Aquí estoy
de nuevo.
Luego de mis
episodios entre baños y pipís, mi infancia siguió normal, tranquila como la de
todo niño; parques, viajes, videojuegos, estudiar, etc. La cosa empezó a
torcerse cuando llegaron los 11, 12 y 13 años. Estaba rebelde, no quería hablar
con nadie, me molestaban los adultos, quería salir yo solo, no soportaba salir
con mi mamá a hacer el mercado, quería quedarme jugando en la cónsola.
En fin, un
preadolescente.
Llegaron los
15 años y mi mamá me dijo que era el hombre de la casa y me lo recalcó mi papá;
“Usted es el hombre de la casa y tiene que cuidar a su mamá”. Yo por dentro le
decía “eso mismo tenías que haber hecho tú, lo dijiste en la boda y mira donde
estamos” Vainas de adolescentes con el reconcomio.
Ya mi mamá me había contado
lo de mi papá con la no madrina, pero siempre sin insultos ni ofender a mi
papá, pero a mi sí me parecía que lo que hizo no estaba nada bien.
Unos días
antes del evento que les voy a contar, mi madre había contratado a la empresa
de la marca de aires acondicionados que tenemos en casa, para hacerles
mantenimiento, le pusieron fecha a la visita y era en una semana.
Mi mamá
todos los días me repetía: –Yo creo que no voy a poder estar ese día pero tú te
vas a encargar de eso, eres el hombre de la casa y es tiempo de que empieces a
asumir responsabilidades. –¿Responsabilidades? ¿mi responsabilidad no es
estudiar y ya? Yo no sé de técnicos, ni labores domésticas, bueno sí, he lavado
los platos y hago mi cama y recojo el cuarto. Seguí escuchando a mi mamá.
–Cuando
llegue la persona, antes de abrir la reja le pides su cédula y el carnet que lo
identifica como empleado de la empresa y chequeas que coincida con los datos
que me van a dar mañana, antes de eso no. Si no coinciden no le abres y me
llamas.
Esta letanía
me la repitió toda la semana, ya sentía que conocía a Luis Soto, el técnico, un
pana más.
Llegó el día
y efectivamente mi mamá no iba a estar porque tenía un compromiso con mi madrina
en Valencia -luego me enteré que fueron a una bruja, que quedaba allá -En mi
mente se repetía lo que me había dicho mi mamá, se convirtió en un mantra que
tenía pegado en la nevera.
Mientras
esperaba al fulano técnico, me puse a jugar STAR WARS: JEDI POWER
BATTLES, estaba nuevo de paquete, mi papá me lo había traído de Estados Unidos.
Sonó el timbre. Comenzaba mi momento de ser el hombre de la casa.
Me acerco a
la puerta “antes de abrir la reja le pides su cédula y el carnet que lo
identifica como empleado de la empresa”. Abrí la puerta.
–Buenas
tardes, soy el técnico de FRIGILUX para un mantenimiento general. ¿Está tu
mamá?
Yo soló
escuché mamá. Un hombre alto, musculoso de ojos verdes , no era rubio pero el
cabello y sus vellos de los brazos eran castaño claro, tenía una dentadura
perfecta. Ese hombre no podía ser técnico pero ya la reja estaba abierta y él
dentro de mi casa.
–No, mi mamá
no está pero me dejó dicho lo que tiene que hacer.
–Permiso
–Entró hasta la sala, le vi las nalgas y eran de otro planeta, yo me sentía en
la dimensión desconocida donde los técnicos están todos buenotes.
–Bueno chamo
tú me dices por donde empiezo.
–Empieza
por mi. –Vamos al cuarto de mi mamá, ahí está el primero de 5 aires.
Se fue a la
camionetica donde vino y sacó la escalera. El split estaba en lo alto del
cuarto. Cuando se montó y alzó los brazos descubrí un mundo desconocido para mi
por lo menos en vivo y directo; una barriga cubierta de vellos claritos, me
estaba poniendo nervioso.
Cuando
comenzó a desarmar el split, no sé de donde salió pero le cayó agua encima y lo
que salió de su boca fue un coño. Se bajó de la escalera y se quitó la franela
azul clara. Se detuvo el planeta, mi planeta, grité para adentro, el corazón me palpitaba a
mil por hora y volví a gritar. Tenía un abdomen duro,
pero no marcado y unos pectorales que parecía escudos de guerreros romanos,
tuve que girar la cabeza hacia la ventana y disimular un poco, yo creo que se
dio cuenta.
–¿No importa
que me quede sin franela? Estamos solos.
–Bien solos,
por un buen rato.Tranquilo pana, como quieras -Traté que mi voz saliera lo más
varonil posible, pero no, no fue así- Se sonrió y pasó su mano por el pecho
restregando esos vellos que brillaban con el sudor y el agua.
Siguió en lo
suyo y yo tenía que romper el hielo.
–¿Tienes
novia o estás casado?
–Ninguna de
las dos, estoy soltero ¿Y tú? ¿tienes novia en el liceo?
–No, para
nada. –Seguimos hablando de estupideces, ¿qué pueden hablar un adolescente y
un señor de 35 años?
Ya iba por
el tercer aire y me soltó de la nada una pregunta a quemarropa; -¿Y ya te
estrenaste?
Más conejo y
me moría –No sé, si, no, no entiendo.
–Que si ya
lo has hecho, has tenido sexo con tus amigas.
–Ah, ah, si
valeee, hace tiempo, como 6 meses
–Coño, te estrenaste
ya.
–Uuuuf hace
rato.
–Yo a los
17 se volteó y se tocó su paquete nada pequeño. –Con mi primo.
A mi me
entró un frio por la espalda pero tenía las orejas encendidas, no supe que
decir. El se bajó de la escalera
–Yo nunca lo
he hecho con un carajito.
–Tengo 15
años.
-Mmmm menor,
un problemón.
–No voy a ir
a la LOPNA –Dije esa estupidez y no sé como, el guevo del pana ya estaba
afuera, yo había visto pipís en mis cortos 15 añitos, pero aquello era
descomunal, grueso y él pretendía que yo me metiera eso en mi boca. Ya verlo me
daba angustia.
–Como que no
has mamado guevo nunca.
–Si vale –
me las dí de experimentado y me metí –como puede- esa anguila.
–Au, cuidado
con los dientes papá, despacito.
–Yo no podía
creer que eso me estaba pasando. No sabía como agarrarlo, mis muelas tropezaban
con aquello, era torpe, pero él no se que quejaba. Me tomó la cabeza e
intentó metérmela más, pero mi estrechez se lo impedía y casi vomito.
Con el guevo
metido levanté la mirada que estaba anegada de lágrimas y él me miraba y se
sonreía. Decidió sacarlo. Al hacerlo sentía que había desencajado algo
que se estaba atorado, sentí alivio pero a la vez quería seguir encajonado ahí.
–Vamos a
dejarlo hasta aquí que se está poniendo peligroso.
Mientras decía
eso yo me secaba los ojos y me quitaba el exceso de saliva alrededor de mi
boca.
–Pero mi
mamá no va llegar todavía –Esa frase me catapultó como una puta quinceañera-.
No lo digo
por eso, es que eres un chamito, lo que pasó no debió ocurrir, discúlpame. Voy
a terminar con este split y sigo al otro cuarto.
Y yo quedé
así como niño que se le explota un globo, que no sabe que hacer y está a dos
segundos del llanto. No quise insistir y me fui a la cocina a tomar agua.
Cuando ya le
quedaba un split por revisar, insistí.
–¿No vamos a
seguir? –Y como si hubiese hablado con el split me respondió -pásame ese clip
de plástico que es de la tapa.
Terminó con
los aires, revisó los compresores, encendió todo y perfecto. Tenía el punto de
venta inalámbrico y pasó la tarjeta de mi mamá, yo le dí el número de cédula y
listo, el trabajo terminado y pagado.
–Bueno
chamín, ya está todo listo, cualquier cosa llamen al Servicio Técnico si tienen
algún problema.
–¿Pero
vienes tú?
–El que esté
disponible en ese momento, eso depende.
Llevó
primero la escalera y luego buscó la caja de herramientas, había limpiado todo
lo que ensució y seguía sin camisa y más sudado.
–¿Tú me
puedes prestar una toalla para secarme?
–Te puedes
duchar en mi cuarto –silencio total en la sala-.
–No chamín
con la toalla está bien –no hubo manera de que Soto accediera de nuevo. Luego
de secarse, tomó la caja de herramientas y se fue hacia la puerta, se detuvo y
sacó su billetera.
–Toma mi
tarjeta por si tienen algún problema con el aire.
Y claro que
lo hubo, 15 días despues le dí unos golpes a mi split hasta que se jodió y
bueno, llamé, pero el teléfono estaba desconectado y mi mamá llamó al servicio
técnico pero Soto no vino. Vino un gordo horrible que no levantaba ni sospechas.
No supe más de Soto pero recibí de mi madre elogios por haber hecho todo bien
en su ausencia. Unos años después le conté a mi madre sobre mi primer felatio.
Esa noche
por primera vez me masturbé hasta acabar. Siempre me daba hasta que salía la
babita, el precum que llaman en inglés, pero esta vez salió semen. Me hice la
paja frente al espejo del lavamanos y aquello brincó por todos lados,
cerámicas, lavamanos, espejo, piso. Quedé agotado pero satisfecho de mi primera
paja. Si era gallo, pronto se me quitaría eso.
Hasta
pronto.
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