine a eso.
–“Hoy me
va a dar cojonera”-Pensé.
–Es que..tú
me gustas desde hace tiempo.
Tomás me
dijo eso y me dio una piquiña por todo el cuerpo. -¿Tú estás claro a quien le
estás diciendo eso? ¿Sabes dónde te estás metiendo?
–Si..pero me
gustas, me atraes y ¿qué hago?
Tomás
hablaba y yo quería sacarlo del cuarto–No chamo no, no te me vayas a declarar
yo no quiero novios, si quieres te cojo o me coges pero hasta ahí.
–No pensé
que fueras tan básico y elemental.
–Pues sí, lo
soy mi pana, esto es lo que hay. Yo no quiero novio, quiero estar soltero
disfrutar, tirarme a quien sea, salir, entrar cuando me dé la gana sin dar
explicaciones.
–Te vas a
quedar solo pensando así.
–Ese es mi
peo. Y si no viniste a tirar, vete.
Fui un
grosero con Tomás que no se lo merecía pero cuando me hablaban de amor me
entraba el demonio.
Esa tarde
quedé agotado y ahora también. Les escribo pronto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario