Hoy comencé mis clases particulares de
química a domicilio. Pero antes de entrar en materia vamos a contarles un poco
lo que ha pasado.
Atrás dejé a mis compañeros del laboratorio,
ahora tengo gente importante en otras empresas a las que le doy clases de
inglés y también sexo.
Tomás lleva detrás de mi más de 5 años.
No sé que le pasa a él definitivamente, ya no sé como explicarle que no quiero
novio pero el insiste en salir conmigo y tener sexo y que duerma con él, si eso
lo hace feliz lo hago. Pero cuando lo embarco o le digo que no puedo porque
tengo un tire, se arrecha y me forma un peo como si fuésemos pareja. Se le
disparan los celos y me arma unas escenitas en la calle.
No lo mando pal carajo porque le tipo
tira divino. A veces siento que le hago daño pero él se lo busca.
Al niño de la limpieza, Juan me lo cogí
un par de veces más en un hotel –que yo pagué por supuesto- y de Yenderson supe
hace poco, me lo conseguí en la cola de un banco y me pidió el número pues lo
había perdido. Él salió del banco y a mi me faltaba una persona para que me
atendieran. Al salir de ahí me esperaba el malandro.
–Conozco un sitio en el sótano donde
nadie va, te puedo dar palo ahí siquieres catire. -Se tocaba el guevo
restregándoselo. Era tan niche ese negro que me daba morbo.
–Ok, yo te sigo.
–No me sigas, vente conmigo de una.
Bajamos hasta el cuarto sótano, pocos
carros y poca luz. Cruzamos hacia la izquierda y había un carro abandonado.
–Vete por detrás y bájate el pantalón.
Hice lo que me dijo pero primero le di el
condón.
–Que vaina, otra vez con esto.
–Póntelo y me das duro como te gusta, sin
eso nada.
Se
echó saliva en el guevo y lo acercó a mis nalgas, estábamos de pie. Abrió las
nalgas con una mano y con la otra me presionó la cabeza contra la pared.
–Te voy a dar duro sifrinito –me susurro
al oído, esa vaina me excitó aún más. Me estaba dando con todas sus fuerzas, ni
siquiera se había bajado los pantalones, se sacó el guevo por el cierre. Sentía
como empujaba mi próstata, estaba a punto de acabar sin pajearme.
La cara la tenía pegada a la pared y sin
saber que había ahí, esa zona olía a baño, pero el negro faja’o dando empujones
y haciendo sonidos raros.
De pronto veo en la pared un haz de luz
que se mueve para todos lados, intuyo que es una linterna y por supuesto viene
acompañada de un vigilante.
–Ey, ey, ey, salgan de ahí, salgan de
ahí. –Yenderson no le paró bolas al tipo, yo tampoco. El vigilante se acercó
hasta nosotros iluminándonos, cuando estuvo cerca apagó la linterna y se bajó
el cierre para sacárselo y pajearse mientras nos veía.
–Todavía no acabo.–Dijo el negro.
–Tranquilo, tengo tiempo, sigan ahí. –Dijo
el vigilante.
Entre la penumbra le vi el guevo al
vigilante y lo vi a él, era un tipo como de 35 años, no era feo pero era otro
malandro. Yenderson seguía cogiéndome, estábamos sudados, pero el negro no
paraba y ahora me abría las nalgas con sus dos manos. El vigilante se acercó
para acabarme en la nalga.
Yenderson sacó el guevo, se jaló el
condón y comenzó a masturbarse hasta acabarme en las nalgas también. Se limpió
el guevo con mi culo y el sudor con mi
franela. Me tocó subirme el pantalón con ese culo glaseado...
–Mi pana ¿tienes algo de fuerza pa’ unas
birras? –Me dijo el vigilante.
–Pa mi también papá, ando pegao. –Dijo el
negro. La cogida me salió el 1000 bolos pero el Yenderson se ofreció pa
cuidarme y el que se metiera conmigo que él lo quebraba.. No es lo que me
complace oir, pero uno nunca sabe cuando puede ser beneficioso tener amiglos en
los estratos más bajos, a veces ellos resuelven mejor que otro tipo de gente.
Me fui a buscar el carro directo a mi casa a quitarme el pegoste.
Bueno, entrando en materia.
Gracias a una de mis alumnas de inglés
conseguí darle clases a dos chamos de bachillerato en su casa, tienen 16 años.
La madre me contrató para que los pusiera al día –Son flojísimos, no quieren
estudiar y su papá me pidió que les buscara profesor –Me dijo en una de
nuestras conversaciones por teléfono. Me pareció una madre que quiere tener a
los hijos entretenidos para que no la ladillen.
Llegué al apartamento. Un penthouse de
dos pisos y una megaterraza, en ese apartamento había dinero. Eran como 200
mts2, inmenso.
Me abre la puerta la madre de los chamos,
no la conociá y a ellos tampoco, hoy me reuniría para hablar sobre la metodología de las clases.
Era una mujer de unos 25 años, no más,
así que no podía ser la madre de estos chamos.
–Buenas tardes. ¿Usted es la señora
Susana?
–Buenas tardes, sí, pero no me digas
Señora, dime Susana. –Se sonrrió y se pasó los dedos por entre las tetas.
–Esta bien, pero, tú no eres la mamá de
los muchachos.
–pasa, noooo chicooo, no son mis hijos,
soy la madrastra, hijos yo no quiero, Ya van a bajar para que los conozcas.
Me senté en el sofá frente a las
escaleras que van al piso superior. De repente se escucha un escándalo, veo
unas piernas y se detienen y comienzan a bajar despacio, comienzan a descender
los niños, delgados sin ser flacuchos, blancos, le veo los rostros, son
hermosos, casi rubios y gemelos, sí gemelos, dos niños bellos con una cara de
tremendos que cuando me vieron se detuvieron y se sonrieron.
–Ahí está el par de joyitas. Bajen, él es
Caín y él Abel. Imagínate por donde viene lo desastrozos que son. Sus padre que
no sé en que estaban pensando.
–Mucho gusto, soy François.
Caín me dio la mano con fuerza y antes de
soltármela me arañó la palma con su dedo anular. Abel me dio la mano demasiado
floja. Ahí supe que ambos eran gais. Caín activo y Abel el pasivo.
Nos sentamos los 3 para conversar sobre
el plan hasta que sonó el timbre. Susana abre la puerta y entra un hombre
corpulento, con una camiseta dos tallas menor que la que usa que le marca los
pectorales y los abdominales, carga un mono que le marca el paquete y a leguas
se ve que no tiene interiores.
–Voy a subir con el técnico a revisar los
aires de arriba, ustedes cuadren como van a ser la clases, mi opinión es que sea
3 veces a la semana pero háblenlo. Hasta luego. –cuando subieron tanto los
gemelos como yo le vimos el culo al tipo; 2 rocas bien paradas.
–Caramba, los técnicos ahora vienen
papeaitos.
–No chico, ese no es ningún técnico, ese
es uno de los tantos tipos que se tira la puta esa en nuestra casa –Dijo Caín,
yo me quedé impactado. Mientras Caín me explicaba, Abel tenía su pie en mi
entrepierna, no dije nada solo lo vi a los ojos y le quité el pie. Se sonrrió.
–¿Y por qué no le dicen a su papá?
–No nos va a creer, mi papá está
enamorado hasta el asco de esta tipa y además ella nos pilló cogiéndome a mi
hermano y nos amenazó con contarle a mi papá y él es homofóbico, odia a los
gais y nos advirtió que si salíamos desviados nos botaba de casa.
–Vaya.
–¿Tú eres versatil?
–¿Perdón? –Me quedé en shock con la
pregunta.
–Si eres versatil.
–Mmmmm si, si soy.
–Que bien, podemos hacer el trensito.
Caín dijo eso y a mi se me paró el guevo.
–Vamos a organizarnos, tenemos que hablar
de cómo les voy a enseñar la materia.
Estuve hablándoles de venir 2 veces a la
semana 2 horas cada día y estuvieron de acuerdo, me explicaron donde fallaban y
bueno yo iba a hacer un esquema de estudio.
Abel volvió a poner el pie sobre mi.
–François tiene la verga dura y es
grande. –Le dijo Abel a su hermano.
–¿Ustedes se dan cuenta que son menores
de edad?
–¿Y? Queremos tirar con un tipo como tú.
–Bueno, ya tenemos cuadrado los días que
vendré así que luego hablaré con sus papás.
–¿Quieres oir como grita la perra esta
mientras se la cogen?
–Me tengo que ir.
–Ven sube con nosotros. –Me halaron para
subir y nos pusimos en la puerta.
Susana estaba gritando, de repente gemía
y volvía a gritar.
–Vamos a ver si la puerta está abierta.
–susurró Abel, que le dio vuelta al pomo muy despacio. Abrió. Estábamos en una
posición que no nos podían ver pero nosotros a ellos sí. El tipo le estaba
dando duro, le veíamos las rocas que tenían por nalgas el fulano técnico, eso
me puso más duro. Abel tenía su mano en mi paquete, cerró la puerta despacio y
se volteó.
–Te lo quiero mamar, sácatelo.
–No seas puta Abel, deja que venga otro
día y se lo ofrecemos, hoy no. –Agradecí el gesto de Caín aunque me excitaba la
idea y quería hacerlo ya.
Salí del apartamento y me tuve que
acomodar el guevo, estaba demasiado prensado. Al salir del edificio encendí el
templo gay del sexo concentrado en una aplicación; el Grindr
Un tipo bello que Grindr me dice que está
muy cerca de mi, así que le escribo.
–<<Hola, ¿Dónde estás? Tengo ganas
de tirar?>>
20 seg después...
–<<Hola, en el edificio Rosal
Plaza>> Volteo y es el edificio donde acababa de salir.
–<<Estoy en el edificio, que piso y
apartamento es>>
–<<Piso 6 6B estoy con mi
papá>>
–<<¿Entonces no subo? –“Que ladilla” pensé.
–<<Si vale, tranquilo, sube, te
espero>>.
Bien, en una próxima entrega les cuento
que tal con el pana. Bye.
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